lunes, 26 de enero de 2009

Les envio tu nombre Almafuerte!!



No lo descubrí de chico, pero la vida me dió una excelente forma de expresar lo que siento. La biografía es buena en datos y fechas. Me gusta mucho Almafuerte y se va a notar demasiado.


Pedro Bonifacio Palacios ... Almafuerte







Pedro Bonifacio Palacios, nació en San Justo, Buenos Aires, Argentina el 13 de Mayo de 1854. Sus padres fueron gente modesta y su educación no superó la de la escuela primaria. De adolescente intentó estudiar pintura, pero no logró ser becado para perfeccionarse en Europa. A pesar de no tener un título habilitante, por vocación, logró dedicarse a la docencia en escuelas de la provincia de Buenos Aires.
Tuvo que dejar este puesto, por su carencia de título, pero no obstante esto, gozaba de una gran reputación, gracias a artículos suyos que se publicaban en algunos diarios que lo hizo obtener un empleo en la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. También fue bibliotecario y Traductor de la Dirección General de Estadísticas de la misma Provincia. Luego de trabajar de Periodista en la ciudad de Buenos Aires para el diario homónimo. Pero regresó a La Plata (ciudad en la que estaba desde 1887), ya que no le gustó vivir en una gran ciudad. Allí siguió su carrera dentro del periodismo para el diario "El Pueblo". Publicaba artículos y poemas con el seudónimo de "Almafuerte
También fue deficiente la cultura que logró adquirir más adelante por su solo esfuerzo, ya que su vida azarosa y llena de privaciones no le permitió superar la categoría de un rudimentario autodidacto. Pero su vocación era evidente y fue así como su generosa personalidad le condujo a ejercer la docencia en algunas localidades del interior, como maestro sin título. La actuación que le cupo como periodista en ciertas publicaciones de campaña dieron popularidad a su figura y gracias a ello, después de haber desempeñado el cargo de prosecretario de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, pudo obtener del Congreso una pensión vitalicia, que aseguró una relativa tranquilidad doméstica a los últimos años de su vida.
La casa que habito en La Plata hasta su muerte, ocurrida el 28 de febrero de 1917, fue escenario de sentidos homenajes populares, y constituye hoy un lugar de interesante recordación. No existe, por el momento, edición que comprenda la totalidad de su obra literaria, ya que su copiosa producción aparece diseminada en algunas colecciones populares, mientras es menester recurrir a los periódicos y revistas de aquella época para conocer sus discursos y conferencias.
Existen empero algunas recopilaciones de su labor poética: Lamentaciones, publicada en La Plata en 1906; Evangélicas, editada en Buenos Aires en 1915 ,y Poesías aparecida en 1916 con el prólogo de Juan Más y Pí, que había escrito en 1907 una laudatoria biográfica del autor. En 1917 se publicó en Montevideo un tomo titulado Poesías Completas, con prólogo de Alberto Las places. La mejor de éstas recopilaciones es sin duda la que, bajo el título de Poesías Completas, apareció en "Grandes Escritores Argentinos", dirigida por Alberto Palcos. El primer tomo, que lleva el número XIV de la colección, tiene prologo de Alfredo D. Torcelli y el segundo, número XXI, con prologo de Ernesto Morales.
Entre las poesías más famosas de Almafuerte figuran: La sombra de la patria, Jesús, Olímpicos, Milongas clásicas, El misionero, Cristianas, Cantar de los Cantares, Sonetos medicinales, La inmortal, Dios te salve, etc.
Los valores de Almafuerte son tan desiguales que la crítica literaria no ha dejado de discutirlo. En los años en que alcanzó indudable notoriedad se le consideró como inspirado bardo y modelo de maestros y puede decirse que su modo de vivir provocaba tales juicios. La opinión ulterior no le ha sido siempre favorable, pues se le ha reprochado su incapacidad para discernir entre lo noble y lo prosaico y su carencia de fineza artística.
Calixto Hoyuela declara que Almafuerte no merece ser incluido en su conocida Antología poética hispanoamericana, pero que porque otros lo elogian se decide a darle cabida en ella.
La nota dominante de la producción de Almafuerte, sea en verso sea en prosa, es la exaltación de las clases humildes de la sociedad, que él llamaba "la chusma de mis amores" y que presentaba siempre como oprimida y despreciada por los poderosos, a la espera de transformarse en una raza futura de superhombres.
Este tono profético, sus expresiones airadas contra los ricos y los anatemas que le arrancaba la visión de las miserias humanas, le valieron cierto prestigio popular. Se le aplaudió como "profeta bíblico" y "apóstol laico". Pero sus detractores sostienen que sus sentimientos, lejos de ser cristianos, parten de meras pretensiones retóricas, que sus indignadas imprecaciones son declamaciones vulgares y que la "vida suprema" y "la humanidad de mañana" , prometida por Almafuerte a los humildes, gracias a la educación, no pasa de ser una brumosa utopía romántica, ora entre las modernistas.
Son sus características el excesivo realismo, la agresividad impetuosa, la fantasía no siempre espontánea y el constante afán moralizador. A pesar de haber incurrido en defectos de lenguaje, propios de su falta de instrucción, y de haber abundado en neologismos a veces incompresibles, su personalidad tuvo aún bastante vigor como para ejercer cierta influencia sobre el estilo de algunos poetas de los primeros años del siglo XX.

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