martes, 10 de febrero de 2009

HISTORIAS URBANAS 3º Parte



El subte es territorio de extrañas criaturas


El oxígeno que falta, la humedad que corroe las paredes, los estridentes sonidos del hierro y la atmósfera casi siempre lúgubre, fantasmal y, para muchos, a partir de ahora aterradora. En los subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires siguen ocurriendo episodios extraños, la mayoría callados por sus atemorizados protagonistas, pero que finalmente son conocidos. Un degollado que cada tanto aparece en un baño, un perro que chorrea sangre por el hocico, una novia suicida que atormenta a los conductores, un lagarto deforme que cruza los andenes y el curioso caso del hombre sin ojos, son apenas algunas de las apariciones que convendría conocer antes de realizar un viaje.

Acerca del tema, el especialista en mitos y leyendas Alcides Obdulio Pacheco comentó que “los subterráneos de la ciudad son de los más antiguos del mundo, y están llenos de historias curiosas y, en muchos casos, que despiertan verdadero terror”, agregando que “en general los relatos mencionan apariciones fantasmales, sin embargo también hay testimonios de criaturas más que extrañas escondidas en las sombras de los túneles”.


Historias impactantes

Según explicó el especialista, hay un número importante de leyendas que tienen como escenario las estaciones de la línea A, que fue la primera red inaugurada en 1913. Actualmente, el servicio une Plaza de Mayo y Primera Junta, aunque se está extendiendo hacia el oeste de la ciudad. “Aquí ocurren o se registran las historias más impactantes, porque se trata de un servicio próximo a cumplir 100 años”, dijo Alcides Obdulio. “Una de ellas tiene como testigo a un antiguo operario, próximo a la jubilación y que era muy escéptico en torno a las apariciones. Este hombre siempre desafiaba a sus compañeros que sí habían observado cosas raras, y los acusaba de mentirosos. Pero todo cambió para él cuando faltaban pocas semanas para su retiro”, relató el experto.

Según la reconstrucción de la historia, “el operario trabajaba en la estación Sáenz Peña, cuando concurrió a los sanitarios en horas de servicio y encontró a un hombre degollado sobre un charco de sangre. El viejo empleado dio el alerta al personal de seguridad de la estación, quien acudió rápidamente a inspeccionar el lugar, encontrando el sitio en perfectas condiciones y sin ningún rastro de violencia. Todos creyeron que el hombre alucinaba, y fue tal vez el pago por no haber creído a sus compañeros. Luego de jubilado, la escena del degollado volvió a aparecer en varias ocasiones”.

De acuerdo a la investigación realizada sobre el tema por el cazador de mitos y leyendas Alcides Obdulio, “otra historia de aparecidos tiene como escenario el tramo comprendido entre las estaciones Alberti y Pasco, también en la Línea A, aunque su figura central esta vez es una extraña mujer en traje de novia, que corre por los pasillos en horas de la noche, casi siempre al filo del cierre del servicio, y con los ojos bañados en lágrimas se arroja a las vías”.

“Cuentan los testimonios que se trata del fantasma de una bella joven a la que su prometido abandonó ante el altar, enamorado de otra mujer, también muy hermosa y millonaria. Esta circunstancia, conocida por la engañada cuando aguardaba a su amado en el altar, hizo que abandonara intempestivamente la iglesia y se arrojara a las vías del subte. Hay otra versión, mucho más trágica, que relata el suicidio de una muchacha, quien decidió quitarse la vida tras contraer enlace matrimonial con un hombre mediante el pacto de las familias de ambos. Agobiada por la situación, apenas salida de la iglesia, la chica se arrojó y se mató”, explicó el investigador.

En torno a esta leyenda, Alcides Obdulio explicó que “son famosos los testimonios de conductores de subterráneos que observan a la novia tirarse a las vías cuando están llegando a la estación, repitiendo su acto una y otra vez”, puntualizando que “es probable que su alma haya quedado atrapada en ese instante trágico”.


Deforme y sangriento

Por último, Alcides Obdulio contó que “en las historias también aparecen testimonios sobre un diabólico perro negro, que chorrea sangre por la boca y que acostumbra ladrar a los vagones”, y se suma “el caso de un lagarto de dimensiones importantes y con cierta deformidad en su cabeza, que también cruza las vías frente a los andenes, despertando conmoción entre los ocasionales testigos”.

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