miércoles, 3 de junio de 2009

LAS HADAS


Érase una vez una viuda que tenía tres hijas. La mayor se le parecía tanto en el rostro y en el carácter que quien la veía veía a la madre. Eran las dos tan desagradables y tan orgullosas que no se podía vivir con ellas. La pequeña, que era el verdadero retrato de su padre por su dulzura y honradez, era además una de las muchachas más hermosas que se haya podido ver. Como por naturaleza amamos a nuestros semejantes, esta madre amaba con locura a su hija mayor, y al mismo tiempo sentía una aversión terrible por la pequeña. La hacía comer en la cocina y trabajar sin descanso.
Entre otras cosas esta pobre niña tenía que ir dos veces al día a buscar agua a más de media legua de su morada, y que llevara lleno un gran cántaro. Un día que estaba en esta fuente llegó hasta ella una pobre mujer que le rogó que le diera de beber.

« « Claro, mi buena señora », dijo la hermosa muchacha y, aclarando enseguida su cántaro, sacó agua del mejor lugar de la fuente y se la ofreció, mientras sostenía el cántaro para que bebiera más fácilmente. La buena mujer, después de haber bebido, le dijo :
« Sois tan hermosa, tan buena y tan honrada que no puedo dejar de haceros un regalo (ya que era un hada que había adoptado la forma de una pobre mujer de pueblo, para ver hasta donde llegaba la honradez de esta joven). Os doy el don, prosiguió el hada, de que a cada palabra que digáis salga de vuestra boca o una flor o una piedra preciosa. »
Cuando esta hermosa muchacha llegó a su casa, su madre la riñó por volver tan tarde de la fuente.
« Os pido perdón, madre mía, dijo esta pobre chica, por haber tardado tanto » ; y al decir estas palabras salieron de su boca dos rosas, dos perlas y dos gruesos diamantes.
« ¡Qué veo ! dijo su madre toda sorprendida ; creo que le salen de la boca perlas y diamantes. ¿De dónde salen, hija mía ? »
La pobre niña le contó ingenuamente todo lo que le había ocurrido, no sin arrojar una infinidad de diamantes.
« Verdaderamente, dijo la madre, debo enviar allí a mi hija ; mirad, Fanchon, mirad lo que sale de la boca de vuestra hermana cuando habla ; ¿no os gustaría tener el mismo don ? No tenéis más que ir a sacar agua a la fuente y cuando una pobre mujer os pida de beber, le dais con toda cortesía.
-No faltaría más, respondió la brutal, que ir a la fuente.
-Quiero que vayáis, continuó la madre, y ahora mismo.
Ella fue, pero sin dejar de protestar. Cogió el frasco de plata más hermoso de la casa. .
Y nada más llegar a lafuente vio que salía del bosque una dama magníficamente vestida que se acercó a ella para pedirle de beber : era la misma hada que se había aparecido a su hermana, pero que había adoptado el aspecto y los ropajes de una princesa, para ver hasta dónde iría la maldad de esta muchacha.
« ¿Acaso he venido aquí, le dijo esta brutal orgullosa, para daros de beber ?
Precisamente he traído un frasco de plata precisamente para dar de beber a la señora ! Si queréis, bebed vos misma del frasco.
-No sois nada buena, dijo el hada, sin enfadarse ; ¡pues bien ! ya que sois tan poco amable, os concedo el don de que por cada palabra que digáis os salga de la boca una serpiente o un sapo. »
En cuanto su madre la vio le gritó :
« ¡Y bien, hija mía ! »
-« ¡Y bien, madre mía, le respondió la brutal, lanzando dos víboras y dos sapos.
-¡Oh, cielos ! exclamó la madre, ¡qué veo ! La culpa la tiene su hermana, me lo pagará « ; y fue enseguida a pegarle. La pobre niña se escapó y fue a refugiarse al bosque cercano.
El hijo del rey, que volvía de cazar, la encontró y al verla tan bella, le preguntó qué hacía y por qué lloraba.
« Desgraciadamente, señor, mi madre me ha echado de casa .»
El hijo del rey, que vio salir de su boca cinco o seis perlas y otros tantos diamantes, le rogó que le dijera de dónde venía. Ella le contó toda su aventura.
El hijo del rey se enamoró de ella y, al considerar que semejante don valía más que todo lo que se le pudiera dar en matrimonio a otro, la llevó al palacio de su padre, el rey, donde la desposó.
Respecto a su hermana, se hizo odiar tanto que su propia madre la echó de casa ; y la desgraciada, después de haber corrido mucho sin encontrar a nadie que quisiera recibirla, fue a morir a un rincón del bosque.

MORALEJA
Los diamantes y los doblones
Tienen mucho poder sobre las mentes ;
Sin embargo las palabras dulces
Tienen aún más fuerza y son más valiosas.
OTRA MORALEJA
La honradez cuesta mucho esfuerzo
Y requiere un poco de complacencia
Pero pronto o tarde tiene su recompensa
Y a menudo cuando menos se piensa.
Cuento de CHARLES PERRAULT
Traducido por los alumnos de Cuarto de la ESO

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