miércoles, 30 de diciembre de 2009

Los cuatro grandes errores - uno

Error de la confusión de la causa con la consecuencia. -No hay error más peligroso que confundir la consecuencia con la causa: yo lo, llamo la auténtica corrupción de la razón. Sin embargo, ese error es uno de los hábitos más viejos y más jóvenes de la humanidad: entre nosotros está incluso santificado, lleva el nombre de «religión», de «moral».

Toda tesis formulada por la religión y la moral lo contiene; los sacerdotes y los legisladores morales son los autores de esa corrupción de la razón. -Voy a aducir un ejemplo: todo el mundo conoce el libro del famoso Cornaro, en el que éste recomienda su escasa dieta como receta para una vida larga y feliz -también virtuosa. -Pocos libros han sido tan leídos, todavía hoy se lo imprime anualmente en Inglaterra en muchos miles de ejemplares.

Yo no dudo de que es difícil que un libro (exceptuada, corno es obvio, la Biblia) haya causado tanto daño, haya acortado tantas vidas como esta curiosa obra, tan bien intencionada. Razón de eso: la confusión de la consecuencia con la causa. Aquel probo italiano veía en su dieta la causa de su larga vida: cuando en realidad la condición previa de una vida larga, la lentitud extraordinaria del metabolismo, el gasto exiguo, era su escasa dieta.

El no era libre de comer poco o mucho su frugalidad no era una «voluntad libre»: se ponía enfermo cuando comía más. Pero, a quien no sea una carpa, comer normalmente no sólo le viene bien, sino que le es necesario. Un docto de nuestros días, con su gaste de fuerza nerviosa, se arruinaría con el régime de Cornaro. Crede experto.-

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