lunes, 18 de enero de 2010

El Club del Fracaso - parte 1



El Club de Fracaso tiene una historia tan interesante como dudosa, y tanto le cabe este último adjetivo que es hasta dudosa de ser interesante.

Según comentó alguien en una de esas reuniones que tienden a disiparse en la memoria de los presentes, el club en sí no es más que la unión errática y desordenada de personas y personajes que “no”. En aquel momento alguien tuvo la intención de preguntar “que no qué”, pero las dos terceras partes de las inquisiciones que realizamos en cualquier conversación están de más si nos tomamos un breve respiro para pensarlas.

Igual que nos ocurre cuando alguien es muy detallado en su narración, yo tuve entonces la sensación de conocer perfectamente aquel lugar. Como si hubiera estado o como si estuviera ahí.

Es difícil hallar datos generales, aunque no específicos, del club. En algunos casos, miembros fervorosos saltan de sus filas hacia otros clubes y en otros vuelven a él luego de ser expulsados de otras logias. Lo que sí es totalmente corroborable es que el club tiene una cifra de miembros que ningún libro de actas podría llegar a asentar ya sea por su movilidad o por su cantidad.

En el recuento oscilante de los tiempos dicen que hubo, hay y habrá historias fabulosas que realmente se destacan dentro del inmaterial edificio de la sede social del club al que nadie es gustoso de pertenecer, aunque son de remarcar también aquellos que se niegan a abandonar sus filas.

Había, hay y habrá, por millones, socios que pagan la cuota a regañadientes. Un infinito número de abonados a fracasos de diferentes tamaño y calidad : pequeños, grandes, intencionales, casuales, y hasta un número indeterminados de socios que habiendo obtenido la invitación de otros clubes se niegan a reconocerse en otro lugar que no sea el del Club del Fracaso. Este último un caso casi tan común como el de los que siendo inevitablemente parte del Club fingen pertenecer a otras instituciones, y en algunos casos circulan por los pasillos con credenciales apócrifas o distintivos falsos que, al extremo, terminan en autoconvencimiento.

Nadie prestó nunca demasiada atención a las historias del club. No obstante son destacables; ningún otro club podría haber existido de no poseer éste la masa de asociados más grande la historia de la humanidad.

Recuerdo una de sus salas. Generalmente y a pesar de su arquitectura compleja y soberbia en tamaño, los que por allí frecuentan suelen dar vueltas en no más de dos o tres salones. El estilo victoriano que los arquitectos y artistas le han dado es poco cierto ya que siempre se esta construyendo, redecorando, reparando y variando las formas desde el mismo fracaso de los que intentan darle una y no alcanzan a completarla ya sea por fallas en los cálculos de material, distracciones en la proyección, torpeza en la factura o accidentes mínimos interpuestos entre los bocetos y la realización.

por José M. Pascual
http://www.canaltrans.com

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