miércoles, 20 de enero de 2010

François de La Rochefoucauld. Biografía - parte 2


En el segundo asedio de la Fronda, La Rochefoucauld corrió la misma suerte que Condé. Tras la muerte de su padre, en 1650 se produjo un incidente característico. La nobleza de las provincias se reunió para asistir a los funerales y el nuevo Duque de La Rochefoucauld intentó convencerles para unirse a él y enfrentarse a la guarnición de Saumur, cosa que no consiguió.

Participó, después, en diversas acciones de la Fronda sin demasiada fortuna y, en la batalla de la Faubourg Saint Antoine (1652), fue herido en la cabeza llegándose a temer por la pérdida de su vista. Necesitó un año para recuperarse, que pasó en la ciudad de Verteuil donde, tras veinte años pasados en diferentes combates, se encontró con una salud muy debilitada, una mermada fortuna y muchos conflictos con todos aquellos que ahora tenían algún poder en el Estado. Permaneció algunos años retirado y se recuperó (especialmente gracias a la ayuda de Gourville que estuvo a su servicio después de haber estado al servicio de Mazarino y Condé, con lo que obtuvo fortuna e influencias). Rochefoucauld volvió a la Corte después del fallecimiento de Mazarino.

A partir de entonces se dedicó a llevar una existencia totalmente mundana frecuentando asiduamente todos los salones, especialmente el salón de Madeleine de Sablé miembro de la camarilla de Rambouillet y fundadora de varios salones. La Rochefoucauld pasó sus años de retiro escribiendo sus Memorias que fueron publicadas, clandestina y parcialmente, en 1662, en Bruselas por los Elzevires. Su publicación causó un tremendo revuelo y muchos de sus amigos se sintieron profundamente ofendidos por cuanto afectaban a su reputación, aunque él se apresuró a negar que éstas fueran auténticas.

Tres años más tarde publicó sus Reflexiones o sentencias y máximas morales, clásico de la aforística universal, que le situarían, de golpe, entre los más grandes escritores de la época. Poco después empezó su amistad con Madame La Fayette que duró hasta el fin de sus días.

Mantuvo un círculo de amigos fervientes tanto en los salones como en la corte, fue reconocido como un moralista y escritor de gran valía, claro y conciso, perfecto conocedor de la aristocracia francesa del siglo XVII. Murió de gota; su hijo, el Príncipe de Marcillac, al que cedió, poco antes de su muerte, todos sus títulos y honores, gozó de una posición superior en la Corte.Como la mayor parte de sus contemporáneos, él consideraba la política como un juego de ajedrez. Denuncia interminable de todas las apariencias de virtud, las Máximas anunciaban el fin del ideal del héroe corneliano. Recibió grandes elogios de Nietzsche y Cioran.

Se sucedieron varias ediciones antes y después de la muerte del autor, si bien la edición definitiva con setecientas máximas, no apareció hasta 1817.


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