miércoles, 1 de septiembre de 2010

Todo estaba sucio

Toda muerte es respetable; quizá lo único respetable desde que se nace, sea ésta en el lujoso entierro de un arzobispo o el silencioso de una cárcel.

La muerte es la liberación de la maldición de haber nacido, es, quizá, lo único por lo cual podemos bendecir a Dios.

La muerte es una fiel amada, es una esperanza que nos libera del dolor físico y de la angustia de vivir. Temerla es prueba de un instinto animal, no superado. El que teme la muerte no puede haber amado la vida, porque aquélla es la consecuencia de ésta.

Te aferras a la vida, a su dolor, a sus angustias, porque desconoces a la muerte, porque la imaginas una sombra eterna, un pozo negro, una caída sin fin, porque no sabes que la muerte es la resultante de tu existencia en este laboratorio de la naturaleza en que nada se pierde y todo se renueva.

Porque ignoras que la muerte es sólo la transformación de tu materia en otras materias.


Porque ignoras que esa aglutinación de células no harán a tu muerte más que transformarse, diluirse, disgregarse y volver a aglutinarse en otras vidas. Que el alma, ese soplo que llamas divino, esa inteligencia que te destaca de los otros seres vivientes, no es sino la diabólica creación que permite al hombre ser la más sanguinaria de las fieras.

RAÚL BARÓN BIZA, "Todo estaba sucio".

3 comentarios:

  1. Una posicion distinta (o no) de ver el mismo tema.

    http://www.youtube.com/watch?v=whKRDwBl8Ds

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  2. de donde lo sacaste?, no lo conocia

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