domingo, 17 de octubre de 2010

El gato y los ratones

Había una vez un gato muy cazador que no dejaba en paz a los ratones. Los ratones, del miedo, no salían de sus cuevas ni para ir a comprar queso a los ratones queseros.
Un sábado por la noche, el gato se fue de parranda y los ratones aprovecharon para reunirse.
- Tenemos que unirnos y luchar contra el enemigo gato -dijo un ratoncito.
- ¡Vivimos con el corazón en la boca! -dijo otro.
Entonces, un ratón viejo y sabio propuso lo siguiente:
- A este gato hay que agarrarlo dormido y atarle al cuello una cinta con un cascabel. Cuando oigamos ¡tilín! ¡tilín! Sabremos que se acerca. Y cuando no oigamos ¡tilín! ¡tilín! nos pasearemos tranquilos.
Era una idea genial. Todos la festejaron mucho. Pero… ¿quién le ponía el cascabel al gato?
- Yo no sé poner cascabeles -dijo un ratón.
- Yo no sé atar cintitas -dijo otro.
Uno por uno, todos se disculparon. Y, a pesar de que habían aplaudido al ratón sabio, nadie se atrevió a ponerle el cascabel al gato. Porque es fácil decir: "Hay que hacer esto. Hay que hacer aquello". Pero hacerlo es mucho más difícil.

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