martes, 11 de octubre de 2011

XENÓFANES

Al lado de la escuela pitagórica nació en Italia la eleática, cuyo nombre deriva de la ciudad de Elea, centro de aquel movimiento filosófico. Dividióse en dos ramas una panteísta, otra atomística; el error de aquella dimanó de la exageración de la idea de unidad; el de ésta nació de su estrechez de ideas sobre la experiencia de la multiplicidad Ambas tomaron algo de la escuela pitagórica: la panteística, la mónada, unidad; la atomística, el número, la multiplicidad; con la combinación y armonía de estas cosas hubieran evitado el error.

Xenófanes, el primero de los panteístas, vivía por los años de 540 antes de la era vulgar. Enseñó que no había más que un ser eterno, inmortal, inmutable, que era todas las cosas. Algunos creen que el panteísmo de Xenófanes era idealista, esto es, que la unidad en que lo refundía todo era para él un ser del cual las formas corpóreas no eran más que una manifestación; así cuando atribuye a Dios la forma esférica, creen que la esfera es un símbolo de su pensamiento. Sea como fuere, Cicerón, al dar cuenta de las opiniones de este filósofo, dice absolutamente que afirmaba que todo era uno con figura esférica: conglobata figura (I. Acad., lib. II). Si así fuese, diríamos que Xenófanes consideraba al universo material como un ser animado, lo cual dista mucho de lo que en nuestros tiempos se llama panteísmo idealista. El mismo Cicerón, hablando de este filósofo en otro lugar, dice que tenía por Dios a lo infinito, añadiéndole la inteligencia: mente adjuncta (De Nat. Deor., lib. I), con lo cual se confirma más la sospecha de que la doctrina de Xenófanes se reducía a la grosera idea de considerar el mundo como un todo, vivificado por un alma.

Consecuente en su sistema, negaba Xenófanes la creación, y hasta la producción, habiéndose conservado el argumento con que la combatía: lo que se haría, dice, o se haría de nada o de algo; no lo primero, porque de nada, nada se hace; no lo segundo, porque siendo algo, ya preexistiría. El dilema no revela mucha sagacidad. ¿Se trata de creación o producción de la nada? Entonces el decir que no es posible, porque de nada, nada se hace, es una petición de principio; esto es lo que se busca. ¿Se trata de producción o formación de algo? Entonces lo formado es de un modo nuevo, y la adquisición de este nuevo modo es el efecto de la acción productora (V. Teodicea, cap. XI).

Sería muy curioso ver resucitados a los antiguos filósofos para que oyesen la exposición que se hace de sus doctrinas; es harto probable que muchas veces no las conocerían ellos mismos. La distancia de los tiempos, la alteración de los escritos, las dificultades de los idiomas, la mala interpretación de las expresiones misteriosas, deben de producir equivocaciones gravísimas. Estas reflexiones, que ocurren para la mayor parte de los filósofos antiguos, se ofrecen de una manera especial al hablar de Xenófanes. Las doctrinas que se le atribuyen, ¿cómo se concilian con el siguiente pasaje del mismo filósofo?: «Los hombres, dice, se representan a los dioses engendrados como ellos y revestidos de las mismas formas; si los leones y los toros supiesen pintar, pintarían también a los dioses como toros y leones. Pero hay un Dios superior a todos los dioses como a los hombres, que no se parece a los mortales ni en la forma ni en la inteligencia.» Este lenguaje no es ni de un ateo ni de un panteísta.

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