lunes, 23 de enero de 2012

El que da y quita...

…con el diablo se desquita! Directo y sin escalas… ganadora de un lugar de honor en nuestro ‘Salón de la Fama’…

Esta historia se trata de una colosal APV… o sea… APV a la N potencia! Y esa frase de: “Aquí me tocó vivir” no debe implicar NUNCA que deba uno contentarse y aguantarse. No sé quién demonios invento eso de que la tolerancia no tiene límites! El límite lo marca la impertinencia y el descaro de tu interlocutor… hay un momento en el que debes pararte y largarte… sin violencia… simplemente le borras de tu vida.

Esta colosal APV, necesita destruir a su ‘rebaño’ de seguidores y a su ‘audiencia cautiva’ para tener de qué demonios quejarse. Si tiene todo encuentra la razón para quejarse de lo que le falta… y vive, en pocas palabras, deprimida, como buena APV. En algún momento te contaré la historia completa de esta colosal APV… es larga… pero vale la pena.

Hace unos años esta colosal APV decidió que era más fácil vivir con alguien que sola (y más barato) por lo que comenzó a repartir, a diestra y siniestra, sus pertenencias… entre esas pertenencias se encontraban los muebles de su comedor… y se los ‘pasó’ a uno de los integrantes de su ‘audiencia cautiva’…

Para hacerle espacio a lo ‘nuevo’, este integrante regaló los suyos… digo, como para qué quería doble de todo, no?... y si le están regalando algo pues es mala onda sacar provecho vendiendo. No sé… ella opinó que eso era lo justo... regala porque le regalan. Sin percatarse que sólo estaba sirviendo de “bodega”… sí, haciéndole espacio a algo que no le iba a pertenecer nunca… sino a la colosal APV!... o sea, bodega, no?... ¿porqué?... Ja! Aquí es donde se pone buena la cosa…

Varios años después ese integrante, poseedor provisional de los muebles, decidió que quería renovar su decoración y supuso que podía disponer del legado como quisiera. Ja! Pues sí… pues no… no can do! Por un nanosegundo olvidó que estaba tratando con una colosal APV.

“Cómo vas a vender mi comedor… si es mío” - le amenazó la colosal APV.
Acto seguido, y como pa’ no hacer un pedo de la nada y terminar siendo la responsable directa de uno de los variados y actuados suicidios o zupiritacos de esta colosal APV, este integrante decidió hablar con otra integrante de la ‘audiencia cautiva’ para ‘pasarle’ el paquetito y así poder hacer de su vida un cacahuate… y así fue… transfirió el legado e hizo lo que le pegó la gana con su decoración.

Y la vida continuó por un ratito más sin mayor alboroto y en relativa paz. Sí, bueno… insisto… nada es eterno!

Esta colosal APV se desplazó, durante años, de casa en casa… viviendo con un integrante de su ‘audiencia cautiva’, luego con otro y luego otra vez con el primero para luego decidir que necesitaba vivir sola otra vez... sí, como buena APV, que terminan siempre por enturbiar su entorno con su: “¿Qué quiero yo? ¿Qué necesito yo?... y que nada las hace felices… nada!

Déjame decirte que a esta colosal APV no le preocuparon nunca los gastos de una mudanza detrás de la otra, ni las compras ‘necesarias’ para los cambios… ella sólo decía: “Ahora quiero…” valiéndole un reverendo comino el “cómo” y manipulando psiques. Sólo le ha importado y dolido cuando, de su bolsa, tiene que pagar 20 pesos más en el recibo del agua.

Al requerir vivir sola otra vez (sí, bueno, sola pero no emancipada), comenzó a ‘necesitar’ llenar su espacio otra vez… pero a costillas de algunos de los integrantes de su ‘audiencia cautiva’, por supuesto, por haber despilfarrado su lana unos años atrás.

Es increíble cómo, para una APV, nunca es suficiente lo que puedes ofrecerle. Siempre NECESITA más y más y más… te digo, con su “Ahora quiero…!” y termina uno dando y dando hasta casi poner el propio futuro en riesgo. Sí… ya sé… culpa de uno y de nadie más… por intentar llevar la fiesta en paz cuando podríamos, perfectamente, decir: NO!

Pero al no hacerlo, al no decir: NO!… terminamos viviendo con las consecuencias de nuestras decisiones… o la falta de ellas.

El caso es que unos años después la nueva poseedora provisional del legado recibe una llamada de la colosal APV. Quiere su comedor… sí… SU comedor!

“Colosal APV, no puedo en este momento cambiar de comedor” - respondió, angustiada, esta fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’.
“Sí, pero tengo visitas y quiero que mi casa nueva se vea bonita, y no tengo nada” - contestó la colosal APV.
“Sí tienes, colosal APV, y este es el peor momento en mi vida para hacer este cambio” - respondía la fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’ sin percibir que a la colosal APV le podría valer un miserable comino su situación - “Puedes esperar a que pueda comprar otro?” - insistía tristemente.
“No! Yo tengo visitas… vienen a comer y a conocer el departamento… pon tu mesita de la cocina en el espacio… ¿qué hago?... lo necesito y, de una vez, te aviso que ya contraté la mudanza para que vayan por mí comedor en un par de días” - amenazaba la colosal APV.
Mientras tanto la fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’ se preguntaba a sí misma en qué momento había firmado un contrato para servir de ‘bodega’ sin costo… o sea, la misma pregunta que se había hecho a sí misma años atrás la antigua poseedora del legado… preguntándose cómo demonios se lo iba a decir a su marido y continuó… suponiendo, inocentemente, que el tema estaba a discusión.

“Yo me deshice de mi comedor por aceptar el tuyo!” - respondía, casi suplicante, la fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’ - “Y hace un par de años, que tuve posibilidades de comprar otro, tú no quisiste llevarte éste”.
“Sí, pero yo lo quiero, lo necesito… te repito que tengo visitas y ya te dije que van a pasar por él, es mío!” - fue la fría y cortante respuesta de la colosal APV.
Egoísta, tajante… y olvidadiza porque déjame te cuento que, para el depa nuevo de esta colosal APV, esta fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’ ya le había comprado adornitos y un sofá nuevo y pendejada y media que la colosal APV sentía que necesitaba. Tenía todo, pero se le antojaba cambiar… valiéndole madres el cómo. La colosal APV dijo: “Ahora quiero…” y había que obedecer...

“Ahora quiero MI comedor”. Y la fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’ tuvo que decir: “Sí, mi colosal APV”. No creyó tener opción.

A menos, por supuesto, que quisiera la fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’, no sólo ser responsable de una pataleta acompañada de una ‘depresión’ sin límites, sino expulsada del hábitat de la colosal APV, verdad? Y no… no quería. Y obedeció. Y llegó el día de la mudanza. Y todo estaba listo. E incluyó en las cajas todo aquello que había creído ‘suyo’ en el pasado… como para que no se lo exigieran más adelante como propiedad de alguien más.

A la fiel integrante de la ‘audiencia cautiva’ terminó viéndosele bonito su espacio… sin cosas nuevas… con su sola creatividad e imaginación. Colocó su mesita de la cocina en el espacio, movió uno que otro mueblito, movió uno que otro adornito, prendió velitas y se sentó… y apreció, por primera vez, que la expropiación le había caído de perlas… limpiante… purificante… fresca… cual Feng Shui!

La colosal APV decidió ignorar el hecho que su ‘evento’ duraba sólo un día. Le valieron madres las consecuencias de ‘El Día Después’. Ella ‘necesitaba’ su comedor para esas visitas de un día… contra la ‘audiencia cautiva’ de siempre.

Prioridades! Sí, prioridades en la mente de una APV que nunca aprecia lo que tiene para poder quejarse… siempre!

El día después llegó para la colosal APV. Mucho comedor. Poca ‘audiencia’. Solitario hábitat.

Mi pensamiento al respecto:

Si te fijas, aquí tenemos a tres personas totalmente diferentes entre sí, a pesar de pertenecer a la misma ‘audiencia cautiva’… y provenir del mismo hábitat.

La primera decidió que era más fácil pa’ su psique el decir ‘ay, sí, llévatelo y yo hago lo que me pegue la gana’… antes que permanecer con sentimientos negativos. La segunda creyó, por un momento, que podía cambiar a alguien… hasta que se dio cuenta que sólo tenemos el poder de cambiarnos a nosotros mismos y cedió… de repente fue casi a regañadientes, pero su final fue purificante… su espacio y su psique se encontraron en el mismo plano del universo… en bienestar absoluto. Por otra parte, la tercera persona, la colosal APV, es alguien a quien no podemos cambiar… sólo podemos esperar a que se dé cuenta que hay sentimientos y acciones que no te dejan libre… te atrapan y te sofocan. Igual y un día… en el futuro… pero no hay nada que se pueda hacer por ella… es personal.

Nuestros padres tienen en sus manos nuestra vida por algunos años… pueden tener mucho que decir sobre nuestras vidas… durante unos años, fungiendo como maestros… para luego, si se los permitimos, convertirse en copilotos, pero jamás deberán decidir sobre el camino a seguir, la velocidad, sobre cuándo hacer el cambio de velocidades, o si debemos o no llevar las ventanas abiertas de nuestra mente… ni siquiera pueden obligarnos a invitarles en nuestro viaje por la vida… es nuestra decisión…

Nuestra vida es eso… NUESTRA! Y la ventaja es que podemos manejarla descalzos y sin preocupaciones… sí así lo decidimos.


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