sábado, 17 de marzo de 2012

Casa en alquiler - parte 4



Después de comer, decidí dar un largo paseo por los alrededores. Jones me acompañó. Nos pusimos a caminar en silencio por las calles de aquel pueblecito de pescadores. Me agradó mucho ver sus casas altas y estrechas, tan cerca unas de otras que habría sido posible saltar de una vivienda a la de la acera de enfrente. Unas mujeres, engalanadas con oropeles multicolores, hablaban en el lenguaje cantarín y animado típico de aquella región. Finalmente llegamos a La Poche, el puerto de los pescadores. El mar estaba tan tranquilo como una balsa de aceite, cosa que me extraño, ya que desde mi infancia estaba acostumbrado al tormentoso océano Atlántico. Algunas velas blancas se divisaban en el horizonte, bajo un cielo azul puro. Me sentía dichoso de vivir en, aquel pacífico y bello pueblecito de pescadores, y olvidé la pesadilla que había tenido la víspera.

Sólo el azar guiaba en aquel instante nuestros pasos, mientras Jones y yo caminábamos por un sendero bordeado de setos en flor. Daba gusto respirar el aire marino y sentir Sobre la piel la calurosa caricia del sol. Una verja de hierro en muy mal estado nos cortó el paso cuando, al llegar al final del sendero, nos vimos obligados a girar a la izquierda; me acerque a ella, la abrí sin ninguna dificultad y momentos después, nos encontrábamos en el interior del cementerio. Aquella sorpresa no me pareció nada extraña, sino una cosa meramente fortuita, que me ofrecía la oportunidad de visitar el cementerio y satisfacer la curiosidad que habían despertado en mí las palabras de mi cocinera. En lugares semejantes, es corriente encontrar tanto bonitas tumbas como emocionantes inscripciones grabadas en ellas. Ese cementerio no tenía el aspecto siniestro y mórbido de nuestros camposantos nórdicos. Jones, que siempre había sido un hombre supersticioso, me dijo que prefería esperarme fuera mientras yo satisfacía mi curiosidad. Le di mi permiso y me puse a recorrer el cementerio, fijándome de vez en cuando en aquellas tumbas que llamaban mi atención. Ninguna de ellas daba impresión de tristeza: las lápidas de color rosa o blanco estaban casi cubiertas por una exuberante vegetación, y daba la impresión de que por todas partes brotaban flores.

De repente, me sentí dominado por una espantosa sensación de terror; me encontraba ante una lápida gris, desnuda, siniestra, sin inscripción ni flores. Una impresión abominable de asco parecía emanar de ella. Algunas imágenes furtivas pasaron por delante de mis ojos. Creí que volvía a oír la extraña voz de la caverna. No pude soportarlo más y salí huyendo.

Aquella misma tarde me marché de Saint-Tropez. Había intentado enterarme de aquello que encerraba esa tumba, pero ninguna de las personas a las que interrogue supo satisfacer mi curiosidad. Cuando oían mi pregunta, se santiguaban y trataban de cambiar de conversación. Nadie sabía nada o, seguramente, nadie quería saber nada... Entonces me acorde de Gabriella; ella sí que podría decirme lo que encerraba la siniestra tumba. La busque por todas partes, pero no pude hallarla; había desaparecido, nadie la había visto. Cualquiera habría pensado que se había volatilizado en el aire sin dejar el más mínimo rastro.

A pesar de todo, cumplí con la promesa que le hiciera a aquello que habitaba en las profundidades de la caverna de la casita que había alquilado; ordene que cubrieran de flores la misteriosa tumba y luego fui a ver al cura del lugar, para pagarle tres misas por el eterno descanso de un alma en pena. Cuando el sacerdote oyó mis palabras, se asombró tanto como si le hubiese preguntado dónde se hallaba la tumba del conde Drácula. Una vez pasado su estupor dijo:

-Lo siento mucho, mas no puedo complacerle. De todas formas, le agradecería que me dijera por qué desea que diga tres misas por un alma en pena. ¿Qué interés le guía al intentar pagarme esas
tres misas? Disculpe mi curiosidad, pero es que me extraña mucho.

Entonces le conté toda mi espantosa historia, Sin ahorrar el más mínimo detalle; desde aquella primera noche en que entrara en mi habitación el misterioso y furtivo visitante, hasta el instante en que oí su siniestra voz haciéndome prometerle que depositaría unas flores sobre aquella tumba y haría dar tres misas por un alma en pena.

Observé cómo el sacerdote, mientras yo hablaba, me escuchaba con mucha atención, sin adoptar esa postura, con la que generalmente se suele escuchar el relato de una persona neurótica de mente ardiente e imaginativa, sino todo lo contrario; como si le estuviera contando algo importante e interesante para él. Cuando termine mi relato, el cura permaneció silencioso durante unos segundos, como si estuviera meditando sobre todo lo que había dicho. Luego, se levantó y se puso a pasear, al mismo tiempo que me decía:

-La Iglesia; como usted sabe, desconfía en grado sumo de las visiones y manifestaciones de ese género. A mi juicio, creo que su sueño tiene una causa muy natural, y que esa historia de la tumba misteriosa del cementerio de nuestro pueblo no es más que una simple coincidencia.
-Pero usted también sabe -le respondí respetuosamente que la Casa del bailíode Suffren goza de mala reputación entre los habitantes del pueblo, es decir, todos creen que allí ocurren cosas muy extrañas, como si estuviera embrujada. ¿Qué puede decirme a este respecto? ¿Cuál es su autorizada opinión sobre tan misteriosos hechos?

Mas el sacerdote no pudo o no quiso decirme nada, alegando que hacía poco que residía en Saint-Tropez, pero que, de todas formas, no hiciera caso de aquellas historias de resucitados y duendes a la que tan inclinados son los marineros, sean del país que fueren. Salí de la sacristía con la conciencia en paz. ¿Pero por qué entonces, se preguntará el lector, me marché tan pronto del pueblo, sin querer pasar ni una noche más en aquella casa?

Tenía un motivo muy poderoso; cuando abri la puerta de la casa, oí muy claramente, y Jones, que me seguía, también oyó la voz que me decía:

-Muchísimas gracias, Michael O'Grady.


Sheridan Le Fanu (1814-1873)

5 comentarios:

  1. Ay, Jorgito!!!....que pasa que pones cuentos laaarguisimos??!!! ultimamente?
    Estan buenos, pero en un blog, pierden el contenido, porque estan separados por capitulos, que en realidad el cuento no lo tiene y pierde la esencia del texto...
    a veces poco, es mejor que mucho, Baby.

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  2. Tomate un poquito mas de tiempo para leerlos o directamente no los leas. Este blog no es para textos cortos o largos, es para gente a la que le interesa leer. A veces el silencio es salud, en vez de escribir pavadas y tirar mala onda, segui leyendo .............. baby.

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  3. todo bien, pero............POCO ES MEJOR QUE MUCHO
    o mejor dicho, EL QUE MUCHO ABARCA POCO APRIETA

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  4. Gente, tiene algo que ver esto con el cuento??, se dan cuenta que son un desastre como lectores???

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  5. EL QUE MUCHO ABARCA POCO APRIETA ????, ni un comentario del cuento.
    Lean muchachos, lean. Traten de no mostrar estas tonterias escudados en el anonimato.

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