lunes, 14 de enero de 2013

A la muy querida, a la muy bella

A la muy querida, a la muy bella Que llena mi corazón de claridad, Al ángel, al ídolo inmortal, ¡Salud en la inmortalidad! Ella se extiende en mi vida Como un aire impregnado de sal, Y en mi alma no saciada Derrama el sabor de lo eterno. Saquito siempre fresco que perfuma La atmósfera de un reducto querido, Incensario olvidado que echa humo En secreto a través de la noche, ¿Cómo -amor incorruptible- Definirte con acierto? ¡Grano de almizcle que yaces, invisible, En el fondo de mi eternidad! A la muy buena, a la muy bella, Que constituye mi alegría y mi salud, Al ángel, al ídolo inmortal, ¡Salud en la inmortalidad! Baudelaire

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