jueves, 7 de febrero de 2013

LA BRONCA - part 3


Cuántos padres viven enojados por el dinero que falta, las horas que no alcanzan, las oportunidades que nunca llegan y las políticas de gobierno que mueren en discursos prepotentes y enojosos.
Del enojo a la agresión, hay solo un paso. La violencia es enojo. Los tiempos violentos que vivimos son por culpa de los enojos desatendidos. Cuidado con quién enseña o provoca situaciones enojosas.
Los expertos afirman que debemos reconocer que el enojo está dañando nuestra vida, buscar ayudar y poder recibirla.

La Fundación de Salud Mental afirma que el enojo sólo se trata con especialistas recién cuando la persona ha cometido un delito agresivo.
Según la organización es necesario llevar a cabo más investigación sobre las causas del enojo y mejores tratamientos de intervención temprana en casos problemáticos.
No hay, al menos por el momento, “clínicas para el enojo”. Existen sí métodos utilizados en los servicios de salud mental, como las terapias “habladas”, que también pueden ayudar a la gente a manejar su malhumor.

Sin embargo, expertos de la salud afirman que rara vez se ofrece ayuda a la gente cuando sólo sufre enojo, ya que éste no es un trastorno mental. Pero el enojo también podría ser un síntoma de depresión o ansiedad y éstos sí son trastornos que pueden ser tratados con especialistas.
Hoy hicimos algo para que nuestro enojo no se convierta en trastorno. Le dedicamos un tiempo a los enojos más allá de los enojos.

No creo que la solución sea sólo contar hasta 100 o tomar aire y largarlo a cuentagotas. Eso nos ayudará a ser un poco más tolerantes pero, sin ánimo nunca de dar consejos, la idea sería:

• Aceptar que hay cosas que nos enojan;
• Identificar y aceptar eso que nos enoja;
• Trabajar con ese enojo que sentimos;
• Atreverse a “decir” que estamos enojados;
• Resolver lo que nos enoja cuando estemos menos enojados;
• No convertir el enojo en violencia;
• Aprender a pedir perdón y a perdonar cuando el enojo fue exagerado o sin sentido;
• No sentir culpa por el derecho que tenemos a estar enojados;


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