domingo, 7 de diciembre de 2014

EL SECRETO, LA CONFIDENCIA Y LA PSICOTERAPIA – Parte 3


Entonces, es necesario ser prudentes al elegir a nuestros confidentes para que este tipo de relación enriquezca nuestra vida y favorezca nuestro crecimiento. Igualmente es necesaria tener la seguridad de la aceptación de quien escucha la confesión, así como que los terapeutas, confidentes o confesores se hallen libres de tendencias a culpar, descalificar o rechazar a la persona que acude.   
Es de la mayor importancia que quien recibe una confidencia tenga un genuino interés por el bienestar de quien se confiesa, así como una adecuada perspectiva de las  consecuencias que podría tener su respuesta o consejo. 

La Psicoterapia


Todo lo mencionado anteriormente se encuentra íntimamente relacionado con la psicoterapia, pues esta se ocupa de aquellas experiencias que se han convertido en fuente de tensión al interior de estructura mental, produciendo desgaste de energías psíquicas, ocultando la real fuente del dolor interior, mermando la productividad de la persona y su capacidad de gozar de la vida. Convirtiéndose por ello en motivo de psicoterapia.
 En la psicoterapia quien acude a consulta busca resolver el origen de sus problemas y dar a su vida un nuevo sentido, pero esta vez libre de conflictos interiores.
 Durante el proceso el paciente hace un “acto de fe” en la humanidad (mas que nada, en la suya propia) deposita su confianza en el psicoterapeuta y lo convierte en su confidente, amparado en el secreto profesional el consultante vuelve al psicoterapeuta en el depositario de su historia personal, incluso de aquellos secretos que intuye puedan estar vinculados al origen de sus problemas o que aparezcan espontáneamente durante la consulta; dentro de este contexto el terapeuta conduce la relación hacia la exploración y re elaboración de las experiencias no digeridas.
 Es requisito indispensable la existencia de una alianza entre el paciente y el terapeuta, pues de otra forma no sería posible abordar los temas vinculados a los “núcleos de conflictos”. Si el consultante no deposita su confianza y se compromete a facilitar activamente la revisión del material que se va a trabajar se perderá valioso tiempo en juegos neuróticos y diversas formas de resistencia a la terapia.  Muchas veces, a pesar de acudir regularmente a consulta, el paciente inconscientemente trata de sabotear el accionar del terapeuta, aunque parezca contradictorio, algunos pacientes se resisten a dejar el “equilibrio” existente aunque sea inadecuado y frustrante, pero conocido y  “confiable” hasta el momento.
 El primer lazo de confianza permite al terapeuta acompañar al paciente en su revisión interior, facilitándole darse cuenta del matiz y valor atribuido a las distintas experiencias así como en la revalorización de aquellas que a la luz de la madurez y sistema de valores actuales resulten inadecuadas en la apreciación guardada en la memoria.

 De la evolución de la relación entre terapeuta y paciente surge un afecto y confianza propios de la relación terapéutica, los mismos que permiten engarzar la libido o energía psíquica fijada en la situación traumática, de manera que  se  facilite la re elaboración y superación de la misma continuando así con el desarrollo detenido.

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