jueves, 9 de abril de 2015

El bicho de Kafka cumple un siglo - Parte 2


Un asunto nauseabundo que produce un miedo espeluznante. Kafka seguramente tenía razón cuando hablaba así de su pieza, pero lo paradójico del asunto, como ocurre con casi todo en su obra, es que el relato está también atravesado por un sutil humor y que habrá algunos a los que, más que miedo, lo que les inspira el viajante de comercio convertido en escarabajo es una tremenda ternura, simpatía, complicidad incluso. ¿De qué habla, en realidad, este cuento?

El responsable de la edición de las obras completas de Kafka en español, Jordi Llovet, ha escrito que hay algo esencial en su arte narrativo: “El sentido literal de un relato no es más que un armazón que sugiere, sino fuerza, una actividad interpretativa; y esa actividad no es sólo laberíntica, sino interminable”. Tiene razón, al mismo tiempo que se va leyendo la narración, van surgiendo hipótesis muy diferentes sobre el sentido de lo que cuenta. Hay, pues, muchas interpretaciones posibles. Y todas, además, perfectamente discutibles. Nabokov se enfadaba con aquellos que decían que el bicho era “muy apropiado para caracterizar el sentimiento de inutilidad frente al padre”: “Me interesan las chinches, no las chinchorrerías; así que rechazo esta clase de disparates”.

Eso sí, Kafka velaba constantemente por todos los detalles. Cuando el relato iba a publicarse en 1915, y supo que llevaría alguna ilustración, escribió de inmediato a los editores: “Resulta que se me ha ocurrido, dado de que Starke será realmente el ilustrador, que quizá esté en su deseo querer dibujar el mismísimo insecto. ¡Esto no, por favor! El insecto mismo no debe ser dibujado. Ni tan solo debe ser mostrado desde lejos...”. Conviene decir que en las ilustraciones de Antonio Santos del nuevo libro de Nórdica, el bicho no aparece por ninguna parte.

La transformación o La metamorfosis

Franz Kafka tituló su narración Die Verwandlung, cuya traducción literal es La transformación. Era un tipo extremadamente meticuloso, obsesivo incluso, con la utilización de las palabras, le interesaba su precisión y que dijeran exactamente lo que dicen. Así que no utilizó el término Metamorphose, que también existe en alemán y que acota el significado más general de “transformación” al referirlo específicamente al cambio que se produce cuando los seres humanos se convierten en animales, plantas, manantiales, etcétera.

“Yo traduje el libro de cuentos cuyo primer título es La transformación, y nunca supe por qué a todos les dio por ponerle La metamorfosis”, explicó Jorge Luis Borges en una entrevista publicada en EL PAÍS el 3 de julio de 1983. “Es un disparate. Yo no sé a quién se le ocurrió traducir así esa palabra del más sencillo alemán. Cuando trabajé con la obra, el editor insistió en dejarla así porque ya se había hecho famosa y se la vinculaba a Kafka”.

En el tercer volumen de las obras completas de Kafka que ha publicado Galaxia Gutenberg, se explica en las notas que el título procede seguramente de una precoz traducción (anónima) que se hizo de la narración en 1925 en Revista de Occidente. Fue ahí donde se tituló La metamorfosis. Sigue todavía teniendo fortuna.



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