martes, 14 de julio de 2015

Las transformaciones culturales del Renacimiento – parte 3

Ya hemos dicho antes que el Renacimiento surgió en Italia, pero, además, el Renacimiento del siglo XV se da sólo en este país. Se puede decir que en Francia, España y Alemania hacia 1450 a 1500 ya se conoce este movimiento, pero no se desarrolla plenamente hasta el siglo XVI.
El renacer de Italia estuvo ligado a la idea de la recuperación de la grandeza de Roma, que tras la caída del Imperio Romano, y un periodo de anarquía y confusionismo, desde el quattrocento se trata de romper con esa etapa bárbara para volver a esa idea de grandeza latina. La pérdida de poder de la iglesia hizo que se propagaran las herejías, que a fines del siglo XVI propiciarán la Reforma Protestante.
En esta época el Imperio Bizantino se tambaleaba por los turcos; la economía europea estaba en crisis y las revueltas se propagaban. Esta etapa de crisis afectó al pensamiento: el escolasticismo de la Edad Media cae en un escepticismo radical. Los primeros pensadores cristianos concedían una primacía al espiritualismo sobre lo material, existía una visión providencialista, el poder de los Papas sobrepasaba al de los Príncipes y esto dio lugar a inicios del Renacimiento a enfrentamientos entre ambos poderes.


Dante.



















Teorías de inicios del Renacimiento proponen que el gobierno es una institución terrenal pero de origen divino. Surgen entonces nuevos pensadores que renuevan la teoría política, exigiendo la separación de poderes: el gobierno es una institución terrenal de invención humana que no tiene nada que ver con la divinidad. Uno de los primeros teóricos en afirmar esta otra teoría fue Dante, que, en su obra De Monarquia defiende la autoridad civil sobre la eclesiástica. Otros tantos pensadores también proponen esta división.
La teoría política de este periodo llega a su apogeo con Nicolás Maquiavelo, pensador que influirá posteriormente en el pensamiento del Barroco. Como secretario de la Cancillería florentina, cumple numerosas misiones al servicio del gobierno de su ciudad. Es un excelente observador y en sus escritos refleja el apasionante mundo político de su época.
Su vida y personalidad se hubiera limitado a la urgente y múltiple actividad diplomática si sus rivales no le hubieran enviado al destierro durante doce años. En el retiro redacta las obras que lo han inmortalizado. En ellas se presenta un conjunto de máximas prácticas, sugeridas por sus observaciones personales y el estudio de la historia romana.
Maquiavelo propone por primera vez la total separación de poderes entre la Iglesia y el Estado, pero incluso fue más allá: en su obra Discursos afirmó que el objetivo de un buen gobernante debía ser el bienestar de su comunidad, por tanto el soberano podía saltarse cualquier cuestión moral, ética o religiosa.

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