domingo, 27 de diciembre de 2015

“Todo”


Los muertos no necesitan aspirina
ni pena.
Supongo

Pero tal vez necesiten lluvia
No zapatos, 
pero un lugar donde caminar.

No cigarros,
nos dicen,
pero un lugar para arder.

O nos han dicho:
espacio y un lugar donde volar
podrán ser lo mismo.

Los muertos no me necesitan.
Ni tampoco los vivos.

Pero tal vez los muertos se necesitan
a sí mismo.

De hecho, los muertos tal vez
necesiten todo
lo que nosotros necesitamos.

Y nosotros necesitamos tanto.
Si tan sólo supiéramos qué.

Tal vez sea todo.

Y probablemente moriremos
tratando de obtenerlo.

O moriremos
porque no lo obtenemos.

Espero que entiendas,
cuando yo esté muerto

Que obtuve
lo más que pude.

Bukowski


Sustitución de Acordes - Amg

Clínica Armonía Moderna y Composición

Turisas - Stand Up And Fight

martes, 22 de diciembre de 2015

“Cómo ser un gran escritor”


Tienes que cogerte a muchas mujeres 
bellas mujeres, 
y escribir algunos poemas de amor decentes 
y no te preocupes por la edad 
y los nuevos talentos. 
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.

Ve al hipódromo por lo menos una vez 
a la semana 
y gana 
si es posible.

Aprender a ganar es difícil, 
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.

y no olvides tu Brahms, 
tu Bach y tu cerveza. 
No hagas demasiado ejercicio. 
Duerme hasta el mediodía.

Evita las tarjetas de crédito 
o pagar cualquier cosa a tiempo. 
Acuérdate de que no hay un pedazo de culo 
en este mundo que valga más de 50 dólares (en 1977).

Y si tienes capacidad de amar 
ámate a ti mismo primero 
pero siempre sé consciente de la posibilidad de 
la total derrota, 
ya sea por buenas o malas razones.

Un sabor temprano de la muerte no es necesariamente 
una mala cosa.

Aléjate de las Iglesias y los bares y los museos 
y como las arañas, sé paciente, 
el tiempo es la cruz de todos. 
Más el exilio 
la derrota 
la traición 
toda esa basura.

Quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre. 
Una amante continua. 
Consigue una buena máquina de escribir 
y mientras los pasos van y vienen más allá de tu ventana 
dale duro a esa cosa, 
dale duro.

Haz de eso una pelea de peso pesado. 
Haz como el toro en la primer embestida. 
Y recuerda a los perros viejos, 
que pelearon tan bien: 
Hemingway, Celine, Dostoyevski, Hamsun. 
Si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas 
como te está pasando a ti ahora, 
sin mujeres 
sin comida 
sin esperanza… 
entonces no estás listo. Toma más cerveza.

Hay tiempo. 
y si no hay, 
eso también está bien.


Bukowski

domingo, 20 de diciembre de 2015

El talento – Parte 4

-¡Tú por aquí! -exclama Yegor Savich con alegría, saltando de la cama- ¿Cómo te va, muchacho?

Los dos amigos se estrechan efusivamente la mano, se hacen mil preguntas...

-Habrás pintado cuadros muy interesantes -dice Yegor Savich, mientras el otro abre su maleta.

-Sí, he pintado algo... ¿y tú?

Yegor Savich se agacha y saca de debajo de la cama un lienzo, no concluido, aún, cubierto de polvo y telarañas.

-Mira -contesta-. Una muchacha en la ventana, después de abandonarla el novio... Esto lo he hecho en tres sesiones.

En el cuadro aparece Katia, apenas dibujada, sentada junto a una ventana, por la que se ve un jardincillo y un remoto horizonte azul.

Ukleikin hace un ligera mueca: no le gusta el cuadro.

-Sí, hay expresión -dice-. Y hay aire... El horizonte está bien... Pero ese jardín..., ese matorral de la izquierda... son de un colorido un poco agrio.

No tarda en aparecer sobre la mesa la botella de vodka.

Media hora después llega otro compañero: el pintor Kostilev, que se aloja en una casa próxima. Es especialista en asuntos históricos. Aunque tiene treinta y cinco años, es principiante aún. Lleva el pelo largo y una cazadora con cuello a lo Shakespeare. Sus actitudes y sus gestos son de un empaque majestuoso. Ante la copita de vodka que le ofrecen sus camaradas hace algunos dengues; pero al fin se la bebe.

-¡He concebido, amigos míos, un asunto magnífico! -dice-. Quiero pintar a Nerón, a Herodes, a Calígula, a uno de los monstruos de la antigüedad, y oponerle la idea cristiana. ¿Comprenden? A un lado, Roma; al otro, el cristianismo naciente. Lo esencial en el cuadro ha de ser la expresión del espíritu, del nuevo espíritu cristiano.

Los tres compañeros, excitados por sus sueños de gloria, van y vienen por la habitación como lobos enjaulados. Hablan sin descanso, con un fervoroso entusiasmo. Se les creería, oyéndolos, en vísperas de conquistar la fama, la riqueza, el mundo. Ninguno piensa en que ya han perdido los tres sus mejores años, en que la vida sigue su curso y se los deja atrás, en que, en espera de la gloria, viven como parásitos, mano sobre mano. Olvidan que entre los que aspiran al título de genio, los verdaderos talentos son excepciones muy escasas. No tienen en cuenta que a la inmensa mayoría de los artistas los sorprende la muerte «empezando». No quieren acordarse de esa ley implacable suspendida sobre sus cabezas, y están alegres, llenos de esperanzas.

A las dos de la mañana, Kostilev se despide y se va. El paisajista se queda a dormir con el pintor de género.

Antes de acostarse, Yegor Savich coge una vela y baja por agua a la cocina. En el pasillo, sentada en un cajón, con las manos cruzadas sobre las rodillas, con los ojos fijos en el techo, está Katia soñando...

-¿Qué haces ahí? -le pregunta, asombrado, el pintor- ¿En qué piensas?

-¡Pienso en los días gloriosos de su celebridad de usted! -susurra ella-. Será usted un gran hombre, no hay duda. He oído su conversación de ustedes y estoy orgullosa.

Llorando y riendo al mismo tiempo, apoya las manos en los hombros de Yegor Savich y mira con honda devoción al pequeño dios que se ha creado.


Anton Chejov



sábado, 19 de diciembre de 2015

El talento – Parte 3


En este momento se oye abrir una puerta en el piso bajo. Katia, que esperaba la vuelta de su madre de un momento a otro, echa a correr. El artista se queda solo. Sigue paseándose por la habitación. A cada paso tropieza con los objetos esparcidos por el suelo. Oye al ama de la casa regatear con los mujiks cuyos servicios ha ido a solicitar. Para templar el mal humor que le produce oírla, abre la alacena, donde guarda una botellita de vodka.

-¡Puerca! -le grita a Katia la viuda del oficial- ¡Estoy harta de ti! ¡Que el diablo te lleve!

El pintor se bebe una copita de vodka, y las nubes que ensombrecían su alma se van disipando. Empieza a soñar, a hacer espléndidos castillos en el aire.

Se imagina ya célebre, conocido en el mundo entero. Se habla de él en la Prensa, sus retratos se venden a millares. Se halla en un rico salón, rodeado de bellas admiradoras... El cuadro es seductor, pero un poco vago, porque Yegor Savich no ha visto ningún rico salón y no conoce otras beldades que Katia y algunas muchachas alegres. Podía conocerlas por la literatura; pero hay que confesar que el pintor no ha leído ninguna obra literaria.

-¡Ese maldito samovar! -vocifera la viuda-. Se ha apagado el fuego. ¡Katia, pon más carbón!

Yegor Savich siente una viva, una imperiosa necesidad de compartir con alguien sus esperanzas y sus sueños. Y baja a la cocina, donde, envueltas en una azulada nube de humo, Katia y su madre preparan el almuerzo.

-Ser artista es una cosa excelente. Yo, por ejemplo, hago lo que me da la gana, no dependo de nadie, nadie manda en mí. ¡Soy libre como un pájaro! Y, no obstante, soy un hombre útil, un hombre que trabaja por el progreso, por el bien de la humanidad.

Después de almorzar, el artista se acuesta para «descansar» un ratito. Generalmente, el ratito se prolonga hasta el oscurecer; pero esta tarde la siesta es más breve. Entre sueños, siente nuestro joven que alguien le tira de una pierna y lo llama, riéndose. Abre los ojos y ve, a los pies del lecho, a su camarada Ukleikin, un paisajista que ha pasado el verano en las cercanías, dedicado a buscar asuntos para sus cuadros.


El talento – Parte 2


Yegar Savich escucha a Katia, bostezando. Su charla empieza a fatigarle. De pronto la muchacha se echa a llorar. Él la mira con ojos severos al través de sus espesas cejas, y le dice con su voz de bajo:

-No puedo casarme.

-¿Pero por qué? -suspira ella.

-Porque un pintor, un artista que vive de su arte, no debe casarse. Los artistas debemos ser libres.

-¿Y no lo sería usted conmigo?

-No me refiero precisamente a este caso... Hablo en general. Y digo tan sólo que los artistas y los escritores célebres no se casan.

-¡Sí, usted también será célebre, Yegor Savich! Pero yo... ¡Ah, mi situación es terrible!... Cuando mamá se entere de que usted no quiere casarse, me hará la vida imposible. Tiene un genio tan arrebatado... Hace tiempo que me aconseja que no crea en sus promesas de usted. Luego, aún no le ha pagado usted el cuarto... ¡Menudos escándalos me armará!

-¡Que se vaya al diablo su mamá de usted! Piensa que no voy a pagarle?

Yegor Savich se levanta y empieza a pasearse por la habitación.

-¡Yo debía irme al extranjero! -dice.

Le asegura a la muchacha que para él un viaje al extranjero es la cosa más fácil del mundo: con pintar un cuadro y venderlo...

-¡Naturalmente! -contesta Katia-. Es lástima que no haya usted pintado nada este verano.

-¿Acaso es posible trabajar en esta pocilga? -grita, indignado, el pintor-. Además, ¿dónde hubiera encontrado modelos?


martes, 8 de diciembre de 2015

“Abraza la oscuridad”


La confusión es el dios
la locura es el dios
la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.
La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible.
La paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
No olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.

Aquí está América,
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha renunciado.

La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios,
succionan el viento a través 
de popotes doblados.

No hay ningún dios
no hay ninguna política
no hay paz
no hay amor.

No hay ningún control
no hay ningún plan

Aléjate de dios,
manténte perturbado.

Deslízate.


Bukowski

jueves, 3 de diciembre de 2015

LOCURA Y CREATIVIDAD



John Forbes Nash Jr. (Bluefield, 13 de junio de 1928) es un matemático estadounidense que recibió el Premio Nobel de Economía en 1941 por sus aportes a la teoría de juegos y los procesos de negociación, junto a Reinhard Selten y John Harsanyi. La película Una mente maravillosa (2001) está basada en su vida.