domingo, 29 de octubre de 2017

Ry Cooder - Parte 1




Con sus fantasías de exploración, con sus sonidos mestizos, con sus bandas sonoras para películas, con su blues del alma y del corazón, Ry Cooder ha conquistado un puesto seguro en el gran "catálogo del rock de la sinceridad". Habitualmente su nombre va unido al de otros colegas suyos que usan la música para representar escenas de pasión, contradicciones de la humanidad, fuegos del deseo. Y el hecho de que haya atravesado tantos estilos no es un signo de impotencia y de "ligereza" sino de comprensión de los más diversos estados psicológicos. Ry Cooder no es muy famoso; no lo es, al menos, para quien consume la música midiendo la calidad con el termómetro de la fiebre consumista: tantos millones de discos vendidos, tantas celebraciones y mitificaciones. 

No, Cooder viaja seguro en las vías secundarias del gran engranaje del rock: ha grabado discos importantes y bellos, ha colaborado con muchas estrellas del firmamento, tiene todas las cualidades para viajar en primera clase. Sin embargo, ha superado los cuarenta años con el bolsillo lleno de felicitaciones pero con pocos premios Grammy. Y quizá también de esto está orgulloso. Ryland Peter Cooder nació el 15 de marzo de 1947 en Santa Mónica, California. Y nació prácticamente con una guitarra en la mano: a los tres años ya jugaba con instrumentos más grandes que él. Su padre, apasionado guitarrista y gran coleccionista de discos de canciones románticas y baladas de Woody Guthrie, le enseñó las primeras nociones. Después, el pequeño se dedicó a escuchar sistemáticamente la radio, en especial las emisoras que retransmitían country & western las veinticuatro horas del día. 

Se convirtió así en un jovencísimo maestro de la guitarra, profundizando también estilos particulares, como el "bottleneck" (el característico dedal de acero que, originariamente, era sacado de un cuello de botella roto, de donde procede el nombre) para la guitarra "slide". En los primeros años sesenta formó grupos amateur con los que tocaba versiones instrumentales de los éxitos de la época, dejando lugar a los solos de guitarra. Despues se dio a conocer y firmó un primer contrato profesional para una serie de actuaciones en el Ash Grove, un local de Los Angeles: precisamente allí tuvo la posibilidad de conocer a muchos músicos de soul y country a los que "robó" pequeños pero útiles secretos. Durante un tiempo, formó un dúo con Jackie DeShannon, que no desembocó en nada concreto. El músico de rock-blues Taj Mahal le llamó para formar parte del grupo Rising Sons como guitarrista fijo. 

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