jueves, 12 de febrero de 2009

Se cumplen 25 años de la muerte de Cortázar


Era lógico que este día iba a conmemorar a un gran “Maestro”, dedicado a quien me permitió leer de una forma diferente y ver al mundo desde otro punto de vista.


Nació en Bruselas, Bélgica. Vivió en Banfield, Bolívar, Chivilcoy, Mendoza, Italia y Francia. Marcó el camino para una nueva generación de escritores.

En Francia, en el cementerio de Montparnasse, una copa de vino y una hoja de papel con una rayuela dibujada sobresale sobre el mármol blanco de la lápida que dice: Carol Dunlop y Julio Cortázar. El escritor murió de leucemia a los setenta años. Dos años antes, la muerte de su última esposa lo hizo conocer la depresión. Fue maestro, profesor, traductor y un antiperonista declarado. Vivió su exilio en Francia desde donde conquistó con su obra. Pelear por la causa latinoamericana fue su gran desafío. Su primera novela la escribió a los nueve años. En 1938 publicó su primera colección de poemas, "Presencia", bajo el seudónimo de Julio Denis.

Julio Cortázar podía pasarse horas y -días íntegros- escribiendo, no existían los horarios. También le encantaba tocar el saxo, el piano, el clarinete y la trompeta. Sus amigos reconocen que tenía facilidad para leer partituras. El jazz y Louis Armstrong eran sus debilidades. Le encantaba ir de compras a las ferreterías francesas. Más allá de contar con todas las herramientas, las manualidades nunca fueron lo suyo. Para ello acudía a los amigos, a uno en particular: Luis Tomasello, el reconocido artista platense que vivió una gran amistad junto a él.

"Tenía una biblioteca repleta de libros y discos. Le propuse armar otra. Preparé la madera y la hicimos juntos. No era hábil, pero le interesaba el mundo de las ferreterías, pienso que era para ir un poco contra eso que no le salía. -recuerda Luis Tomasello-. Tenía un armario lleno de herramientas. Cuando murió, encontramos 42 destornilladores. El de la biblioteca fue un día de fiesta. Desconectó el teléfono y de vez en cuando me decía: 'Vamos a hacer una pausa húmeda', y nos tomábamos un poquito de whisky".

El escritor peruano Alfredo Barnechea, en su libro "Peregrinos de la lengua", acusa a Cortázar de "minucioso, insólito, lúdico, bromista, con una cultura multilateral, casi ecléctica, laberíntico". La defensa agrega su propia visión de sí mismo: "Oye, sí, te acepto los epítetos, y agrego otros que no son contradictorios sino complementarios: soy profundamente serio, exigente hasta la náusea conmigo mismo, inconsciente (los temas me vienen de regiones incontroladas por mi inteligencia, apenas mediocre), paradójico (para luchar contra los monobloques ideológicos y culturales), enamorado del rumor del mundo, ciego a los elogios, perdido en una vigilante abstracción de cronopio incurable".

Su eclecticismo combinaba un gato como mascota al que llamó Theodor Adorno, una clara manifestación de su devoción por el filósofo alemán. Sus cigarrillos Gauloises, que se destacaban por su tabaco oscuro que provenía de Síria y Turquía, eran infaltables en los bolsillos de su saco. Además de ser un suerte de pertenencia de grupo; eran la marca de cigarrillos que fumaban los artistas e intelectuales de la época. Cuando escribía podía tomar agua, jugo de tomate o whisky. Apasionado del bife con papas fritas llegó a cocinarlos en una diminuta habitación de hotel.

"Comíamos kilos de papas fritas, hacíamos los bifes casi clandestinamente porque en la pieza del hotel no había cocina, ni se nos autorizaba a cocinar, abríamos la ventana del cuarto para que no humeara tanto", dijo Aurora Bernárdez en la biografía escrita por Mario Goloboff. Había algo que a Cortázar le cambiaba el humor. En cada viaje tenía que llevar consigo un maletín. Hipocondríaco de nacimiento, a causa de constantes ataques de asma de niño, lo volvieron un maniático de la salud.

Su miedo al avión no lo alejó de los múltiples viajes que emprendió por todo el mundo: Argentina,
vivió en Bolívar, Chivilcoy y Mendoza; Italia, donde vivió porque era más barata que Francia; Bélgica, donde nació producto del turismo y el trabajo de su padre; España, su primera niñez en el Parque Güel en Barcelona; Estados Unidos, donde publica la novela "Los Premios" en Washington y Nueva York; Chile, donde participa de la asunción del gobierno del presidente Salvador Allende, en compañía de su segunda esposa Ugné Karvelis; Nicaragua, donde se dedica a apoyar y servir a la Revolución Sandinista.

Hablaba inglés, alemán y francés. Su ductilidad en el dominio de las lenguas lo llevó a destacarse como traductor de la UNESCO, y luego como corrector de traductores. Profesión que compartió con su primera esposa Aurora Bernárdez. El haber traducido dos volúmenes de la obra de Edgar Allan Poe fue su máximo placer. Como viajar en el tiempo y volver a su casa de la infancia en Banfield. A las páginas que de niño lo deslumbraron.

"De 1946 a 1951, vida porteña, solitaria e independiente; convencido de ser un solterón irreductible, amigo de muy poca gente, melómano lector a jornada completa, enamorado del cine, burguesito ciego a todo lo que pasaba más allá de la esfera de lo estético.- repasa Cortázar en una entrevista realizada por Rita Guibert en París, enero de 1968- Traductor público nacional. Gran oficio para una vida como la mía en ese entonces, egoístamente solitaria e independiente".


HOPSCOTCH/RAYUELA

En 1963 se publica lo que sería su obra maestra, "Rayuela". En el primer año se vendieron 5 mil ejemplares. Irrumpe una nueva forma del relato ubicándose dentro de lo que se conoció como el boom de escritores latinoamericanos. Lo fantástico, una transgresión, se magnifica. "Dear Mr. Cortázar, le escribo para decirle que su libro Hopscotch (Rayuela en inglés) me ha salvado la vida. Mi amante me abandonó hace una semana. Yo decidí suicidarme. Pasé dos días en casa de una amiga y encima de una mesa había un libro que se llamaba Hopscotch. Leí el libro y cuando lo terminé, tiré las pastillas. porque me di cuenta de que mis problemas no eran solamente los míos sino los de mucha gente".


Cortázar relata la anécdota durante una entrevista en México, en 1978, por Evelyn Picon Garfield: "Cuando leí esa primera frase, me quedé..., porque es terrible sentirse responsable de la vida de los demás, ¿no? Fue increíble. Entonces yo le contesté dos líneas diciéndole, 'mira me hacés muy feliz al pensar que la casualidad ha hecho que yo haya podido ayudarte como un amigo, porque si a lo mejor hay mucha gente que piensa matarse y un amigo está allí, y lo toma así, lo convence de que es una tontería'. Bueno, el libro era el amigo porque fue como si yo estuviera allí".

25/02/1984

"Yo lo llevaba al hospital y lo traía de vuelta. Lo interné dos veces y él me dijo: 'Si entro una tercera vez, ya no salgo'. Y así fue. Desgraciadamente hubo que llevarlo una vez más; nunca olvidaré ese día. Fui a buscarlo, se levantó de su sillón, fue hasta la puerta, se puso su gorra, miró los libros y luego la habitación como si los viera por última vez. Un rato antes me había dicho: 'Si esta pelea fuera a siete rounds, la gano. Pero a doce no creo'." recuerda Luis Tomasello en "Homenaje a Cortázar" una entrevista publicada en la revista La Maga. Su cuerpo descansa junto al de su esposa Carol Dunlop. Su último deseo.

http://www.eldia.com.ar/

http://www.clarin.com/

Algo muy lindo que publicaron en La Nación

http://especiales.lanacion.com.ar/multimedia/item.asp?m=39


No hay comentarios.:

Publicar un comentario