martes, 4 de junio de 2019

"The incredible Jazz Guitar", de Wes Montgomery






Desde la súbita muerte del joven Charlie Christian en 1941, el jazz llevaba casi 20 años esperando alguien capaz de asemejarle. No lo habían conseguido ni el magnifico, Kenny Burrell, ni tampoco, Jimmy Raney, aunque ambos estuvieron a gran altura en sus años de madurez. Esa tarea estaba reservada a un músico procedente de la orquesta de Lionel Hampton, llamado Wes Montgomery.

Aunque comenzó a tocar en los años cuarenta, apenas se le conocía más allá de su ciudad natal. Indianápolis, hasta que en 1959, el saxo alto, Cannnonball Adderley, le facilitó un contrato de grabación con una de las casas discográficas mas importantes de los Estados Unidos, el sello Riverside". Allí grabó en 1960 este álbum, su segundo disco para el sello y con él se hizo definitivamente un hueco en la historia del jazz. "The Incredible Jazz Guitar" en cuarteto con Tommy Flanagan al piano; Percy Heath al contrabajo y su hermano, Albert Heath a la batería, le lanzó a la fama y levantó las mas calurosa acogida tanto del publico aficionado como d de la critica especializada.

Montgomery no solo aparecía como un inesperado renovador de la técnica, sino que poseía además las mejores cualidades de un músico de jazz: imaginación melódica, lirismo, una facilidad pasmosa para el blues y un swing arrollador. Todo ello es manifiestamente demostrable en el tema que abre el álbum, el viejo tema de Sonny Rollins "Airegin" donde la improvisación es perfecta y ajena por completo a cualquier adorno o efectismo. "Wes Coast Blues" y "Four on Six" lo confirmaron como un magnifico compositor.

Wes Montgomery tuvo la habilidad de transformar sus carencias en recursos estilísticos originales, que causaron un gran impacto y le convirtieron en las futuras generaciones en el modelo a imitar en la guitarra de jazz. Cuando murió, en 1968, con tan solo 43 años, Montgomery había dejado no sólo unos magníficos discos cuanto a los grandes maestros del jazz de su epoca como, Cannnonball Adderley, Johnny Griffin, Harold Land, Milt Jackson o Wynton Kelly, sino que además dejó la huella indeleble de que en el jazz moderno la guitarra de jazz había encontrado el heredero natural del gran Charlie Christian.

Sin restarle meritos a toda una serie de grandes guitarristas del jazz como Barney Kessel, Tal Farlow, Kenny Burrell, Jim Hall o Jimmy Raney, es sin duda, Wes Montgomery,  (1923-1968), quien recoge con mas fuerza y propiedad el testigo que dejara en la guitarra de jazz, el gran maestro, Charlie Christian.

Nacido en el seno de una amplia y modesta familia, Wes Montgomery, se trasladó con su padre a Ohio junto a su hermano mayor Monk, cuando el matrimonio se separó. Con diecinueve años compró su primera guitarra y se maravillaba del solo que Charlie Christian había grabado con Benny Goodman titulado "Solo Flight". Dotado de un oído excepcional, tuvo sus primeros trabajos como guitarrista en algunos clubes de Indianápolis como el "440 Club". En mayo de 1948, Lionel Hampton lo incorpora a su banda con quien permaneció durante dos años lo que le valió la posibilidad de tocar con Charles Mingus, Fats Navarro e incluso acompañó a la guitarra a la gran Billie Holiday y pudo grabar sus primeros discos con Hampton y con su vocalista, Sonny Parker.

Padre de familia numerosa, sus obligaciones domesticas le condicionaban a trabajar muchas horas al día para mantener a su familia. Sus hermanos, Buddy Montgomery (vibrafonista y pianista) y Monk (contrabajista eléctrico) le propusieron formar un grupo para tocar en la Costa Oeste y en 1957 formaron el cuarteto "The Mastersounds" consiguiendo algunos contratos de grabación con el sello "Pacific Jazz". Wes Montgomery, participó en cinco álbumes, el primero de ellos titulado: "The Montgomery Brothers plus Five Others" que fue también la primera grabación del trompetista, Freddie Hubbard.

A pesar de su calidad, el éxito tardó en llegar. Tuvo que intervenir casualmente el saxo alto, Cannnonball Adderley, que venía de un concierto en Indianápolis y había escuchado a Wes, tocar en el "Missile Room", un club local, para recomendárselo al director musical de su compañía de discos. Así empezó una fructífera relación de Wes Montgomery con el sello Riverside que duro cinco años. Dos semana después de firmar, Wes Montgomery grababa en New York su primer disco para Riverside con el organista, Melvin Rhyne y el baterista, Paul Parker, el mismo acompañamiento que tenía en el "Missile Room". En 1960 realiza la grabación del que muchos consideran el mejor disco de su carrera titulado "The Increíble Jazz Guitar". La aparición de aquélla grabación entusiasmó a críticos, especialistas y aficionados y las revistas, Down Beat y Metronome le otorgaron los premios anuales al mejor guitarrista de jazz. Con el éxito alcanzado, volvió a tocar con sus hermanos grabando otros tres discos como "The Montgomery Brothers" y otro mas con el pianista ciego, George Shearing. Durante 1961 y 1962 participó en el Festival de Jazz de Monterey y también tocó con el cuarteto de John  Coltrane.

Cuando el sello Riverside se colapsó tras la muerte de su presidente, Bill Grauer, Wes ficha por la compañía Verve quien en aquélla época era dirigida por Creed Taylor, propietario poco tiempo después del sello CTI. Con Verve consiguió un premio Grammy al álbum "Goin' Out Of My Head" en 1965, un registro demasiado edulcorado, pero antes había dejado grabado en directo en el club neoyorquino "Half Note" un álbum extraordinario titulado: "Smokin' at The Half Note". Ya apenas tuvo tiempo para grabar su ultimo disco titulado "Road Song" grabado a primeros de mayo de 1968 y que fue publicado tras la muerte del guitarrista, fallecido repentinamente de un ataque al corazón apenas veinte días después, el 15 de junio de 1968 con tan solo 45 años.

En palabras del critico de jazz, Ralph Gleason, "....Wes Montgomery fue lo mejor que le sucedió a la guitarra de jazz desde la muerte de Charlie Christian.     



domingo, 2 de junio de 2019

El eslabón perdido de la guitarra de jazz - Parte 2




Tampoco se dudó de la importancia del hallazgo: no es solo que el legado del instrumentista sea exiguo con respecto a la producción de otros nombres claves del jazz, es que su arte tomó tal deriva comercial tras fichar por el sello Verve en 1965 que, a oídos de algunos aficionados, buena parte de su discografía carece de interés. En sus notas a la edición, el propio Cuscuna, uno de los productores más respetados del negocio, lo corrobora: “Existen tantas grabaciones flotando por el universo en estos tiempos que corren, que no me habría inmutado con la noticia de no ser porque el protagonista era Wes Montgomery. De todos los gigantes del jazz de los cincuenta y sesenta, de ninguno existen menos registros que de él”.

“Realicé tres viajes en los siguientes dos años a Indiana”, explica Feldman. Allí descubrió la avenida que da título al disco, centro de operaciones de nuestro hombre y de otros jazzmen y corazón de “la comunidad afroamericana de aquel tiempo en la ciudad”. También dio con la familia del músico, que le proporcionó un montón de fotografías inéditas (aquí reproducidas), así como dos valiosos textos que acompañan al CD (y a su lujosa versión en vinilo) y vienen firmados por los hermanos de Wes, el bajista Monk (1921–1982) y el pianista Buddy (1930-2009), con los que el guitarrista formó trío estable en los años dorados.

También resultó clave la figura del Doctor David Barker, músico y pedagogo de la Universidad de Indiana. “Di con él buscando a gente que lo hubiera frecuentado en aquellos tiempos previos a su primer contrato discográfico, porque lo que parece claro es que estas grabaciones se hicieron con idea de ser enseñadas para obtener uno”, continúa Feldman. Cuando escuchó las grabaciones, un menú formado por standards, temas funkies y baladas, cuya variedad refuerza la idea de que fue cocinado para demostrar versatilidad a un potencial empleador, los resortes de la memoria de Barker se pusieron en marcha y fue identificando a cada uno de los miembros de las tres formaciones que se escuchan en las cintas. Salvo a uno: el bajista que participa en la primera y en la cuarta toma.



George Klabin, prodigioso ingeniero de jazz desde sus tiempos universitarios, dio al conjunto un acabado asombroso, capaz de hacer trascender el material de la simple maqueta a la categoría de grabación histórica.




El eslabón perdido de la guitarra de jazz - Parte 1



La publicación de unas importantes grabaciones inéditas de la leyenda de las seis cuerdas Wes Montgomery agita el género


El pulgar de Wes Montgomery trepaba octava arriba y abajo por las cuerdas de su guitarra con tal rapidez e indolente elegancia que en apenas una década logró dejar una huella indeleble en la historia del jazz moderno. Cuando al fin consiguió que alguien en Nueva York (Orrin Keepnews, de Riverside Records) reparara en su asombroso estilo, un gran río bebop con afluentes del viejo blues del sur y de la destreza del maestro Charlie Christian, este muchachote de Indiana ya había cumplido los 34 años, edad ciertamente avanzada para el sector demográfico de las leyendas del jazz de los cincuenta y sesenta. Al morir en 1968 de un ataque al corazón, casi nada se conocía del músico previo a aquel histórico The incredible jazz guitar of Wes Montgomery, salvo un par de discos en el sello de la costa oeste Pacific Jazz, uno de ellos muy apropiadamente titulado Fingerpickin’: su técnica a las seis cuerdas siempre recordó a la imagen platónica de un negro del sur que, bajo un sol furioso, arrebata el algodón a la tierra pantanosa.

La reciente publicación de Echoes of Indiana Avenue (Distrijazz), un descubrimiento en toda regla de grabaciones registradas en su ciudad natal en algún punto incierto de 1957 o 1958, ha venido a llenar una importante laguna para aficionados y estudiosos. Zev Feldman, productor del disco, se mostraba recientemente al teléfono tan orgulloso del resultado sonoro como de las circunstancias del hallazgo, del estudio que acompaña a la grabación en un libreto profusamente documentado y de la sensación de haber hecho historia del género desde su humilde condición de aficionado.

Feldman trabaja para Resonance, un sello de Los Ángeles que no es una compañía al uso sino una fundación, el afán benefactor del en tiempos ingeniero de Roy Ayers o James Brown, George Klabin. Dedicados a la difusión de la actualidad del “minusvalorado” jazz del sur de California, Klabin y Feldman diversificaron su negocio hace un par de años con la búsqueda de material “crucial” para la historia del género, que nunca hubiera sido editado anteriormente. La primera joya del catálogo llegó en 2010: un concierto inédito del trompetista Freddie Hubbard. Y entonces entraron estas cintas de Montgomery.

Aparecieron en ese desván universal que es la página de subastas cibernéticas eBay. “[El productor] Michael Cuscuna nos avisó de que se había puesto a la venta un guitarrista, un tal Jim Greeninger, que las poseía desde 1990”, recuerda Feldman. Pese a que se desconocía su existencia, rápidamente quedó claro que el estilo de aquel virtuoso no podía ser sino el de Wes Montgomery.