miércoles, 27 de junio de 2018

El Zarevich Iván y el Lobo Gris - Parte 6

El cuerpo destrozado de Iván quedó por algún tiempo al pie del árbol, y ya empezaban a acercarse las fieras y las aves de rapiña para devorarlo, cuando acertó a pasar por allí el Lobo Gris, que se estremeció mucho al reconocer el cuerpo de su amigo.
— ¡Pobre Iván Zarevich! ¡Apenas te dejé, te sobrevino una desgracia! Es menester que te auxilie una vez más.
Ahuyentó a los pájaros y fieras que rodeaban ya el cuerpo de su amigo y se escondió detrás de un zarzal. A poco vio venir volando a un cuervo que, acompañado de sus pequeñuelos, venía a picotear en el cadáver; cuando pasaron delante de él, saltó desde el zarzal y se abalanzó sobre los pequeños; pero el Cuervo padre le gritó:
— ¡Oh, Lobo Gris! ¡No te comas a mis hijos!
— Los despedazaré si no me traes en seguida el agua de la muerte y el agua de la vida.
Elevó el vuelo el cuervo padre y se perdió de vista. Al tercer día volvió trayendo dos frascos; entonces el Lobo Gris hizo pedazos a uno de los cuervecitos y lo roció con el agua de la muerte, y al momento los pedacitos volvieron a unirse; cogió el frasco del agua de la vida, rociólo igualmente con ella y el cuervecito sacudió sus plumas y echó a volar.
Entonces el Lobo Gris repitió con el zarevich la misma operación de rociarlo con las dos aguas, que le hicieron resucitar y levantarse, diciendo:
— ¿Cuánto tiempo he dormido?
El Lobo Gris le contestó:
— Habrías dormido eternamente si yo no te hubiese resucitado, porque tus hermanos, después de matarte, hicieron pedazos tu cuerpo. Hoy tu hermano Demetrio debe casarse con Elena la Bella y el zar cede todo su reino a tu hermano Basilio a cambio del Caballo de las Crines de Oro y del Pájaro de Fuego; pero móntate sobre tu Lobo Gris, que en un abrir y cerrar de ojos te llevará a presencia de tu padre.
Cuando el Lobo apareció con el zarevich en el vasto patio del palacio todo pareció tomar más vida: Elena la Bella sonrió, secando sus lágrimas; oyóse relinchar en la cuadra al Caballo de las Crines de Oro, y el Pájaro de Fuego esparció tal resplandor, que llenó de luz todo el palacio.
Al entrar Iván en éste vio todos los preparativos para el banquete de boda y que estaban ya reunidos los invitados a la ceremonia para acompañar a los novios Demetrio y Elena. Ésta, al ver a su antiguo prometido, se le echó al cuello abrazándolo estrechamente; pasado este primer ímpetu de alegría, contó al zar cómo fue Iván quien la sacó de su reino, así como quien consiguió traer al Caballo de las Crines de Oro y al Pájaro de Fuego; que después, mientras Iván dormía, sus hermanos lo habían matado y que a ella le habían hecho callar con amenazas. El zar Vislav, lleno de cólera, ordenó que expulsasen de su reino a sus dos hijos mayores.
El zarevich Iván se casó con Elena la Bella y vivieron una vida de paz y amor.
¡Al Lobo Gris no se le volvió a ver más, ni nadie se acordó de él nunca!


El Zarevich Iván y el Lobo Gris - Parte 5

Transformóse el Lobo en caballo y dijo al zarevich:
— Llévame ante el zar Dolmat y recibirás el Pájaro de Fuego.
Mucho se alegró el zar al ver a Iván, a quien dispensó una gran acogida, saliendo a recibirlo al gran patio de su palacio. Le dio las gracias por haberle traído el Caballo de las Crines de Oro, le obsequió con un gran banquete, que duró todo el día, y sólo cuando empezaba a anochecer le dejó marchar, entregándole el pájaro con jaula y todo.
Acababa de salir el sol cuando Dolmat, que estaba impaciente por estrenar su caballo nuevo, mandó que lo ensillaran, y montándose en él salió a dar un paseo; pero en cuanto estuvieron en pleno campo empezó el caballo a dar coces y a encabritarse hasta que lo tiró al suelo. Entonces el zar vio, con gran asombro, cómo el Caballo de las Crines de Oro se transformaba en un lobo gris que desaparecía con la rapidez de una flecha.
Llegóse el Lobo hasta donde estaba el zarevich y le dijo:
— Móntate sobre mí mientras que la hermosa Elena se sirve del Caballo de las Crines de Oro.
Entonces lo llevó hasta donde al principio del viaje le mató el caballo, y le habló de este modo:
— Ahora, adiós, Iván Zarevich; te serví fielmente, pero ya debo dejarte.
Y diciendo esto desapareció.
Iván Zarevich y Elena la Bella se dirigieron al reino de su padre; pero cuando estaban cerca de él quisieron descansar al pie de un árbol.
Ató Iván el caballo, puso junto a sí la jaula con el Pájaro de Fuego, se tumbó en el musgo y se durmió; Elena la Bella durmióse también a su lado.
En tanto, los hermanos de Iván volvían a su casa con las manos vacías. Habían escogido en la encrucijada el camino que se veía enfrente; bebieron, se divirtieron grandemente y ni siquiera habían oído hablar del Pájaro de Fuego. Una vez que hubieron malgastado todo el dinero, decidieron volver al reino de su padre, y cuando regresaban vieron al pie de un árbol a su hermano Iván que dormía junto a una joven de belleza indescriptible. A su lado estaba atado el Caballo de las Crines de Oro, y también descubrieron al Pájaro de Fuego encerrado en su jaula.
Los zareviches desenvainaron sus espadas, mataron a su hermano e hicieron pedazos su cuerpo.
Despertóse Elena, y al ver muerto y destrozado a Iván rompió en amargo llanto.
— ¿Quién eres, hermosa joven? — Preguntó el zarevich Demetrio.
Y ella le contestó:
— Soy la infanta Elena la Bella; a mi reino fue a buscarme el zarevich
Iván, a quien acabáis de matar.
— Escucha, Elena — le dijeron los zareviches—: haremos contigo lo mismo que con Iván si te niegas a decir que fuimos nosotros los que te sacamos de tu reino, lo mismo que al caballo y al pájaro.
Temió Elena la muerte y prometió decir todo lo que le ordenasen.
Entonces los zareviches Demetrio y Basilio la llevaron, junto con el caballo y el pájaro, a casa de su padre y se alabaron ante éste de su arrojo y valentía. Los zareviches estaban satisfechísimos, pero la hermosa Elena lloraba incesantemente, el Caballo de las Crines de Oro caminaba con la cabeza tan baja que casi tocaba al suelo con ella, y el Pájaro de Fuego estaba triste y deslucido; tanto, que el resplandor que despedía su plumaje era muy débil.

El Zarevich Iván y el Lobo Gris - Parte 4

Al atardecer, salió Elena la Bella al jardín para dar un paseo, acompañada de sus damas y doncellas, y cuando llegaron junto a los zarzales donde estaba escondido el Lobo Gris, éste les salió al encuentro, cogió a la infanta, saltó la verja y desapareció. Las damas y las doncellas pidieron socorro y mandaron a los guardianes que persiguieran al Lobo Gris. Éste llevó a la infanta junto a Iván Zarevich y le dijo:
— Móntate, Iván; coge en brazos a Elena la Bella y vámonos en busca del zar Afrón.
Iván, al ver a Elena, prendóse de tal modo de sus encantos, que se le desgarraba el corazón al pensar que tenía que dejársela al zar Afrón, y sin poderse contener rompió en amargo llanto.
— ¿Por qué lloras? — preguntóle entonces el Lobo Gris.
— ¿Cómo no he de llorar si me he enamorado con toda mi alma de Elena y ahora es preciso que se la entregue al zar Afrón?
— Pues escúchame — contestóle el Lobo—. Yo me transformaré en infanta y tú me llevarás ante el zar. Cuando recibas el Caballo de las Crines de Oro, márchate inmediatamente con ella, y cuando pienses en mí, volveré a reunirme contigo.
Cuando llegaron al reino del zar Afrón, el Lobo se revolcó en el suelo y quedó transformado en la infanta Elena la Bella; y mientras que el zarevich Iván se presentaba ante el zar con la fingida infanta, la verdadera se quedó en el bosque esperándole.
Alegróse grandemente el zar Afrón al verlos llegar, e inmediatamente le dio el caballo prometido, despidiéndole con mucha cortesía.
Iván Zarevich montó sobre el caballo, llevando consigo a la infanta, y se dirigió hacia el reino del zar Dolmat para que le entregase el Pájaro de Fuego.
Mientras tanto el Lobo Gris seguía viviendo en el palacio del zar Afrón. Pasó un día y luego otro y un tercero, hasta que al cuarto le pidió al zar permiso para dar un paseo por el campo. Consintió el zar y salió la supuesta Elena acompañada de damas y doncellas; pero de pronto desapareció sin que las que la acompañaban pudieran decir al zar otra cosa sino que se había transformado en un lobo gris.
Iván Zarevich seguía su camino con su amada, cuando sintió como una punzada en el corazón, y al mismo tiempo se dijo:
— ¿Dónde estará ahora mi amigo el Lobo Gris?
Y en el mismo instante se le presentó éste delante diciendo:
— Aquí me tienes. Siéntate, Iván, si quieres, en mi lomo.
Pusiéronse los tres en marcha y, por fin, llegaron al reino de Dolmat; cerca ya del palacio, el zarevich dijo al Lobo:
— Amigo mío, óyeme y hazme, si puedes, el último favor; yo quisiera que el zar Dolmat me entregase el Pájaro de Fuego sin tener necesidad de desprenderme del Caballo de las Crines de Oro, pues me gustaría mucho poderlo conservar a mi lado.
 

martes, 26 de junio de 2018

En busca de un sonido.

Construcción artesanal de las guitarras Francisco Bros.

El Zarevich Iván y el Lobo Gris - Parte 3

Volvió Iván Zarevich junto al Lobo Gris que, al verle, le dijo:
— ¡Ay, Iván! ¿Por qué no hiciste caso de lo que te dije? ¿Qué haremos ahora?
— He prometido al zar Dolmat que le traeré el Caballo de las Crines de Oro — contestóle Iván—, y tengo que cumplirlo, porque si no, no me dará el Pájaro de Fuego.
— Bien; pues móntate otra vez sobre mí y vamos allá.
Y más rápido que el viento se lanzó el Lobo Gris, llevando sobre sus lomos a Iván. Por la noche se hallaba ante la caballeriza del zar Afrón y otra vez habló el Lobo a nuestro héroe en esta forma:
— Entra en esta cuadra; los mozos duermen profundamente; saca de ella al Caballo de las Crines de Oro; pero no vayas a coger la rienda, que también es de oro, porque si lo haces tendrás un gran disgusto.
Iván Zarevich entró con gran sigilo, desató el caballo y miró la rienda, que era tan preciosa y le gustó tanto, que, sin poderse contener, alargó un poco la mano con intención tan sólo de tocarla. 
No bien la hubo tocado cuando empezaron a sonar todos los cascabeles y campanillas que estaban atados a las cuerdas tendidas sobre ella. Los mozos guardianes se despertaron, cogieron a Iván y lo llevaron ante el zar Afrón, que al verlo gritó:
— ¡Dime de qué país vienes y cuál es tu origen!
Iván Zarevich contó de nuevo su historia, a la que el zar hubo de replicar:
— ¿Y te parece bien robar caballos siendo hijo de un zar? Si te hubieses presentado a mí, te habría regalado el Caballo de las Crines de Oro; pero ahora tendrás que ir lejos, muy lejos, a mil leguas de aquí, a buscar a la infanta Elena la Bella. Si consigues traérmela, te daré el caballo y también la rienda, y si no, no te lo daré.
Prometió poner en práctica la voluntad del zar y salió. Al verlo el Lobo Gris le dijo:
— ¡Ay, Iván Zarevich! ¿Por qué me has desobedecido?
— He prometido al zar Afrón — contestó Iván— que le traeré a Elena la Bella. Es preciso que cumpla mi promesa, porque si no, no conseguiré tener el caballo.
— Bien; no te desanimes, que también te ayudaré en esta nueva empresa.
Montóse de nuevo Iván sobre el Lobo, que salió disparado como una flecha. No sabemos lo que duraría este viaje, pero sí que al fin paróse el Lobo ante una verja dorada que cercaba al jardín de Elena la Bella. Al detenerse habló de este modo a Iván:
— Esta vez voy a ser yo quien haga todo. Espéranos a la infanta y a mí en el prado al pie del roble verde.
Obedecióle Iván, y el Lobo saltó por encima de la verja, escondiéndose entre unos zarzales.

El Zarevich Iván y el Lobo Gris - Parte 2

Reflexionó el zar unos instantes y al fin consintió en ello. Los zareviches Demetrio y Basilio hicieron sus preparativos para el viaje, y una vez terminados se pusieron en camino. Iván Zarevich pidió también permiso a su padre para que lo dejase marchar, y aunque el zar quiso disuadirle, tuvo que ceder al fin a sus ruegos y lo dejó partir.
Iván Zarevich, después de atravesar extensas llanuras y altas montañas, se encontró en un sitio del que partían tres caminos y donde había un poste con la siguiente inscripción: ‘Aquel que tome el camino de enfrente no llevará a cabo su empresa, porque perderá el tiempo en diversiones; el que tome el de la derecha, conservará la vida, si bien perderá su caballo, y el que siga el de la izquierda, morirá.’
Iván Zarevich reflexionó un rato y tomó al fin el camino de la derecha.
Y siguió adelante un día tras otro, hasta que de pronto se presentó ante él en el camino un lobo gris que se abalanzó al caballo y lo despedazó. Iván continuó su camino a pie y siguió andando, andando, hasta que sintió gran cansancio y se detuvo para tomar aliento y reposar un poco; pero le invadió una gran pena y rompió en amargo llanto. Entonces se le apareció de nuevo el Lobo Gris, que le dijo:
— Siento, Iván Zarevich, haberte privado de tu caballo; por lo tanto, móntate sobre mí y dime dónde quieres que te lleve.
Iván Zarevich montóse sobre él, y apenas nombró al Pájaro de Fuego, el Lobo Gris echó a correr tan rápido como el viento. Al llegar ante un fuerte muro de piedra, paróse y dijo a Iván:
— Escala este muro, que rodea a un jardín en el que está el Pájaro de Fuego encerrado en su jaula de oro. Coge el pájaro, pero guárdate bien de tocar la jaula.
Iván Zarevich franqueó el muro y se encontró en medio del jardín.
Sacó al pájaro de la jaula y se disponía a salir, cuando pensó que no le sería fácil el llevarlo sin jaula. Decidió, pues, cogerla, y apenas la hubo tocado cuando sonaron mil campanillas que pendían de infinidad de cuerdecitas tendidas en la jaula. 

Despertáronse los guardianes y cogieron a Iván Zarevich, llevándolo ante el zar Dolmat, el cual le dijo enfadado:
— ¿Quién eres? ¿De qué país provienes? ¿Cómo te llamas?
Contóle Iván toda su historia, y el zar le dijo:
— ¿Te parece digna del hijo de un zar la acción que acabas de realizar? Si hubieses venido a mí directamente y me hubieses pedido el Pájaro de Fuego, yo te lo habría dado de buen grado; pero ahora tendrás que ir a mil leguas de aquí y traerme el Caballo de las Crines de Oro, que pertenece al zar Afrón. Si consigues esto, te entregaré el Pájaro de Fuego, y si no, no te lo daré.

lunes, 25 de junio de 2018

El Zarevich Iván y el Lobo Gris - Parte 1


Una vez, en tiempos remotos, vivía en su retiro el zar Vislav con sus tres hijos los zareviches Demetrio, Basilio e Iván. Poseía un espléndido jardín en el que había un manzano que daba frutos de oro. El zar lo quería tanto como a las niñas de sus ojos y lo cuidaba con gran esmero.

Llegó un día en que se notó la falta de varias manzanas de oro, y el zar se desconsoló tanto, que llegó a enflaquecer de tristeza. Los zareviches, sus hijos, al verlo así se llegaron a él y le dijeron:
— Permítenos, padre y señor, que, alternando, montemos una guardia cerca de tu manzano predilecto.
— Mucho os lo agradezco, queridos hijos — les contestó—, y al que logre coger al ladrón y me lo traiga vivo le daré como recompensa la mitad de mi reino y a mi muerte será mi único heredero.
La primera noche le tocó hacer la guardia al zarevich Demetrio, quien apenas se sentó al pie del manzano quedóse profundamente dormido. Por la mañana, cuando despertó, vio que en el árbol faltaban aún más manzanas.
La segunda noche tocóle el turno al zarevich Basilio y ocurrióle lo mismo, pues le invadió un sueño tan profundo como a su hermano.
Al fin le llegó la vez al zarevich Iván. No bien acababa de sentarse al pie del manzano cuando sintió un gran deseo de dormir; se le cerraban los ojos y daba grandes cabezadas. Entonces, haciendo un esfuerzo, se puso en pie, se apoyó en el arco y quedó así en guardia esperando.
A medianoche iluminóse de súbito el jardín y apareció, no se sabe por dónde, el Pájaro de Fuego, que se puso a picotear las manzanas de oro.
Iván zarevich tendió su arco y lanzó una flecha contra él; pero sólo logró hacerle perder una pluma y el pájaro pudo escapar.
Al amanecer, cuando el zar se despertó, Iván Zarevich le contó quién hacía desaparecer las manzanas de oro y le entregó al mismo tiempo la pluma.
El zar dio las gracias a su hijo menor y elogió su valentía; pero los hermanos mayores sintieron envidia y dijeron a su padre:
— No creemos, padre, que sea una gran proeza arrancar a un pájaro una de sus plumas. Nosotros iremos en busca del Pájaro de Fuego y te lo traeremos.

miércoles, 20 de junio de 2018

Marco el Rico y Basilio el Desgraciado - Parte 5

El Rey Serpiente entró volando en la habitación, husmeó el aire y preguntó:
— ¿Por qué huele aquí a carne humana?
— ¿Cómo habría podido penetrar aquí un ser humano? — Contestó la hermosa joven—. Por fuerza has volado muy cerca de la tierra y te has empapado de olor humano.
— ¡Oh qué cansadísimo estoy! ¡Ráscame la cabeza! — dijo el Rey Serpiente, extendiéndose en el lecho.
La joven se puso a rascarle la cabeza y mientras le dijo:
— Mi señor, ¡si supieras qué sueño he tenido en tu ausencia! He soñado que caminaba por una carretera y, de repente, oí gritar a un viejo Roble: ‘Pregunta al Rey Serpiente cuánto tiempo me queda de estar aquí.’
— Pues se quedará allí — contestó el Rey Serpiente— hasta que llegue un hombre valiente que le dé un golpe con el pie en dirección de Levante; entonces se romperán sus raíces, el roble caerá al suelo y bajo él se encontrará más cantidad de oro y plata que la que posee Marco el Rico.
— Luego he soñado — siguió la joven— que me había acercado a un río ancho y grande; había una barca para pasar de una orilla a otra y el barquero me preguntó. ‘¿Por cuánto tiempo tendré que continuar en esta ocupación de pasar a la gente de una orilla a otra?’— Pues no mucho tiempo. Bastará que cuando se siente un viajero en la barca le entregue los remos y la empuje desde la orilla; así quedará él libre y el pasajero a quien le suceda esto se quedará, en cambio, de eterno barquero.
— Luego soñé que estaba pasando por el lomo de una enorme ballena tendida en el mar de una orilla a otra, que se quejaba de su desgracia y me preguntaba: ‘¿Por cuánto tiempo tendré que seguir sirviendo de puente a todo el mundo?’
— ¡Oh! Ésa permanecerá así hasta que eche de sus entrañas los doce navíos de Marco el Rico, y apenas lo haga se sumergirá en el agua y sus huesos se cubrirán de carne — respondió el Rey Serpiente; y se durmió profundamente.
La hermosa joven, dejando salir a Basilio el Desgraciado, le aconsejó:
— Lo que has oído decir al Rey Serpiente no se lo digas ni a la Ballena ni al Barquero hasta después de atravesar el mar y el río; sólo cuando hayas pasado a la otra orilla del mar darás la contestación a la Ballena, y después de cruzar el río podrás contestar al Barquero.
Basilio el Desgraciado dio las gracias a la joven y tomó el camino de su casa. Después de andar un buen rato llegó a la orilla del mar y en seguida la Ballena le preguntó:
— ¿Qué respuesta me traes? ¿Has hablado de mi asunto con el Rey Serpiente?
— Sí, he hablado; pero la respuesta te la diré cuando haya pasado a la otra orilla.
Y cuando se encontró en la otra orilla, le dijo: — Echa de tus entrañas los doce navíos de Marco el Rico.
La Ballena vomitó los doce navíos, que salieron navegando con sus velas desplegadas, y las olas se precipitaron a la orilla con tal fuerza, que, aunque Basilio se había alejado ya bastante, se encontró con el agua hasta las rodillas. Cuando llegó al río, le preguntó el Barquero:
— ¿Has preguntado al Rey Serpiente lo que te rogué?
— Sí, lo he preguntado; pero llévame antes a la otra orilla y allí te diré la respuesta.
Basilio, una vez que hubo atravesado el río, le dijo al Barquero:
— Al primero que te pida que lo pases a la orilla opuesta hazlo entrar en tu sitio y empuja la barca hacia el agua.
Al fin, llegado delante del viejo roble le dio una patada con gran fuerza en dirección de Levante; el árbol cayó y debajo de sus raíces descubrió una cantidad enorme de oro, plata y piedras preciosas. Basilio miró atrás y vio navegar con rumbo a la orilla los doce navíos que había vomitado hacía poco la Ballena. Los marineros cargaron todas las riquezas en los navíos, y cuando acabaron se dieron a la vela llevando a bordo a Basilio el Desgraciado.
Cuando avisaron a Marco el Rico que estaba llegando su yerno con los doce navíos y llevando consigo las incalculables riquezas que le había regalado el Rey Serpiente se enfureció y ordenó enganchar un carruaje para dirigirse al reino del Rey Serpiente y pedirle consejo acerca del modo de deshacerse de su yerno. Llegó al río, se sentó en la barca, el Barquero empujó a ésta desde la orilla y Marco el Rico se quedó allí toda la vida condenado a pasar la gente de una orilla a otra.
Entretanto, Basilio el Desgraciado llegó a su casa y vivió siempre en la mejor armonía con su mujer y su suegra, aumentando sus tesoros y ayudando a los pobres y a los humildes.
Así se cumplió la profecía de que heredaría todos los bienes de Marco el Rico.




Marco el Rico y Basilio el Desgraciado - Parte 4

Al día siguiente, muy temprano, se levantó Basilio el Desgraciado, rezó a Dios, se despidió de su mujer, cogió un saquito con pan tostado y se puso en camino. Llevaba andando bastante, cuando, al pasar junto a un frondoso roble, oyó una voz que le decía:
— ¿Adónde vas, Basilio el Desgraciado?
Miró a su alrededor, y no viendo a nadie preguntó:
— ¿Quién me llama?
— Soy yo, el Roble, quien te pregunta.
— Voy al reino del Rey Serpiente para reclamarle la renta de doce años.
Entonces el Roble contestó:
— Cuando llegues allí acuérdate de mí, que estoy aquí hace ya trescientos años y quisiera saber cuántos tendré aún que permanecer en este sitio. No te olvides de enterarte.
Basilio le escuchó con atención y continuó su camino. Más allá encontró un río muy ancho, se sentó en la barca para pasar a la otra orilla y el barquero le preguntó:
— ¿Adónde vas?
— Voy al reino del Rey Serpiente para reclamarle la renta de doce años.
— Cuando llegues allá acuérdate de mí, que estoy pasando a la gente de una orilla a otra hace ya treinta años y quisiera saber durante cuánto tiempo tendré aún que seguir haciendo lo mismo. No te olvides de enterarte.
— Bien — dijo Basilio, y siguió su camino.
Anduvo unos cuantos días y llegó a la orilla del mar, sobre el cual estaba tendida una ballena de tal tamaño que llegaba a la orilla opuesta; su espalda servía de puente a los caminantes y los carros. Apenas la pisó Basilio, la Ballena exclamó:
— ¿Adónde vas, Basilio el Desgraciado?
— Voy al reino del Rey Serpiente a reclamarle la renta de doce años.
— Pues procura acordarte de mí, que estoy aquí tendida sobre el mar, y pasando sobre mis espaldas caminantes y carros que destrozan mis carnes hasta llegar a mis huesos; entérate cuánto tiempo tendré aún que seguir sirviendo de puente a la gente.
— Bien, no te olvidaré — contestó Basilio, y siguió más adelante.
Después de caminar mucho tiempo se encontró en una extensa pradera en medio de la cual se elevaba un gran palacio. Basilio el Desgraciado subió por la ancha escalera de mármol y penetró en el palacio. Atravesó muchas habitaciones, cada una más lujosa que la anterior, y en la última encontró, sentada sobre su lecho, una bellísima joven que lloraba con desconsuelo. Al percibir al desconocido se levantó y, acercándose a él, le dijo:
— ¿Quién eres y qué valor es el tuyo que te has atrevido a entrar en este reino maldito?
— Soy Basilio el Desgraciado y me ha enviado aquí Marco el Rico en busca del Rey Serpiente para reclamarle la renta de doce años.
— ¡Oh, Basilio el Desgraciado! No te han enviado para cobrar la contribución, sino para ser comido por el Rey Serpiente. Cuéntame ahora por dónde has venido. ¿No te ocurrió nada mientras caminabas? ¿Viste u oíste algo?
Basilio le contó lo del roble, lo del barquero y lo de la ballena. 

Apenas había terminado de hablar cuando se oyó un gran ruido como producido por un torbellino de viento; la tierra empezó a temblar y el palacio se bamboleó. La hermosa joven escondió a Basilio debajo de su lecho y le dijo: — Estate ahí sin moverte y escucha lo que diga el Rey Serpiente.

martes, 19 de junio de 2018

Marco el Rico y Basilio el Desgraciado - Parte 3

Marco, después de haber oído esto, comprendió que el sacristán era su ahijado. Entonces dijo al abad:
— Si yo hubiese dispuesto de un hombre tan listo como parece vuestro sacristán, lo habría nombrado mi ayudante principal en los negocios de mi casa. ¡Cedédmelo!

El abad se negó al principio; pero Marco el Rico, a pesar de su avaricia, ofreció una donación de veinticinco mil rublos para el convento a cambio de Basilio; el abad, después de haber pedido consejo a los demás frailes, decidió, con la aprobación de todos, aceptar la donación y dejar marchar a Basilio el Desgraciado.
Marco envió al joven a su casa con una carta cerrada que decía: ‘Mujer: En cuanto recibas esta carta ve con el dador a nuestra fábrica de jabón y ordena a los obreros que lo echen en una de las calderas de aceite hirviendo; cuida de no faltar en cumplir lo que te digo, porque se trata de mi más temible enemigo.’
Se puso en marcha Basilio el Desgraciado sin sospechar la suerte que le esperaba, y en el camino tropezó con un viejo de cabellos blancos como la nieve, que le preguntó:
— ¿Adónde vas, Basilio el Desgraciado?
— Voy a casa de Marco el Rico, donde me envía su dueño con una carta para su mujer.
— Déjame ver la carta.
Basilio le entregó la carta y el viejo rompió el sello y se la mostró, diciendo:
— ¡Toma, léela!
Basilio la leyó y comenzó a llorar, diciendo:
— ¿Qué le he hecho yo a ese hombre para que me condene a muerte tan cruel?
— No te entristezcas ni temas nada — le dijo el anciano para tranquilizarle—. Dios no te abandonará.
Y soplando sobre la carta, se la devolvió con el sello intacto, como si no la hubiese abierto.
— Ahora, vete con Dios y entrega la carta de Marco el Rico a su mujer.
Basilio el Desgraciado llegó a la casa del comerciante, preguntó por el ama y le entregó la carta. La mujer la leyó, llamó a su hija y le enseñó la carta, que decía: ‘Mujer: En cuanto recibas esta carta, prepara todo para casar al día siguiente a Anastasia con el dador de ésta; y cuida de no faltar en cumplir lo que te digo, porque tal es mi voluntad.’
Los ricos, como de todo tienen en su casa en abundancia, organizan rápidamente fiestas cuando les parece; así que inmediatamente vistieron a Basilio con un riquísimo vestido y le presentaron a Anastasia, que se enamoró en seguida de él; al día siguiente fueron a la iglesia, se casaron y celebraron la boda con un gran banquete.
Después de transcurrido algún tiempo, una mañana avisaron a la mujer de Marco el Rico que llegaba su marido, y ella salió acompañada de su hija y su yerno al embarcadero para recibirlo. Marco, al ver vivo a Basilio el Desgraciado y casado con su hija, se enfureció y dijo a su mujer:
— ¿Cómo te has atrevido a casar a nuestra hija con este hombre?
— No he hecho más que obedecer las órdenes que me diste — contestó la mujer, enseñándole la carta.
Marco se aseguró de que estaba escrita por su propia mano, calló y no dijo más.
Pasaron así tres meses, y el comerciante llamó a su yerno y le dijo:
— Tienes que ir allá lejos, muy lejos, a mil leguas de aquí, donde vive el Rey Serpiente, a cobrarle la renta que me debe por doce años, y entérate de camino qué suerte tuvieron doce navíos míos que hace ya tres años que han desaparecido; mañana mismo al amanecer te pondrás en camino.

lunes, 18 de junio de 2018

Marco el Rico y Basilio el Desgraciado - Parte 2

Al día siguiente, Marco el Rico llamó al pobre campesino, lo trató con gran afabilidad y le dijo:
— Oye, compadre, tú eres un hombre pobre y no podrás educar a tu hijo; cédemelo a mí, que le haré un hombre honrado, aseguraré su porvenir y te daré a ti mil rublos para que no padezcas miseria.
El padre reflexionó un poco; pero al fin consintió, pues creía hacer la felicidad de su hijo. Marco tomó al niño, lo tapó bien con su capote forrado de pieles de zorro, lo puso en el coche y se marchó.
Después de haber corrido unas cuantas leguas, el comerciante hizo parar el coche, entregó el niño a su criado y le ordenó:
— Cógelo por los pies y tíralo al barranco.
El criado cogió al niño e hizo lo que su amo le mandaba. Marco, riéndose, dijo:
— Ahí, en el fondo del barranco, podrás poseer todos mis bienes.
Tres días después, y por el mismo camino por donde había pasado Marco, pasaron unos comerciantes que llevaban a Marco el Rico doce mil rublos que le debían; al aproximarse al barranco oyeron el llanto de un niño; se pararon y escucharon un rato y mandaron a uno de sus dependientes que se enterase de la causa de aquello. 

El empleado bajó al fondo del barranco y vio que había una pequeña pradera verde en la cual estaba sentado un niño jugando con las flores; volviendo atrás, contó lo que había visto a su amo y éste bajó en persona apresuradamente para verlo. 
Luego cogió al niño, lo arropó cuidadosamente, lo colocó en el trineo y todos se pusieron de nuevo en camino.
Llegados a casa de Marco el Rico, éste preguntó a los comerciantes dónde habían encontrado al niño. Le contaron lo ocurrido y Marco comprendió en seguida que el niño era su ahijado Basilio el Desgraciado.
Convidó a los comerciantes con manjares delicados y gran abundancia de vinos generosos, terminando por rogarles que le dieran al niño encontrado. Rehusaron los comerciantes un buen rato; pero al decirles Marco que les perdonaba todas las deudas, le entregaron el niño sin vacilar más.
Pasó un día, luego otro, y al fin del tercero tomó Marco a Basilio el Desgraciado, lo puso en un tonel, que tapó y embreó cuidadosamente, y lo echó desde el embarcadero al agua. El tonel flotó durante mucho tiempo por el mar, y por fin llegó a una orilla en donde se elevaba un convento. En aquel momento salía un monje a coger agua, y oyendo un llanto infantil que partía del tonel salió en una barca, pescó el tonel, lo destapó, y al ver en el interior un niño sentado lo cogió en sus brazos y se lo llevó al convento. El abad, creyendo que no estaría bautizado, le puso al niño el nombre de Basilio y el apodo de ‘el Desgraciado’; desde entonces Basilio el Desgraciado vivió en el convento, y así transcurrieron dieciocho años, en los cuales aprendió a leer, a escribir y a cantar en el coro de la capilla. El abad tomó gran cariño a Basilio y lo utilizaba como sacristán en el servicio de la iglesia del convento.
Un día Marco el Rico se dirigía a otro país para cobrar sus deudas, y al pasar por el convento se detuvo en él. Se fijó en el joven sacristán y empezó a preguntar a los monjes de dónde había venido y cuánto tiempo hacía que estaba en el convento. El abad le contó todo lo que recordaba acerca del hallazgo de Basilio. Que hacía dieciocho años un tonel que venía flotando por el mar se había acercado a la orilla no lejos del convento y que en el tonel había un niño, al que él había puesto el nombre de Basilio.

domingo, 17 de junio de 2018

Marco el Rico y Basilio el Desgraciado - Parte 1



En cierto país vivía un comerciante llamado Marco, al que pusieron el apodo de ‘el Rico’ porque poseía una fabulosa fortuna. A pesar de sus riquezas, era un hombre avaro y sin caridad para los pobres, a los que no quería ver ni aun en los alrededores de su casa; apenas alguno se acercaba a su puerta, ordenaba a sus servidores que lo echasen fuera y lo persiguiesen con los perros.
Un día, ya al anochecer, entraron en su casa dos ancianos de cabellos blanquísimos y le pidieron refugio.
— ¡Por Dios, Marco el Rico, danos alojamiento para no tener que pasar la noche a campo raso!
Le suplicaron tanto y con tanta insistencia, que Marco, sólo para que no lo molestasen más, dio orden de que los dejasen dormir en el cobertizo del corral, donde también dormía una mujer pariente suya y gravemente enferma.
A la mañana siguiente vio que ésta, perfectamente buena y sana, lo saludaba dándole los buenos días.
— ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo has recobrado la salud? — Le preguntó.
— ¡Oh Marco el Rico! — Exclamó la mujer—. Yo misma lo ignoro. He visto, no sé si en sueños o en la realidad, que han pasado la noche en mi choza dos viejos con cabellos blancos como la nieve; a eso de la medianoche alguien llamó y dijo: ‘En la aldea vecina, en casa de un pobre campesino, acaba de nacer un niño. ¿Qué nombre queréis darle y qué dote le concedéis?’ Y los ancianos contestaron: ‘Le damos el nombre de Basilio, el apodo de el Desgraciado, y lo dotamos con todas las riquezas de Marco el Rico, en casa del cual pasamos ahora la noche.’
— ¿Y nada más? — Preguntó Marco.
— Para mí fue bastante lo que obtuve, porque apenas desperté me levanté sana y fuerte como antes.
— Bien — dijo el comerciante—; pero los tesoros de Marco no logrará poseerlos el hijo de un pobre campesino; serían demasiado para él.
Púsose a meditar Marco el Rico y quiso ante todo asegurarse de si era verdad que había nacido Basilio el Desgraciado. Mandó enganchar el coche, se fue a la aldea, y dirigiéndose a casa del pope, le preguntó:
— ¿Es verdad que ayer nació aquí un niño?
— Sí, es verdad — le contestó el pope—; nació en casa del más pobre campesino de estos lugares; yo le puse el nombre de Basilio y el apodo de ‘el Desgraciado’; pero aún no ha podido bautizársele, porque nadie quiere ser su padrino.
Entonces Marco se ofreció como padrino, rogó a la mujer del pope que fuese la madrina y mandó preparar una abundante comida. Trajeron al niño, lo bautizaron y después tuvieron fiesta hasta la noche.

martes, 12 de junio de 2018

Eduardo Galeano - "El Libro de los Abrazos" (2006)

La Mitología Nórdica - Parte 4

Loke era en realidad un yote, un gigante de las escarchas. Llegó a Asgard porque se hizo hermano de sangre con Odin. Era el dios del engaño, de la mentira y del caos, un espíritu malvado, provocador de tumultos y ladrón. Tenía la capacidad de transformarse en cualquier animal. Era el principal responsable de la muerte de Balder, pero también ayudaba muchas veces a los dioses a salir de situaciones difíciles. 

Los dioses le dieron un castigo por la muerte de Balder. Le ataron a unas rocas grandes con las tripas de uno de sus hijos, y encima de su cabeza le colgaron una serpiente venenosa. Su mujer Sigyn recogía en una copa las gotas de veneno que continuamente caían sobre su cara. Pero cada vez que vaciaba la copa, le llegaban a caer algunas gotas, lo que le producía unos dolores tremendos. Cuando se retorcía de dolor, la tierra temblaba. Una vez iban a construir un muro alrededor de Asgard. 

Se ofreció un gigante para construirlo a cambio de la diosa Freya, junto con el sol y la luna. Los dioses aceptaron con tal de que acabara el muro en 6 meses, tal como les había aconsejado Loke. El gigante aceptó a condición de que le dejasen utilizar su caballo Svadilfare. El proyecto comenzó y avanzó muy deprisa. Al estar a punto de cumplirse los 6 meses, los dioses empezaron a preocuparse. No querían perder a Freya, ni al sol y a la luna, y le exigieron a Loke que buscara una solución. Loke se convirtió en una yegua que distrajo al caballo Svadilfare, sin el cual el gigante fue incapaz de cumplir el plazo. Luego Loke dio a luz a un caballo con ocho piernas y se lo regaló a Odin, quien lo llamó Sleipner. 

Con la giganta Angerbode tuvo tres monstruos, los más terribles del universo: Fenrisulven (el lobo Fenrir), Midgardsormen (la serpiente Midgard) y Hel, la reina del infierno.


Fenrisulven llegó a Asgard siendo un cachorro para que los dioses lo vigilaran, pero enseguida se hizo muy grande y sólo el dios Thor, Tyr, se atrevía a darle de comer. Se había predicho que él y su familia serían los responsables de la destrucción del mundo, por lo que al final los dioses querían atarle. Lo intentaron con dos cadenas distintas, pero Fenrisulven rompió las dos. Al final los dioses acudieron a los enanos herreros, quienes hicieron una cadena con 6 cosas: las pisadas de un gato, la barba de una virgen, las raíces de una montaña, los sueños de un oso, el aliento de un pez y el escupitajo de un pájaro. Fenrisulven ya no se fiaba de los dioses aunque Gleipner más bien parecía un hilo de seda, y dijo que sólo se dejaba poner la cadena si alguno de los dioses se atrevía a meter el brazo en su boca. El único que se atrevió fue Tyr. Fenrisulven quedó atrapado por Gleipner y Tyr perdió el brazo. Permanecerá atado hasta el día de Ragnerok.

Midgardsormen era una serpiente que vive en el mar que rodea la tierra. Igual que su hermano Fenrisulven, Midgardsormen se crió en Asgard. Cuando se hizo demasiado grande, Thor la tiró al mar para ahogarla. No podía matarla en la tierra, porque se derramaría su veneno envenenando todo a su alrededor. Se había predicho que lucharía con Thor cuando llegara Ragnerok y que se matarían mutuamente.

Hel era hermana de Fenrisulven y Midgardsormen. Es la reina del infierno Nielfheim y allí fue arrojada por los dioses. Vive en el palacio Eljudner (palacio de la miseria), cuya puerta principal se llamaba Falanda Forad (el principio) y cuyo vestíbulo se llamaba Bilkanda (maldición). Tenía dos servidores llamados Ganglad og Gangled (retraso y pereza). Su cama tenía el nombre de Keur (enfermedad e insomnio), su mesa Hungur (hambre), y su cuchillo Sultur (la sed).



lunes, 11 de junio de 2018

La Mitología Nórdica - Parte 3

Thor era el dios de la guerra y la lucha salvaje. Era el hijo de Odin, y el más fuerte de todos los dioses . Siempre llevaba su martillo Mjølner que tenía la maravillosa capacidad de siempre dar en el blanco para después regresar a su dueño. Cuando lo tiraba se veían relámpagos en el cielo y sonaban truenos cuando viajaba en su carro llevado por dos machos cabríos de nombre Tandgnojst y Tandgrisner. 

Los machos cabríos podría ser sacrificados al atardecer y luego resucitar la mañana siguiente, si se tenía cuidado de no romper ningún hueso y si se recogían todos los huevos y se metían en la piel del animal. También poseía un cinturón de fuerza que doblaba su ya de por si considerable fuerza y unos guantes de hierro. Thor estuvo casado con Sif y tuvo tres hijos; Magni, Modi y Trud.

Freya era la diosa del amor y de la fertilidad, la más bella de todas las diosas. También era la que enseñaba a los dioses el arte de la magia. Tenía una manta mágica de plumas con la que se transformaba en un halcón, y un collar llamado Brisingegamen. Montaba en un carro llevado por dos gatos. Lloraba con lágrimas de oro. Freya y Odin se repartían entre ellos los guerreros muertos. 

Frey era el hermano de Freya, y como ella dios del amor y de la fertilidad. Tenía el maravilloso barco llamado Skidbladnir, que se desplegaba después de utilizarlo y siempre tenía un viento favorable al izar la vela. Tenía también una espada que blandía sólo, y un jabalí mágico, Gullinbursti, que corría muy deprisa por tierra y por mar.


Heimdal hijo de Odin, tenía ocho hermanas como madre. Es el guardián del puente Bifrost que va de Midgard a Asgard, por lo que los dioses le han dotado de una visión y un oído extraordinarios. Ve a una distancia de más de 100 millas y oye crecer la lana en los lomos de los corderos. Es el que anunciará el comienzo de Ragnerok haciendo sonar su cuerno Gjallarhorn que se oirá en todo el mundo.

Balder era el dios de la luz y de la verdad. Era hijo de Odin y Frigg. Vivía en el palacio Breidablik, cuyo techo era de oro y cuyas columnas de plata maciza. Nada falso podía entrar por sus puertas. Por medio de un sueño, se conoce que Balder va a morir joven. Odin pide a su esposa Frigg (diosa del matrimonio y de la naturaleza salvaje), la madre de Balder, que haga jurar a todos los vivientes, a todas las fuerzas y a todas las cosas del universo que no le harán daño a Balder. 

Para celebrar que Balder ya era invencible, los otros dioses se divertían con un juego, en que todos podían lanzar lo que quisieran contra él. Pero Frigg había dejado sin juramento a un pequeño brote de muérdago, y Loke, disfrazado de anciana, se enteró y fue en busca del brote. Se lo dio al hermano ciego de Balder, Hodur, quien, con su ayuda, lo lanzó contra su hermano matándole. Por petición de Odin, la reina del infierno, Hel, accedió a devolver a Balder al mundo de los vivos a condición de que absolutamente todo el universo llorara por él. Lo hace todo el universo menos una vieja bruja llamada Thokk, que, en realidad, era Loke disfrazado de nuevo.


Vida de Diógenes

Epicuro | Por Darío Sztajnszrajber

La Mitología Nórdica - Parte 2

Yggdrasil fue el árbol de la vida, y si muriera, significaría la destrucción total del mundo. Yggdrasil sostenía el cielo y en su copa vivía un águila, y entre los ojos del águila un gavilán llamado Vederfølner. Por el tronco corría la ardilla Ratatosk pasando noticias e insultos entre el águila el dragón Nidhug que vivía al lado de una de las raíces de Yggdrasil. Cuatro ciervos corrían por sus ramas y el rocío que caía de su cornamenta formaba los ríos del mundo. 

Yggdrasil tenía tres raíces. Una yacía en Asgård, donde también se encontraba el pozo de Urd vigilado por tres nornas, encargadas de sacar agua del pozo para regar Yggdrasil. Estas tres nornas (diosas del hado) reinaban sobre el destino de los hombres y decidían si vivirían felices o no. La otra raíz yacía en Jotunheim, el mundo de los yotes (gigantes de escarcha), y aquí también se encontraba el pozo de Mimer. Era el pozo de la sabiduría y el que bebía del pozo sabría todo lo pasado y todo lo venidero. En el fondo del pozo se hallaba uno de los ojos de Odin, quien lo dio en prenda a cambio de sabiduría. La tercera raíz yacía en Niflheim, donde se encontraba también el dragón Nidhug.

En Asgård tenía Odin su casa llamada Valhal, donde vivían los guerreros vikingos muertos (Einherjerne) y las valquirias. Las valquirias eran las vírgenes guerreras o espíritus de guerra de Odin, y las que llevaban a los guerreros muertos a Valhal. Valhal tenía 540 puertas y todas tan grandes que podían entrar 800 hombres a la vez. Su techo estaba cubierto de escudos dorados, encima de los cuales caminaba la cabra Heidrun. 

Heidrun comía las hojas de Yggdrasil y de su ubre caía la hidromiel que bebían los guerreros.

Todos los días los guerreros de Valhal salían al campo de batalla, aunque ahora sin que les ocurriera nada. Si se les caía un brazo o una pierna, las valquirias lo arreglaban por la noche. Después de la batalla venía el gran festín con mucha comida y bebida. Valhal era una especie de paraíso para los guerreros, algo que les quitaba el miedo a morir. Así se preparaban para la última batalla el día de Ragnerok, "el crepúsculo de los dioses", el día del fin del mundo.

Los dioses

Odin era el dios supremo, padre de todos los hombres y de muchos de los dioses. Era el dios tanto de la sabiduría como de la guerra. Dio un ojo en prenda a cambio de la sabiduría del pozo de Mimer. Cuando se sentaba en su trono Lidskjavl, veía todo lo que pasaba en el mundo. 
También tenían dos cuervos llamados Hugin y Munin que salían todas las mañanas y regresaban antes del desayuno para dar cuenta a Odin de todo lo que habían visto y oído. Gere y Frece son sus dos lobos, que comen toda la comida de Odin, porque él se mantenía únicamente de vino. Su caballo Sleipner tenía ocho piernas y corría más que cualquier otro animal u hombre tanto por aire, como por tierra y agua. 

También era el dios de la muerte de los guerreros, a los que llevan a Valhal al morir. Odin tuvo tres esposas: la primera era Jord o Fjordgyn con quien tuvo a Thor; la segunda se llamaba Frigg y era su favorita y con ella tuvo el hijo Balder; la tercera era Rinda, con quien tuvo a su hijo Vali que sobrevivirá al Ragnerok.


domingo, 10 de junio de 2018

La Mitología Nórdica - Parte 1




Introducción al mito de la creación del mundo y de los Dioses nórdicos.

Las fuentes de la mitología nórdica son (principalmente) las Eddas, la Edda Mayor y la Edda menor.

La Edda Mayor, que es también la más antigua, es una colección de poemas anónimos. El idioma es islandés y data del año 1000 o incluso antes. Se pueden dividir los poemas en dos grupos: poemas míticos que hablan sobre la creación y el fin del mundo, y los poemas heróicos que hablan principalmente sobre Odin y Thor.

La Edda Menor es también llamada la Edda de Snorre Sturluson quien lo escribió alrededor de 1220. Es un manual de poesía para los escaldos. Consta de tres partes:
Gylfaginning es una descripción de la mitología, es decir el mito de la creación del mundo, de los dioses y de sus vidas. El propósito de contar los mitos era dar a los escaldos la base de su poesía.
Skáldskaparmál es una presentación sistemática del lenguaje de los escaldos, y contiene asimismo muchas citas de poemas de escaldos denominados y anónimos.

Hattal significa registro de metros. Consta de un poema de 102 estrofas, cada una con su propia pecularidad métrica o linguística, mostrando así las reglas del lenguaje poético.

El mito de la creación

El principio, érase el Frío y el Calor. El frío era Nilfheim, un mundo de oscuridad, frío y niebla. El calor era Muspell, el mundo del eterno calor. Entre estos dos mundos existía un gran vacío con el nombre de Ginnungagup. En Ginnungagup surgió la vida al encontrarse el hielo de Niflheim y el fuego de Muspell. De este encuentro entre el frío y el calor nacieron primero el ogro Ymer y después la gigante vaca llamada Audumbla. Ymer vivió de la leche de Audumbla, y de su sudor nació una pareja de gigantes, y de sus pies un hijo. Ese fue el origen de los "gigantes de escarcha", también llamados yotes. Audumbla vivió lamiendo la escarcha en las rocas salobres, de donde surgió poco a poco el primer hombre, Bure, y de él descienden los dioses llamados asas.

El hijo de Bure, de nombre Bor, se casó con la hija de un yote, Bestla, y juntos tuvieron tres hijos dioses: Odin, Vile y Ve. Odin y sus hermanos mataron a Ymer, y de su cuerpo crearon la tierra, de su sangre el mar, de su cráneo el cielo, de sus huesos las montañas, de su pelo los bosques, de su cerebro las nubes y de sus cejas un muro alrededor del inhabitable exterior. En este nuevo mundo crearon el mundo de los hombres, llamado Midgård. Luego, y para que los hombres no se sintieran solos, crearon en el centro de Midgård el mundo de los asas, Asgård, en cuyo centro crecía un gran fresno llamado Yggdrasil.


Arabic Flamenco - Moliendo Cafe - Omar Bashir

“Vida Líquida” - Parte 4


Por ello, en Pensar en tiempos oscuros (volver a Arendt y Adorno) el recorrido se cierra evocando las reflexiones de Theodor Adorno acerca de la dialéctica de dos historias separadas por más de dos siglos, donde la segunda -llamémosle líquida- hace posible una revisión de la primera -llamémosle, sólida- pero sin suponer que la primera determinó la inminencia de la segunda. Volver sobre los escritos de Adorno le permite a Bauman recuperar la idea de “redención de las esperanzas del pasado” en tanto posibilidad de emancipación humana.

En este sentido, si las obras de Karl Marx, Émile Durkheim y Hannah Arendt se esgrimen a lo largo de su trabajo como pilares fuertes para comprender la sociedad líquida, pensar desde las críticas de Adorno parece concederle la oportunidad de imaginar alternativas de salida frente a una dinámica mundial que se nos impone. De esta manera el autor considera que si el mundo ha cambiado y los problemas ya no son locales porque son globales, la clave de la crítica debe estar concentrada en la reflexión para la construcción de un espacio público nuevo y global que se acompañe de actitudes responsables en términos planetarios por parte de los miembros de la sociedad en aras de reformar el tejido de interdependencias e interacciones globales.



El desarrollo que Zygmunt Bauman logra en Vida Líquida no carece de coherencia y solidez. Su indagación sobre aquellos aspectos constitutivos del mundo líquido se dibuja en un diálogo continuo entre teoría y práctica, manteniendo un movimiento pendular constante entre Cuadernos de H Ideas, Año 1, Nº 1, 2007 224 pragmatismo y filosofía que le otorgan a su obra un atractivo intrigante y realista a la vez que su lectura seduce en su forma y contenidos. 

NOTAS * Bauman, Zygmunt (2006). España, Barcela, Editorial Paidos. Emerson, Ralph Waldo, On Prudente citado en Bauman, Zygmunt (2006). Vida Líquida, Editorial Piados. (2) Bauman, Zygmunt (2006). Vida Líquida, Editorial Paidós, Barcelona, Pág. 10. (3) Íbidem, p. 32. (4) Íbidem, p. 47. (5) Bauman, Zygmunt (2005). Identidad, Editorial Losada, p.165 (6) Bauman, Z. (2006). Op. Cit. p. 82 (7) Íbidem, p. 171

M. Soledad Lastra FAHCE- UNLP


sábado, 9 de junio de 2018

“Vida Líquida” - Parte 3


Si hasta ahora el recorrido que hace el autor por la sociedad líquida resulta atrayente -a la vez que desalentador- en Consumidores en la sociedad moderna líquida se hundirá en el núcleo más duro de la liquidez. En este sentido, la sociedad de consumo aparece desnuda en todo el capítulo al despojar el feliz disfraz que viste el mercado para ver en su lugar los harapos de la permanente insatisfacción que necesita generar en los individuos para poder sobrevivir.

Pasando por el cuerpo, la infancia, la familia, las relaciones afectivas -de pareja y amistades- y el trabajo, Bauman pone en evidencia la significativa centralidad que la figura de la mercancía y su lógica como valor de cambio tienen al momento de reflexionar incluso sobre las transformaciones de la vida privada e íntima de los individuos desde la sociedad sólida hacia su licuefacción. Cuadernos de H Ideas, Año 1, Nº 1, 2007 223 Los últimos dos capítulos permiten vislumbrar una ranura de luz en lo que retoma de Arendt como los “tiempos de oscuridad” (7). 

La educación es abordada desde este nuevo contexto en Aprender a caminar sobre arenas movedizas como una tarea continua que, para ser útil a los hombres, no se debe acelerar en pos de adaptarse a los cambios del mundo, sino que debería hacer de él algo más acogedor. En este punto, Bauman abre el juego entre la educación y la política apelando a la recuperación de los espacios públicos de diálogo y entendimiento del “otro” e invocando el reconocimiento de que nuestras elecciones son actos redentores de la ignorancia política, ignorancia que aboga por una democracia vacía y sujeta a los manejos de quienes se alimentan de nuestras inseguridades.


“Vida Líquida” - Parte 2

Quienes no cuentan con la capacidad o los medios para alcanzarla quedan relegados a una identidad “lugareña” e inferior que resulta en una polarización y profundización de la desigualdad social. Sin embargo, esta “hibridación” será entendida por el autor no como un privilegio estanco e irrefutable de esa élite global sino como un “movimiento hacia una identidad perpetuamente por fijar” (4).
Pero esta fragilidad de la identidad de los que aparecen como privilegiados también es propia de quienes ocupan el otro extremo de la polaridad, es decir, la gran mayoría. Esta precariedad de la identidad ya no es secreta. Como bien lo explica en sus conversaciones con el periodista Benedetto Vecchi, toda identidad “entraña una lucha simultánea contra la disolución y la fragmentación, una intención de devorar y, al mismo tiempo, una resulta negativa a ser comido” (5).
De mártir a héroe y de héroe a celebridad desarrolla la transformación que sufrió la sociedad en lo que respecta a los ideales. Aquí detalla el tránsito de una sociedad patrocinada por los Estados-Nación hacia una globalidad emergente que descarta los viejos ideales de sacrificio y Cuadernos de H Ideas, Año 1, Nº 1, 2007 222 bienestar colectivo que antiguamente encarnaban los héroes o los mártires en pos de una causa.

En su lugar se instituyen aquellas personas famosas o célebres que son reconocidas como tales no por los motivos de su acción sino por su notoriedad. Obviamente, esta institucionalización será efímera y volátil como todo en la vida líquida.

La pregunta guía que formula el autor en el capítulo La cultura: indisciplinada e imposible de controlar es si puede sobrevivir la cultura al ocaso de la durabilidad, la perpetuidad y la infinitud siendo ellas las primeras víctimas del triunfo del consumismo (6).
En este sentido, aquí también se pone en juego la invasión de los criterios de mercado en el universo de la creatividad cultural y con ello, el corolario de que el arte y su valor queden a merced de los caprichos de la demanda. 
Refugiarse en la Caja de Pandora o miedo y seguridad en la ciudad ahonda en la capitalización de los riesgos, en términos económicos y políticos, y en la acumulación de las incertidumbres e inseguridades que los miembros de la sociedad líquida tratan de aminorar. En la búsqueda de la solución para amortiguar los miedos y vivir más seguros, el autor destacará que los individuos contribuyen a reproducir la lógica intrínseca del mercado consumiendo respuestas ofertadas en términos de vigilancia constante, áreas públicas cerradas, zonas residenciales y control permanente cuyo costo será el tedio, el retraimiento del diálogo y la imposibilidad de convivir en la diferencia.

viernes, 8 de junio de 2018

“Vida Líquida” - Parte 1





“Cuando patinamos sobre hielo quebradizo, nuestra seguridad depende de nuestra velocidad”(1) así se inicia la invitación que Zygmunt Bauman le extiende a sus lectores para transitar en su libro por las distintas dimensiones que componen lo que él llama la vida líquida del mundo moderno, de nuestro mundo.

El autor recorre a lo largo de todo el libro los nudos más gruesos y complejos del mundo moderno líquido por el que transitamos o intentamos hacerlo. Para Bauman, la liquidez de esta vida moderna consiste en una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante (2) y se encuentra indefectiblemente atravesada por una tramposa combinación entre libertad e inseguridad.

El paso diario de las personas por este mundo moderno deja de ser tal para convertirse en una inacabable carrera rumbo a una seguidilla indefinida de objetivos de corto plazo, que se suceden de forma constante al son de la renovación y los cambios. Su primer capítulo, El individuo asediado, aborda la intrincada aporía del individuo en tanto ser que está obligado a diferenciarse de los demás - a ser único- en una sociedad en la que todos sus miembros deben cumplir con tal precepto y, por lo tanto, resultan parecidos. Esta contradicción lógica, dirá Bauman, no es tan importante en su significación filosófica sino en cuanto determina un desafío que la misma sociedad les impone a sus miembros quienes se ven exhortados a hallar un camino de emancipación, autenticidad e individualidad.

El autor entiende que el truco que subyace a este desafío es el reconocimiento de que dicha tarea es imposible mientras que tal imposibilidad es el sustento de una sociedad que le otorga a los individuos las herramientas para poder sobrellevar esa individualidad irrealizable. Pero Bauman no podría decirlo mejor, “en tanto tarea, la individualidad es el producto final de Cuadernos de H Ideas, Año 1, Nº 1, 2007 221 una transformación social disfrazada de descubrimiento personal” (3).
Esta angustiosa tarea llevará a los individuos a encontrar -no casualmente- su solución en el funcionamiento de la lógica de mercado destinada a mantener la inalcanzable singularidad a través de una oferta excesiva de objetos que aparecen como potenciales cumplidores de ese anhelo pero que envejecen prematuramente y son vertiginosamente reemplazados por otros nuevos que también tendrán una vida útil breve y sustituible.
El consumismo resulta exitoso provisoriamente para quienes logran sacar ventaja a los otros en la carrera mientras los obliga a no detenerse porque siempre habrá en el horizonte un objeto mejor que saciará su sed de autenticidad.

El desafío por lograr la individualidad va de la mano con el problema de la identidad. Individualidad e identidad pueden considerarse como los ejes centrales de este capítulo y que son imposibles de sortear a la hora de acompañar las reflexiones de los capítulos siguientes. En este sentido, Bauman nos habla de la identidad como un proceso de “hibridación”, de no pertenencia, de extraterritorialidad y continua transformación que se condensa en las prácticas de una clase culta que se cree poseedora de libertad y seguridad.