lunes, 30 de noviembre de 2009

Informe del cielo y del infierno

A ejemplo de las grandes casa de remate, el Cielo y el Infierno contienen en sus galerías hacinamientos de objetos que no asombrarán a nadie, porque son los que hay en las casas del mundo. Pero no es bastante claro hablar sólo de objetos: en esas galerías también hay ciudades, pueblos, jardines, montañas, valles, soles, lunas, vientos, mares, estrellas, reflejos, temperaturas, sabores, perfumes, sonidos, pues toda suerte de sensaciones y de espectáculos nos depara la eternidad.

Si el viento ruge, para ti, como un tigre y la paloma angelical tiene, al mirar, ojos de hiena, si el hombre acicalado que cruza por la calle, está vestido de andrajos lascivos; si la rosa con títulos honoríficos, que te regalan, es un trapo desteñido y menos interesante que un gorrión; si la cara de tu mujer es un leño descascarado y furioso: tus ojos y no Dios, los creó así.

Cuando mueras, los demonios y los ángeles, que son parejamente ávidos, sabiendo que estás adormecido, un poco en este mundo y un poco en cualquier otro, llegarán disfrazados a tu lecho y, acariciando tu cabeza, te darán a elegir las cosas que preferiste a lo largo de tu vida. En una suerte de muestrario, al principio, te enseñarán las cosas elementales. Si te enseñan el sol, la luna o las estrellas, los verás en una esfera de cristal pintada, y creerás que esa esfera de cristal es el mundo; si te muestran el mar o las montañas, los verás en una piedra y creerás que esa piedra es el mar y las montañas; si te muestran un caballo, será una miniatura, pero creerás que ese caballo es un verdadero caballo. Los ángeles y los demonios distraerán tu ánimo con retratos de flores, de frutas abrillantadas y de bombones; haciéndote creer que eres todavía niño, te sentarán en una silla de manos, llamada también silla de reina o sillita de oro, y de ese modo te llevarán, con las manos entrelazadas, por aquellos corredores al centro de tu vida, donde moran tus preferencias. Ten cuidado. Si eliges más cosas del Infierno que del Cielo, irás tal vez al Cielo; de lo contrario, si eliges más cosas del Cielo que del Infierno, corres el riesgo de ir al Infierno, pues tu amor a las cosas celestiales denotará mera concupiscencia.

Las leyes del Cielo y del Infierno son versátiles. Que vayas a un lugar o a otro depende de un ínfimo detalle. Conozco personas que por una llave rota o una jaula de mimbre fueron al Infierno y otras que por un papel de diario o una taza de leche, al Cielo.

de Silvina Ocampo
de "La Furia", © Editorial Sur, 1959

El Mal

Una noche rodearon la cama contigua con biombos. Alguien explicó a Efrén que su vecino estaba agonizando. Ese vecino perverso no sólo le había robado la manzana que estaba sobre la mesa de luz, sino el derecho a gozar de la protección de esos biombos, en cuya otra faz había seguramente pintadas flores y figuras de querubes. Esta circunstancia oscureció la alegría de Efrén. Asimismo, con sábanas y frazadas para cubrirse, estaba en el paraíso. Veía de soslayo la luz rosada de los ventanales. De vez en cuando le daban de beber; tenía conciencia del alba, de la mañana, del día, de la tarde y de la noche, aunque las persianas estuvieran cerradas y que ningún reloj le anunciara la hora. Cuando estaba sano solía comer con tanta rapidez que todos los alimentos tenían el mismo sabor. Ahora, reconocía la diferencia que hay hasta en los gustos de una naranja y de una mandarina. Apreciaba cada ruido que oía en la calle o en el edificio, las voces y los gritos, el ruido de las cañerías, de los ascensores, de los automóviles, de los coches de caballos que pasaban. Cuando sentía necesidad de orinar tocaba el timbre; mágicamente aparecía una mujer, con blancura de estatua, trayendo un florero de vidrio que era una suerte de reliquia y esa misma mujer, con ojos etruscos y uñas de rubí, le ponía enemas o lo pinchaba con una aguja como si cosiera un género precioso.

Una caja de música no era tan musical, el pecho de una santa o de un ángel tan buenos como la almohada donde recostaba la cabeza. Cosquilleos agradables le corrían por la nuca, bajaban por la columna vertebral a las rodillas. Pensaba: era la primera vez que podía pensar: "Qué precio tiene un cuerpo. Vivimos como si no valiera nada, imponiéndole sacrificios hasta que revienta. La enfermedad es una lección de anatomía." Soñaba: era la primera vez que podía soñar. Juegos de billar, una pipa, el diario leído minuciosamente, viajes breves, mujeres que le sonreían en un cinematógrafo, una corbata roja, lo deleitaban. En sus delirios tenía presencias del futuro; las visitas de los domingos, que se enteraron de su don, acudían al hospital para acercarse a su cama y oír las predicciones.

Advirtió que los biombos no rodeaban la cama del vecino, sino la suya, y quedó complacido.
Los pies ya no le dolían de tanto caminar, ni la cintura de tanto estar agachado, ni el estómago de pasar tanta hambre. Divisaba el patio con palmeras y palomas, en cada ventanal. El tiempo no pasaba porque la felicidad es eterna.

Los médicos dijeron que iban a salvarlo. Retiraron los biombos con flores y querubes. A su juicio, los médicos eran bribones. Saben dónde se aloja la enfermedad y la manejan a su gusto. El organismo tal vez oye los diálogos que rodean la cama de un enfermo. Efrén tuvo pesadillas por culpa de esos diálogos.

Soñó que para ir al trabajo tomaba un colectivo y después de sentarse advertía que el colectivo no tenía ruedas, que bajaba del colectivo y tomaba otro que no tenía motor y así sucesivamente hasta que se hacía de noche.

Soñó que estaba en la peletería, cosiendo pieles; las pieles se movían, gruñían. Al cabo de un rato, en el cuarto donde trabajaba, varias fieras, con aliento inmundo, le mordían los tobillos y las manos. Al cabo de un rato, las fieras hablaban entre ellas. El no entendía lo que decían porque hablaban en un extraño idioma. Comprendía finalmente que iban a devorarlo.
Soñó que tenía hambre. No había nada que comer; entonces sacaba del bolsillo un trozo de pan tan viejo que no podía morderlo con los dientes; lo remojaba en agua, pero continuaba igual; finalmente, cuando lo mordía, sus dientes quedaban dentro del único pan que había conseguido para alimentarse. El camino hacia la salud, hacia la vida, era ése.

El organismo de Efrén, que era fuerte y astuto, buscó un lugar en sus entrañas para esconder el mal. Ese mal era una fortuna: con subterfugios, encontró manera de conservarlo el mayor tiempo posible. De ese modo Efrén durante unos días, con el sentimiento de culpa que inspira siempre el engaño, volvió a ser feliz. La hermana de caridad le hablaba de sus hijos y de su mujer, inútilmente. Para él, ellos estaban dentro de la libreta del pan o de la carne. Tenían precio. Costaban cada día más.

Sudó, se agachó, sufrió, lloró, caminó leguas y leguas para conseguir la tranquilidad que ahora querían arrebatarle.

de Silvina Ocampo
de "La Furia", © Editorial Sur, 1959

domingo, 29 de noviembre de 2009

Decir que no

Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño

ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

no obstante
cómo desalienta
verte bajar de tu esperanza
saberte lejos de ti mismo

oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado

y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano

y nunca más
puedes
cerrarla.
Mario Benedetti
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KISS - FOREVER

sábado, 28 de noviembre de 2009

Te Quiero

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente vive feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

Mario Benedetti

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HALLA EN LA CAUSA DE SU AMOR TODOS LOS BIENES



Después que te conocí,
todas las cosas me sobran:
el sol para tener día,
abril para tener rosas.
Por mi bien pueden tomar
otro oficio las auroras,
que yo conozco una luz
que sabe amanecer sombras.
Bien puede buscar la noche
quien sus estrellas conozca,
que para mi astrología
ya son oscuras y pocas.
Gaste el Oriente sus minas
con quien avaro las rompa,
que yo enriquezco la vista
con más oro a menos costa.
Bien puede la margarita
guardar sus perlas en conchas,
que buzano de una risa
las pesco yo en una boca.
Contra el tiempo y la fortuna
ya tengo una inhibitoria,
ni ella me puede hacer triste,
ni él puede mudarme un hora,
El oficio le ha vacado
a la muerte tu persona:
basquiñas y más basquiñas,
carne poca y muchas faldas.
Don Melón, que es el retrato
de todos los que se casan:
Dios te la depare buena,
que la vista al gusto engaña.
La Berenjena, mostrando
su calavera morada,
porque no llegó en el tiempo
del socorro de las calvas.
Don Cohombro desvaído,
largo de verde esperanza,
muy puesto en ser gentilhombre,
siendo cargado de espaldas.
Don Pepino, muy picado
de amor de doña Ensalada,
gran compadre de doctores,
pensando en unas tercianas.
Don Durazno, a lo envidioso,
mostrando agradable cara,
descubriendo con el trato
malas y duras entrañas.
Persona de muy buen gusto,
don Limón, de quien espanta
lo sazonado y panzudo,
que no hay discreto con panza.
De blanco, morado y verde,
corta crin y cola larga,
don Rábano, pareciendo
moro de juego de canas.
Todo fanfarrones bríos,
todo picantes bravatas,
llegó el señor don Pimiento,
vestidito de botarga.
Don Nabo, que viento en popa
navega con tal bonanza,
que viene a mandar el mundo
de gorrón de Salamanca.
Mas baste, por si el lector
objeciones desenvaina,
que no hay boda sin malicias,
ni desposados sin tachas.

Francisco de Quevedo

Bad English - When I See You Smile

www.youtube.com/watch?v=J8Voyq5PCO8

jueves, 26 de noviembre de 2009

La realidad, nuestras ideas y la experiencia

La principal innovación que Berkeley hace a Locke en la línea gnoseológica del empirismo es la radicalización del nominalismo. El gran error es pensar que la mente puede elaborar ideas abstractas. Defiende un nominalismo absoluto.
Todas las ideas son particulares "Me es imposible formar ideas abstractas, dice Philonous a Hylas en el Diálogo I. Las supuestas ideas generales de Locke no son más que nombres comunes, con los cuales hacemos referencia más o menos indistinta o confusa a diversas ideas particulares.

Uno de los falsos universales, un mero nombre "al que no corresponde realidad alguna", es la materia.
"¿Substratum material, dices? ¿Por cuál de tus sentidos te pones en contacto con ese ser? (Ibíd.) Una sustancia puramente material e inerte existiendo en sí misma es "un mundo vacío de pensamiento, ¡qué absurdo!"
Conocemos por la experiencia el mundo corpóreo como el conjunto de los objetos corpóreos que en la experiencia se nos dan; pero lo que directamente aprehendemos son las ideas, los contenidos de la mente, (los colores, olores, etc.), no unas supuestas "cosas reales" o cosas-objetos, de las que fueran efecto los objetos-ideas. No hay que pensar, pues, que el mundo corpóreo sea otra cosa que lo que nos es presente en la percepción (no a la misma).
No se puede encontrar ninguna razón suficiente para suponer que hay dos mundos que exhiben cualidades corpóreas: el percibido y no realmente-corpóreo (la representación en mi mente) y el no-percibido (pero supuestamente existente-en-sí para que podamos pensarlo como causa de nuestras sensaciones, y que sería el verdaderamente corpóreo o no espiritual).
Desde Galileo, los cartesianos y Locke además de los físicos habían aceptado que las ideas que tenemos de las cualidades secundarias, esto es, del calor, del color, de los sonidos y del gusto, no se asemejan a nada de lo que existe en el mundo material, como tampoco -para usar el ejemplo de Galileo- la impresión de cosquilleo producida por una pluma que se desliza en la piel reside en la pluma. Según la opinión general tales sensaciones dependen del sujeto que las perciba. Los colores varían si tenemos ictericia o si llevamos lentes de color, y las cosas no tienen color en la oscuridad. Las cosas nos parecen calientes y tibias según la temperatura de nuestras manos cuando las tocamos. Un calor intenso puede convertirse en dolor, y si el dolor no tiene existencia en el mundo exterior a nosotros, es absurdo suponer que el calor la tenga.
Nada existe en el mundo exterior que pueda compararse con la experiencia que tenemos del color, del calor, etc. No existen en el mundo exterior sino partículas sólidas dotadas de extensión que se mueven en el espacio y en el tiempo. Por otra parte, según la opinión que se había formado Locke, así como Galileo y Descartes en cierta manera, nuestro mundo exterior es extenso, consistente en cualidades primarias. Según Locke, nuestras ideas acerca de las cualidades primarias, por ejemplo, las qu se refieren a la extensión, a la solidez, a la forma y a la dimensión, se asemejan a cosas que existen en el mundo material. Podemos estar seguros de que existen en la naturaleza partículas sólidas que se mueven en el espacio y en el tiempo y que dan origen a su vez a ideas hechas a su imagen y a ideas de color que no corresponden a nada que se asemeje a ellas, sino que son los efectos en nosotros de realidades exteriores dotadas de extensión, sólidas y móviles.
Berkeley, no obstante, sostenía que los argumentos derivados de la relatividad de nuestras ideas acerca de las cualidades secundarias se aplican igualmente a nuestras ideas acerca de las cualidades primarias. Para Berkeley la distinción entre cualidades primarias y secundarias es una distinción abstracta e insostenible. Además es un supuesto arbitrario que contradice toda evidencia empírica. En la experiencia aparecen cualidades primarias y secundarias inseparablemente entretejidas y todas al mismo tiempo. La forma y la dimensión de los objetos, así como la velocidad de sus movimientos, parecen cambiar según la posición que ocupamos e incluso según nuestro estado de espíritu. Objetos que parecerían pequeños a observadores de gran estatura parecerían grandes a un observador muy pequeño.
En "Three Dialogues between Hylas and Philonous", I, dice Berkeley:"Philonous: ¿No se ha admitido com un buen argumento que ni el frío ni el calor existen en el agua, puesto que ésta le parece cálida a una mano y fría a otra?

Hylas: En efecto.

Philonous: ¿No es razonar de la misma manera concluir que un objeto no comporta ni extensión ni forma porque a los ojos de un observador parezca pequeño, liso o redondo, y a los ojos de otro observador y en el mismo momento parezca grande, rugoso y anguloso?

Hylas: Exactamente. Pero ¿ocurre eso alguna vez?

Philonous: Puedes experimentarlo en todo momento mirando el objeto con un ojo y sirviéndote de un microscopio para el otro."

Jorge Berkeley


Es considerado como uno de los más distinguidos sostenedores del idealismo en los tiempos modernos. Nació en Irlanda en 1684 y murió obispo de Cloyne en 1753.
Parece que su objeto dominante fue el impedir los errores que en orden metafísico y moral podían resultar del sensualismo de Locke, y así excogitó un medio muy seguro para guardarse del materialismo: negar la existencia de la materia.
Según Berkeley, no hay en realidad un mundo corpóreo; lo que nos parece tal es pura ilusión; sólo existen espíritus donde hay esas representaciones a las cuales atribuimos sin fundamento objetos reales.
El argumento capital de Berkeley es el que ocurre a todos los filósofos: ¿cómo se hace el tránsito de lo subjetivo a lo objetivo? Siendo las sensaciones fenómenos de nuestra alma, ¿cómo se prueba que al conjunto de ellos corresponda un conjunto de realidades?
Este no es un problema nuevo; se le ha propuesto en todas las escuelas filosóficas; sólo que Berkeley le dio cierta novedad con la osadía de su pensamiento. (V. Filosof. fund., lib. I.—Ideología, cap. XIV.)

martes, 24 de noviembre de 2009

Bon Jovi - Bad Medicine

Mi gran Banda.

www.youtube.com/watch?v=_KDxqZq3qwo

¿De qué tamaño es la bondad?

Hace mucho tiempo, en los días en que los animales y las personas podían hablar entre sí y entenderse, un cazador salió a cazar con su arco y sus flechas. A poco de andar, oyó un extraño ruido y se detuvo a escuchar.
Y ahí estaba otra vez, ese leve sonido, seco, como si alguien se rascara. El sonido provenía de un agujero en el suelo. ¿qué era lo que hacía ese ruido? Era una rata, una ratita que se había caído en un hoyo y no podía salir.

- ¡Ayúdame! – le suplicó al cazador- Por favor, bondadoso señor. ¡ayúdeme a salir de aquí!
El cazador inclinó su arco hasta el pozo. La rata subió por el arco y así pudo salir del agujero.

- Gracias – dijo la rata- Me hubiera muerto de hambre allí dentro. Hombre bondadoso, si alguna vez puedo ayudarte, lo haré.
El cazador se rió
- ¿Qué? ¿Tú ayudarme a mi? ¿Una cosita tan pequeñita como tu?
- Ya veremos – dijo la ratita. Y con una inclinación de cabeza, se escurrió por el camino.
El cazador siguió su camino también. pero no había ido aún muy lejos, cuando empezó a levantarse un fuerte viento y grandes nubes de tormenta se entrechocaron en el cielo.
- Será mejor que me busque un refugio, se dijo el cazador.
Y corrió hasta una cueva para refugiarse y esperar hasta que la lluvia parara. Una vez adentro, se acomodó para comer la vianda que llevaba con él.

De pronto, una sombra oscureció la boca de la cueva: era un enorme león que estaba entrando. El cazador trató de manotear su arco, pero el león se interpuso . ¿Estaba atrapado!
- Ah... buen día, león – dijo el cazador con amabilidad- ¿Ésta es su cueva? No era mi intención quitársela. Yo sólo estaba aguardando a que la lluvia parara. Así que ahora si se corre un poquito, seguiré mi camino y ...
- ¡No!- rugió el león- ¡Quédate! Come tu comida. Y luego, te comeré yo a ti.
El cazador pensó que ése iba a ser seguramente su fin, cuando de pronto se escuchó una risa qeu resonó por toda la caverna.
- ¡Oh, si! – dijo una profunda y terrible voz- El cazador comerá su comida. El león comerá al cazador. Luego, yo me comeré al león.
- ¿Dónde estás tú? – preguntó el león mirando para todos lados.
- Alrededor de ti, por todas partes
- Y ¿quién eres tú?
La poderosa risa resonó por toda la caverna
- Soy el terrible matador de leones- Apúrate león, así yo podré comerte a ti
El león dudó
- Yo ... yo creo que no tengo mucha hambre ahora- murmuró el león. Y se puso de pié y corrió fuera de la cueva como un cachorro asustado, hasta que se perdió de vista.
El cazador recogió su arco.
- ¿Quién será el terrible matador? ¿quién es lo suficientemente valiente como para asustar a un espantoso león?- susurró el cazador.
- Yo – dijo la ratita, asomándose por entre unas rocas.
- Pero, tú eres tan sólo una ratita – dijo el cazador- ¿ quién tenía esa voz terrible?
- Yo, -contesto la rata- Yo sé que soy demasiado pequeña para luchar con un león. Pero, en cambio, los ecos maravillosos de esta caverna hicieron que mi voz sonara terrible y poderosa.
El cazador rió
- Oh, mi inteligente amiga, perdóname por burlarme de ti. Puede que tú seas pequeña, pero yo debería haberme dado cuenta de que la inteligencia y la bondad no pueden medirse.

Leyenda Africana

El origen del hombre

El hijo de una amiga, viajó a Londres el verano pasado. Si bien nuestra relación no es muy estrecha, al volver de su viaje, me trajo una antigua billetera, que compró en un mercado callejero, porque según me cuenta, cuando la estaba mirando se acordó de mí.

La billetera en cuestión, es de cuero marrón, muy arrugado, con un cierre antiguo, pero muy bien conservada. Realmente, el regalo no me gustó mucho, pero agradecí mucho el gesto, por lo inesperado.

Al llegar a casa, abro la billetera con intención de ponerle algún desinfectante, porque las cosas antiguas me causan algo de impresión y descubro en su interior, una pequeña libreta, del mismo estilo que la billetera, pero que se encontraba oculta en un bolsillo interno. Estaba escrita en inglés, cosa que me produjo satisfacción, ya que tendría la oportunidad de practicar la lectura en aquella lengua que tenía un tanto abandonada.

La libreta pertenecía a un tal John Dee, quien al parecer en el siglo XVI, recibió de unos seres alados, unas extrañas revelaciones, que debelaban los asombrosos poderes ocultos en los templos del antiguo Egipto.

John Dee afirmaba que cuando la Esfinge y la Pirámide están unidas se genera una fuerza que desencadena la magia de la Naturaleza y que gracias a estos conocimientos tenía las claves para viajar a diferentes niveles de la realidad presente, pasada y futura. Al parecer, en estos “viajes” empleaba la agenda que ahora estaba en mis manos para anotar revelaciones.

Comencé a investigar el tema y para mi sorpresa, John Dee, era un personaje conocido entre quienes practican rituales de hechicería junto a las pirámides. Hay quienes dudan de los escritos de John Dee, por considerarlos engañosos, pero dadas las circunstancias en que han llegado a mis manos, me siento en la obligación de transmitir el contenido de sus escritos, dejando en manos de los posibles lectores la decisión de creer o no él.

En una de las primeras experiencias hacia el pasado, cuenta como una vez creados todos los seres que debían hacer compañía a los dioses, Ra- Atum se puso a llorar… y de sus lágrimas de alegría, habían brotado los hombres, entonces, Ra – Atum sonrió y las aguas del Caos se ocultaron.

Como dios estaba feliz después de haber dado vida a sus nuevas criaturas, el Creador les hizo una tierra para que vivieran en ella: Se trataba del Reino de Egipto y los protegió de posibles peligros con enormes barreras de desierto, pero decidió crear también el Río Nilo, para que sus aguas lo inundasen periódicamente y sus cosechas pudieran así alimentar a sus habitantes.

Cada vez que veían el Sol (Ra), las criaturas vivientes de las tierras de Egipto se alegraban y alababan a su poderoso y benefactor creador y para estar más cerca de él, construyeron pirámides. Y Ra se contentó más. De vez en cuando el Caos intentaba apoderarse de Egipto y mandaba inundaciones y plagas, pero como Ra estaba contento con ese grupo de hombres, los protegía.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El Pensamiento - parte 2

¿Puede la mente dejar de crear y así percibir la realidad?

Para comprender esta cuestión no debemos mirar en los libros, miremos dentro de nosotros mismos. Cuando decimos que estamos pensando lo que hacemos es reaccionar. Reaccionamos mediante nuestro recuerdo del pasado.

La memoria es la experiencia, el almacenamiento de la experiencia de ayer, ya sea colectiva o individual. La experiencia de ayer es recuerdo. La respuesta de la memoria a un estímulo se llama pensar.

Cuando el pensador piensa, crea, y lo que él crea no es lo real. Todo el proceso del pensamiento, que incluye al pensador tiene que terminar, lo cual significa que el pensador tiene que cesar. Debemos comprobar por nosotros mismos que cuando cesa el pensamiento el pensador desaparece, deja de existir y, sólo entonces encontraremos la realidad.

¿Quién debe poner término al pensador y al pensamiento? ¿Cómo liberar al pensador de sus pensamientos?

La resistencia al pensamiento, reprimir todo pensar, sigue siendo una forma del pensamiento; por lo tanto, el pensador continúa, y así jamás podrá hallar la verdad. ¿Qué ha de hacer pues? Esto es muy serio y requiere sostenida atención. Si el pensador hace un esfuerzo para comprender la realidad, sigue manteniendo el proceso del pensamiento.

Todo lo que puede hacer una persona es darse cuenta de que cualquier esfuerzo positivo o negativo de su parte es perjudicial. Tiene que ver la verdad al respecto, y no simplemente comprenderla verbalmente. Debe ver que no puede actuar, porque cualquier acción de su parte mantiene al actor, lo alimenta. Todo esfuerzo de su parte vigoriza al "yo", al actor, al experimentador. Todo lo que él puede hacer, pues, es no hacer nada. Hasta el deseo, positivo o negativo, sigue siendo parte del pensar. El ser humano debe ver que cualquier esfuerzo que haga es perjudicial para el descubrimiento de la verdad. Este es el primer requerimiento.

Si yo quiero comprender, tengo que estar completamente libre de prejuicio y no puedo hallarme en ese estado cuando hago un esfuerzo, positivo o negativo. Ello es arduo en extremo. Requiere un sentido de pasiva y atenta percepción, en la que no se realiza esfuerzo alguno. Sólo entonces puede surgir la libertad.

La mente sólo puede moverse en el campo de lo conocido y mientras ella se mueva dentro de ese ámbito, jamás podrá conocer lo desconocido. La realidad es lo desconocido, aquello que es lo conocido no es lo real. Para librarnos de lo conocido, cualquier esfuerzo es perjudicial, porque el esfuerzo sigue perteneciendo a lo conocido. Así que nuestro problema consiste en liberar a la mente de lo conocido.

Todo esfuerzo, pues, debe cesar. ¿Alguna vez has procurado no esforzarte? Si yo comprendo que todo esfuerzo es inútil, que todo esfuerzo es una nueva proyección de la mente, del "yo", del pensador, si percibo la verdad a ese respecto, ¿qué ocurre? Si yo veo bien claramente el rótulo "VENENO" en una botella, no la toco. No hace falta esfuerzo alguno para no ser atraído por ella. De un modo análogo - y en este estriba la dificultad mayor- si me doy cuenta de que todo esfuerzo por mi parte es perjudicial, estoy libre de esfuerzo. Todo esfuerzo de nuestra parte es perjudicial, pero no estamos seguros porque deseamos un resultado, una realización, ahí está nuestra dificultad. Seguimos, por lo tanto, luchando y luchando. Pero Dios, la verdad, no es una recompensa, una finalidad. Tiene ciertamente que venir a nosotros; nosotros no podemos ir hacia ella. Si hacemos un esfuerzo para ir hacia ella, buscamos un resultado. Mas para que surja la verdad, el ser humano debe ser pasivamente perceptivo. La percepción pasiva es un estado en el que no hay esfuerzo. Consiste en ser perceptivo sin juzgar, sin optar, no en algún sentido fundamental, sino en todas las maneras; en darse cuenta de sus actos, de sus pensamientos, de sus respuestas relativas, sin opción, sin condenación, sin identificarse ni negar, para que la mente empiece a comprender todo pensamiento y toda acción, sin juzgar. Esto induce a averiguar si puede haber entendimiento sin pensamiento.

Pero sin indiferencia. La indiferencia es una forma de juzgar. Una mente embotada, una mente indiferente, no es perceptiva. El ver sin juzgar, el saber exactamente lo que ocurre es la atenta percepción. Es, pues, inútil que busquemos a Dios o la verdad, sin ser perceptivos ahora, en el presente inmediato. Es mucho más fácil ir a un templo, pero ésa es una huida a los dominios de la especulación. Para comprender la realidad, debemos conocerla directamente, y es obvio que la realidad no pertenece al tiempo ni al espacio. Ella está en el presente, y el presente es nuestro propio pensamiento y acción.

Todo pensamiento es parcial

Nos damos cuenta de que estamos condicionados. El analizar, el pensar sobre un problema es ejercer la fuerza para romper con algo.

Limitémonos a ver el problema, no preguntemos cuál es la respuesta, la solución. El hecho es que estamos condicionados y que todo pensar destinado a comprender este condicionamiento será siempre parcial; por lo tanto, jamás hay una comprensión total. Y sólo en la comprensión total del proceso íntegro del pensar hay libertad. La dificultad está en que siempre estamos funcionando dentro del campo de lamente, del pensamiento y, vemos que siempre es parcial.

Para liberar la mente de todo condicionamiento, debemos ver la totalidad de éste sin que intervenga el pensar. Esto es ser libre con respecto al "yo".

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El Pensamiento - parte 1

¿Por qué buscamos algo que nos haga felices?, ¿Por qué buscamos la verdad?

Para la mayoría de nosotros el buscar algo es un modo de eludir lo existente. Debemos pues, aclarar muy bien para nosotros mismos, si esta búsqueda de la verdad, o de Dios, es una escapatoria o si es la búsqueda de la verdad en todo: en nuestras relaciones, en el valor de las cosas, en las ideas. Si sólo buscamos a Dios porque estamos cansados de este mundo y de sus miserias, se trata de una escapatoria. Entonces creamos un dios, que por lo tanto no es Dios, evidentemente. Es una maravillosa evasión. Pero si tratamos de encontrar la verdad, no en una serie exclusiva de acciones sino en todas nuestras acciones, ideas y relaciones, si buscamos la verdadera valoración del alimento, el vestido y del albergue, entonces, la encontraremos. Entonces no será una evasión. Pero si estamos confusos con respecto a las cosas de este mundo -alimento, vestido, vivienda, relaciones e ideas- ¿cómo podremos encontrar la realidad? Sólo podremos inventar una "realidad". Dios, la verdad o la realidad, no pueden ser conocidos por una mente que e halla confusa, condicionada, limitada.

¿Cómo puede pensar en la realidad, Dios, o lo que sea una mente condicionada?

La mente primero tiene que "descondicionarse". Tiene que liberarse de sus propias limitaciones, de su condicionamiento.

El condicionamiento de la mente le es impuesto interior y exteriormente, y mientras la mente engendre discordia, conflicto en la vida de relación, no podrá conocer la realidad. De modo que si uno ha de conocer la realidad, la mente tiene que estar en calma; pero si a la mente se la obliga, se la disciplina para que se calme, esa calma es en sí misma una limitación, mera autohipnosis. La mente sólo llega a calmarse y a liberarse cuando comprende los valores que la rodean.

Para comprender, pues, aquello que es lo más elevado, lo supremo, lo real, debemos empezar muy bajo, muy cerca; es decir, tenemos que descubrir el valor de las cosas, de las relaciones y de las ideas con las cuales no ocupamos a diario.

¿Cómo se puede buscar la realidad?

Puedes inventar una "realidad", puedes copiar, puedes imitar y como has leído tantos libros, puedes repetir la experiencia de los demás. Pero eso, por cierto, no es lo real. Para experimentar lo real, la mente debe dejar de crear; porque cualquier cosa creada por ella sigue dentro del cautiverio del tiempo y del pensamiento. El problema no consiste en saber si hay o no Dios, sino en cómo podrá el ser humano descubrir a Dios, y si el ser humano en su búsqueda se desprende de todo, inevitablemente encontrará esa realidad. Pero tiene que empezar con lo que está cerca, no por lo que está lejos. Es obvio que para ir lejos hay que empezar cerca. Pero la mayoría de nosotros desea especular, lo cual es una escapatoria muy cómoda. Por eso, las religiones ofrecen tan maravilloso narcótico a la mayoría de la gente. De suerte que la tarea de desenredar la mente de todos los valores que ha creado, es en extremo ardua. Y como nuestra mente está fatigada, o somos perezosos, preferimos leer libros de filosofía o religión y especular acerca de la Vida y de Dios; pero eso, a buen seguro, no es el descubrimiento de la realidad. Realizar, realizarse como persona es "vivenciar", no imitar.

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lunes, 16 de noviembre de 2009

Advierte ...

ADVIERTE AL TIEMPO DE MAYORES HAZAÑAS,
EN QUE PODRÁ EJERCITAR SUS FUERZAS

Tiempo, que todo lo mudas,
tú, que con las horas breves
lo que nos diste, nos quitas,
lo que llevaste, nos vuelves:
tú, que con los mismos pasos,
que cielos y estrellas mueves,
en la casa de la vida,
pisas umbral de la muerte.
Tú, que de vengar agravios
te precias como valiente,
pues castigas hermosuras,
por satisfacer desdenes:
tú, lastimoso alquimista,
pues del ébano que tuerces,
haciendo plata las hebras,
a sus dueños empobreces:
tú, que con pies desiguales,
pisas del mundo las leyes,
cuya sed bebe los ríos,
y su arena no los siente:
tú, que de monarcas grandes
llevas en los pies las frentes;
tú, que das muerte y das vida
a la vida y a la muerte.
Si quieres que yo idolatre
en tu guadaña insolente,
en tus dolorosas canas,
en tus alas y en tu sierpe:
si quieres que te conozca,
si gustas que te confiese
con devoción temerosa
por tirano omnipotente,
da fin a mis desventuras
pues a presumir se atreven
que a tus días y a tus años
pueden ser inobedientes.
Serán ceniza en tus manos
cuando en ellas las aprietes,
los montes y la soberbia,
que los corona las sienes:
¿y será bien que un cuidado,
tan porfiado cuan fuerte,
se ría de tus hazañas,
y victorioso se quede?
¿Por qué dos ojos avaros
de la riqueza que pierden
han de tener a los míos
sin que el sueño los encuentre?
¿Y por qué mi libertad
aprisionada ha de verse,
donde el ladrón es la cárcel
y su juez el delincuente?
Enmendar la obstinación
de un espíritu inclemente,
entretener los incendios
de un corazón que arde siempre;
descansar unos deseos
que viven eternamente,
hechos martirio del alma,
donde están porque los tiene;
reprender a la memoria,
que con los pasados bienes,
como traidora a mi gusto
a espaldas vueltas me hiere;
castigar mi entendimiento,
que en discursos diferentes,
siendo su patria mi alma,
la quiere abrasar aleve;
éstas si que eran hazañas,
debidas a tus laureles,
y no estar pintando flores,
y madurando las mieses.
Poca herida es deshojar
los árboles por noviembre,
pues con desprecio los vientos
llevarse los troncos suelen.
Descuídate de las rosas,
que en su parto se envejecen;
y la fuerza de tus horas
en obra mayor se muestre.
Tiempo venerable y cano,
pues tu edad no lo consiente,
déjate de niñerías,
y a grandes hechos atiende.
Francisco de Quevedo

domingo, 15 de noviembre de 2009

DEL SENTIDO Y LO SENSIBLE DE LA MEMORIA Y EL RECUERDO

ARISTOTELES

PUEDE planteársenos la dificultad de saber si, al ser todo cuerpo susceptible de una división infinita o limitada, sus cualidades sensibles a saber, el color, el sabor, el olor, el peso, el sonido, el calor y el frío, la ligereza, la dureza y la blandura, ¿son también susceptibles de esa división o es esto imposible? Cada una de estas cualidades produce, en efecto, una sensación; de hecho todas ellas se llaman sensibles por su capacidad de excitar la sensación. Así pues, en la hipótesis de arriba, la sensación debe ser capaz de división indefinida, y toda magnitud debe ser perceptible; porque es imposible ver una cosa blanca que no sea una magnitud. De otra manera, sería posible que un cuerpo, que no poseyera ni color ni peso, ni otro cualquier atributo, existiera; de manera que no sería en absoluto perceptible, ya que éstos son los atributos perceptibles. En este caso todo cuerpo perceptible constará de partes imperceptibles. Sin embargo, sus partes deben ser perceptibles; ya que no pueden consistir en abstracciones matemáticas. Además, ¿por medio de qué facultad discerniremos o conoceremos estas partes? ¿Por medio de la mente?
No obstante ellas no son aprehendidas por la mente, ni la mente conoce ningún objeto externo que esté desconectado de la sensación. Al mismo tiempo, si es verdadera nuestra hipótesis, parece apoyar la teoría de los que admiten las magnitudes atómicas; nuestra dificultad, en efecto, se solucionaría según su enfoque o punto de vista. Ahora bien, esta teoría es imposible; ha sido ya discutido en nuestro tratado del movimiento.

La solución de estas cuestiones pondrá en claro por qué las especies de color, sabor, sonidos y otros objetos sensibles son limitadas; pues, donde hay extremos, los estadios intermedios deben estar limitados; y los contrarios son extremos.
Todo objeto sensible envuelve una contrariedad, por ejemplo, en el olor, lo blanco y lo negro, en el sabor, lo dulce y lo amargo; y en todos los demás sensibles, los contrarios son extremos. Ahora bien, lo que es continuo puede ser dividido en un número infinito de partes desiguales, pero en un número finito de partes iguales; mientras que lo que en sí mismo no es continuo puede ser dividido en un número finito de especies. Así pues, puesto que los atributos estos de que hablamos deben ser considerados como especies y siempre se halla inherente a ellas la continuidad, hemos de admitir que lo potencial y lo actual son distintos; por esta razón, cuando un grano de mijo es visto, no lo es su diezmilésima parte, aunque la vista lo abarque todo o por más que se acerque a ella, y el sonido de un cuarto de tono nos pasa desapercibido, aunque uno pueda oír toda la escala continua; pero, el intervalo entre los extremos nos pasa inadvertido.
Éso mismo es verdadero para todas las cantidades muy pequeñas en los otros objetos sensibles; son potencialmente visibles, pero no actualmente, de no ser que estén aislados del todo. Pues potencialmente también existe la longitud de un pie en la longitud de dos pies, pero actualmente sólo existe luego de su división. Estos pequeños incrementos, al estar separados, podrían con razón disolverse en lo que les rodea, como una pequeña gota de sabor derramada en el mar. Pero, es importante verificar que, igualmente que el incremento del sentido no es perceptible por sí mismo, ni es tampoco separable —ya que existe sólo potencialmente en un todo más distintamente perceptibles—, así tampoco es posible percibir actualmente un objeto igualmente pequeño, cuando está separado del todo, aun ruando el sea perceptible: pues el es así potencialmente ya ahora, y vendrá a ser actualmente tal por adición al todo.

Hemos, pues, demostrado que algunas magnitudes y algunas cualidades nos pasan por alto; hemos explicado la razón de esto y el sentido en que son perceptibles y aquel en que no lo son. Así pues, cuando están interrelacionadas de tal manera en un conjunto que son perceptibles actualmente, no simplemente en el todo, sino aun separadas, se sigue que sus colores, sabores y sonidos deben ser limitados en número.



sábado, 14 de noviembre de 2009

Filosofía Contemporána


Tras la filosofía crítica de Kant el Idealismo alemán se convertirá en la corriente predominante en la Europa continental, a través de Hegel. El existencialismo de Kierkegaard, tanto como el marxismo y el vitalismo de Nietzsche serán, en buena medida, una reacción al Idealismo hegeliano que, en cierto modo, consagra la identificación del yo trascendental kantiano con el Dios del cristianismo. En Gran Bretaña, el desarrollo del positivismo utilitarista con Bentham y J.S. Mill se inspira en los principios del empirismo, distinguiéndose del positivismo "idealista" del francés A. Comte; en ambos casos, no obstante, se da una preocupación por los temas sociales y por el bienestar de la humanidad que, aunque en una dirección distinta, compartirán con el marxismo.

Por lo demás, el desarrollo de las ciencias y sus continuos éxitos hacen tambalear los cimientos de la filosofia, que se ve sometida a fuertes críticas por parte de los defensores del pensamiento científico, que encuentran en la ciencia el paradigma del conocimiento verdadero. Hacia finales del siglo XIX, al desarrollo del historicismo en Alemania, con Dilthey, y del pragmatismo en los Estados Unidos, con Pierce y W. James, hemos de sumar el desarrollo de la fenomenología con Husserl. Todas estas corrientes tienen su continuidad en el siglo XX, en el que destacarán además los representantes del Filosofía Analítica, como Russell y Witgenstein, del Estructuralismo, como Lévi-Strauss y Foucault, del Existencialismo, como Sartre, o los de la Escuela de Frankfurt, como Adorno, Horkheimer y Habermas.



viernes, 13 de noviembre de 2009

A la Libertad

Como del fondo mismo de los cielos
el sol eterno rutilante se alza,
como el seno turgente de una virgen
al fuego de la vida se dilata:
Así radiosa,
y así gallarda
se levantó del mar donde yacía
la exuberante tierra americana.
Como prende su túnica de raso
con su joya mejor, la soberana,
como entre todas las estrellas reina
el lucero magnífico del alba;
Así pulida,
y así gallarda
sobre todos los pueblos de su estirpe,
resplandor y joyel, ¡surge mi patria!
Como buscan la luz y el aire libre
las macilentas hierbas subterráneas,
como ruedan tenaces y tranquilas
al anchuroso piélago, las aguas;
Así sedienta,
y así porfiada,
la triste humanidad se precipita
al pie de la bandera azul y blanca.
¡Allí van congregándose a la sombra,
para formar después una montaña!
¡Allí van adhiriéndose en el tiempo
partícula a partícula las razas!
Allí se funde,
y allí se amasa
el hombre, tal como surgió en la mente
del autor de los orbes y las almas.
Que así pulida,
y así gallarda
sobre todos los pueblos de su estirpe,
resplandor y joyel, ¡surgió mi patria!

de Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)

jueves, 12 de noviembre de 2009

Brian y la luz de Luna

Brian había salido a vigilar las cercanías de la fortificación donde vivía con los suyos, porque en los últimos meses habían sufrido algunos ataques de una de las tribus vecinas. Durante las últimas horas, se había alejado del poblado divagando por el bosque. Podríamos decir que todo empezó allí, aunque tal vez todo había comenzado mucho tiempo antes.
En la zona en la que ahora se encontraba, la espesura del bosque era tal que permitía un grupo no demasiado numeroso aparecer y desaparecer en cuestión de segundos y si además la niebla hacía notar su presencia, la situación se tornaba aún más peligrosa.
Pero Brian y su familia estaban allí desde… desde que el padre de su abuelo llegó procedente del norte en busca de buenos pastos y bosques en los que subsistir. Aquel robledal salpicado de hayas se había convertido en lugar sagrado, los druidas se internaban en la espesura del bosque donde tenían sus altares, a los que nadie excepto ellos osaban acercarse.
Aquella noche de fina bruma, Brian, un joven guerrero, estaba dispuesto a vengar las afrentas recibidas por los suyos en los últimos días. Se separó del grupo para buscar un sitio que le permitiera tener mejor visibilidad sobre esa parte del bosque. Luego de haber caminado unos metros, reparó en una gran piedra granítica que se elevaba justo debajo de las copas de algunos árboles, y pensó que ese era el lugar ideal para observar los movimientos en el bosque.
Se dispuso a escalarla para poder comprobar la bondad de aquel punto de vista, dejando todas sus armas en el suelo, a excepción del puñal corto que siempre guardaba en su cintura. La piedra apenas presentaba fisuras a las que agarrarse, su base estaba sembrada de pequeñas rocas puntiagudas que hacían más peligrosa la escalada en caso de caída, pero las dificultades, lejos de limitar a Brian, le infundían valor.
Una vez en la cima, se dio cuenta de que aquella roca extraña y difícil de escalar estaba justo en aquel momento orientada en dirección a la luna. Calculó por la posición de la luna respecto al bosque que debía ser medianoche. Soplaba una suave brisa que no era demasiado fría pues la primavera ya había llegado y se había prendido fuego a las hogueras como ofrenda a los dioses para que el resultado de las cosechas fuera bueno y para que sus almas se purificaran de malos espíritus.
De pronto, nuestro valiente guerrero quedó cegado por una luz cuyo origen ignoraba. Se agachó sobre al apéndice puntiagudo en el que terminaba la roca, y esforzándose por no perder el equilibrio debido a la falta de visión, pasaron algunos segundos y un sudor frío empezó a resbalar por su frente. Su primera idea fue que se encontraba frente a la manifestación de alguna divinidad del bosque que moraba en las cercanías de esa piedra, y él había osado molestar entrando en sus dominios. Había roto la única regla que por generaciones su familia había obedecido y temido.

Comprendió entonces, que ante esa situación su fin estaba cercano, aunque sus ansias juveniles de vivir le obligaron a seguir pensando, él había sido buen seguidor de las enseñanzas de los druidas, siempre había sido respetuoso al extremo en los sacrificios a los dioses, y ahora se preguntaba porque había caído en su desagrado.
Mientras tanto la luz había ido disminuyendo en intensidad sin que el céltico guerrero lo hubiera notado, pues mantenía sus ojos sellados de temor. Escucho un susurro seguido de una brisa de aire que le dio suavemente en la cara como devolviéndole el aliento a su espíritu, se reanimo de tal forma que abrió los ojos. Poco a poco fue teniendo una visión clara de lo que frente a él se encontraba. Desde la misma luna una intensa luz iluminaba un cuerpo de mujer joven, Brian tímidamente la miró. Vestía blanca túnica, su pelo era como el de Brian, del color de los campos sembrados de espigas, del color del sol y su gesto dulce, lo tranquilizó.

Vio también que la mujer que se encontraba frente a él no se apoyaba sobre ningún elemento, y sin embargo estaba a la misma altura que él sobre la cima de la roca. Su temor volvió a aflorar, era el miedo a lo sobrenatural, a lo divino. Pensó que la única alternativa era saltar de esa roca y salir corriendo a encontrar al resto de su grupo antes de que ese espíritu decidiese mostrar su poder. Tensó sus músculos y se dispuso a saltar al suelo, la altura de la roca era como de unas diez veces la longitud del cuerpo de Brian, pero eso no le importaba, solo quería correr y seguir viviendo. Cuando estaba a punto de saltar, la mujer que estaba frente a él callada, sonrío con dulzura, y Brian que seguía teniendo un miedo atroz, se quedó paralizado por unos segundos, perplejo ante la belleza de la imagen que frente a él se encontraba, como si fuese teniendo menos miedo por instantes.
Transcurrieron algunos segundos más, durante los cuales el joven no se atrevió ni a pestañear, pero de pronto la luz fue perdiendo intensidad hasta que desapareció del todo.

El aire volvió a soplar de nuevo y el guerrero se encontró de pronto de nuevo en la conciencia de su situación anterior, los demás del grupo seguro que debían andar buscándole y él no podía saber que tiempo había transcurrido desde que se separó de ellos, para él había sido como una eternidad.
Destrepó los pasos de roca hasta llegar a la base de la piedra, recuperó el resto de sus armas y empezó a correr en la dirección en la que había abandonado el grupo, tras avanzar unos metros se volvió a mirar hacia la roca y la zona del bosque más iluminada que ahora se encontraban detrás de él, la luna seguía clareando esa parte del denso hayedo como si fuese pleno día.
Brian mientras corría al encuentro de sus compañeros, pensó que esa noche se había encontrado frente al espíritu de la mismísima luna en el bosque, y estaba seguro de que él y los suyos esa noche iban a vencer a sus enemigos de la tribu vecina, porque esa noche iban a contar con una ayuda inestimable. Esa noche tenían como aliada a la LUNA

Versión: Mirta Rodriguez

El Perseguidor



-Esto del tiempo es complicado, me agarra por todos lados. Me empiezo a dar cuenta poco a poco de que el tiempo no es como una bolsa que se rellena. Quiero decir que aunque cambie el relleno, en la bolsa no cabe más que una cantidad y se acabó. ¿Ves mi valija, Bruno? Caben dos trajes, y dos pares de zapatos. Bueno, ahora imagínate que la vacías y después vas a poner de nuevo los dos trajes y los dos pares de zapatos, y entonces te das cuenta de que solamente caben un traje y un par de zapatos. Pero lo mejor no es eso. Lo mejor es cuando te das cuenta de que puedes meter una tienda entera en la valija, cientos y cientos de trajes, como yo meto la música en el tiempo cuando estoy tocando, a veces. La música y lo que pienso cuando viajo en el métro.

-Cuándo viajas en el métro.
-Eh, sí, ahí está la cosa -ha dicho socorronamente Johnny-. El métro es un gran invento, Bruno. Viajando en el métro te das cuenta de todo lo que podría caber en la valija. A lo mejor no perdí el saxo en el métro, a lo mejor...

-Mejor es no confundir las cosas -dice después de un rato-. Lo perdí y se acabó. Pero el métro me ha servido para darme cuenta del truco de la valija. Mira, esto de las cosas elásticas es muy raro, yo lo siento en todas partes. Todo es elástico, chico. Las cosas que pacecen duras tienen una elasticidad... Piensa, concentrándose.

-...una elasticidad retardada -agrega sorprendentemente. Yo hago un gesto de admiración aprobatoria. Bravo, Johnny. El hombre que dice que no es capaz de pensar. Vaya con Johnny. Y ahora estoy realmente interesado por lo que va a decir, y él se da cuenta y me mira más socarronamente que nunca.

Julio Cortázar

www.juliocortazar.com.ar
http://www.literaberinto.com/

Y así fue ........

Crunnchu Mac Agnoman era un noble rico que disfrutaba de todos los bienes a los que se aspiraba en la época. Tenía cuatro hijos pero acababa de enviudar. Macha, con el aspecto de una hermosa mujer, se hizo presente en su casa y se puso a su servicio organizando el hogar y a sus criados. Por la noche, compartieron la cena, sin que el noble caballero se atreviera a decir palabra, ya que temía que Macha desapareciere como un espíritu, y luego hicieron el amor. De este modo y de acuerdo a la tradición celta, Macha y Crunnchu, se habían convertido en esposos.
Creo no haberlo dicho antes, pero Macha era una diosa, tenía como animal totémico el caballo y le gustaba al amanecer, competir con estos animales corriendo carreras, cuando todo el mundo dormía.
El número de caballos de Crunnchu, aumento considerablemente. Macha quedó embarazada. En la casa reinaba la felicidad.
A pesar de los ruegos de Macha, Crunnchu se vio obligado a asistir a las asambleas anuales. Macha le advirtió que cualquier comentario sobre la relación que los unía podría atraer todo tipo de desgracias, incluso llegar a separarlos. Le suplicó que se quedara, pero fue en vano. Un noble de su categoría estaba obligado a concurrir. El mismísimo Rey de Ulster Conchobar, presidiría la reunión, así que Crunnchu fue, pero prometió no decir palabra de su relación con Macha.
En un momento, cuando algún noble presente en el lugar alabó la velocidad de sus caballos, no sabemos si por influencia de la cerveza que se bebía sin límites, Crunnchu, rompió su promesa, habló de su mujer y dijo que ella era capaz de ganarle en una carrera a cualquier caballo del mundo.
Conchobar, desafía al noble: si lo dicho es verdad… que tu mujer venga y nos lo demuestre.
Macha se ve forzada a concurrir. Si no se presenta matarán a Crunnchu. Entonces, cuando llega pide un plazo para realizar la carrera. Ofrece realizarla después de dar a luz… Pero como ya les dije, el alcohol corría en la fiesta como si fuera agua y nublaba el entendimiento de los presentes, por eso Macha no tiene más remedio que aceptar la carrera. Sobrepasa a los cuadrúpedos rápidamente, pero al llegar a la meta, cae al suelo y entre gritos de dolor, da a luz gemelos. Ante los gritos y en presencia del parto, los hombres se dan cuenta de lo que han hecho. Pero ya es tarde.
La diosa se pone de pie y dice a todos quién es Macha hija de Sainreth MacImbaith y maldice a todos los presentes, porque no han tenido piedad con ella, la vergüenza y el deshonor volverán a ellos en cobardía. Cada vez que el reino se encuentre en peligro, sentirán dolores como de parto durante cuatro días y cinco noches y esto sucederá hasta completar las nueve generaciones..
Y así fue...

Versión: Mirta Rodríguez

martes, 10 de noviembre de 2009

Liberty

Steve Vai, Joe Satriani & Brian May, Sevilla '92.

www.youtube.com/watch?v=BZattOVNOpw

CON EJEMPLOS MUESTRA A FLORA LA BREVEDAD DE LA HERMOSURA, PARA NO MALOGRARLA

Sonetos Líricos de Quevedo

La mocedad del año, la ambiciosa
vergüenza del jardín, el encarnado
oloroso rubí, tiro abreviado,
también del año presunción hermosa:

la ostentación lozana de la rosa,
deidad del campo, estrella del cercado,
el almendro en su propia flor nevado,
que anticiparse a los calores osa:

reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas
de la hermosura y la soberbia humana,
que a las leyes de flor está sujeta.

Tu edad se pasará mientras lo dudas,
de ayer te habrás de arrepentir mañana,
y tarde, y con dolor, serás discreta.

http://www.los-poetas.com

lunes, 9 de noviembre de 2009

AFECTOS VARIOS DE SU CORAZÓN, FLUCTUANDO EN LAS ONDAS DE LOS CABELLOS DE LISI

Sonetos Líricos de Quevedo

En crespa tempestad del oro undoso
nada golfos de luz ardiente y pura
mi corazón, sediento de hermosura,
si el cabello deslazas generoso.

Leandro en mar de fuego proceloso
su amor ostenta, su vivir apura;
Ícaro en senda de oro mal segura
arde sus alas por morir glorioso.

Con pretensión de fénix encendidas
sus esperanzas, que difuntas lloro,
intenta que su muerte engendre vidas.

Avaro y rico, y pobre en el tesoro,
el castigo y la hambre imita a Midas,
Tántalo en fugitiva fuente de oro.

http://www.los-poetas.com/f/quev4.htm

jueves, 5 de noviembre de 2009

RESPONSO POR UN POETA DESCUARTIZADO

Claro está que murió —como deben morir los poetas, maldiciendo, blasfemando, mentando madres, viendo apariciones, cobijado por las pesadillas.
Claro que así murió y su muerte resuena en las malditas habitaciones donde perros, orgías, vino griego, prostitutas francesas, donceles y príncipes se rinden y le besan los benditos pies; porque todo en él era bendito como el mármol de La Piedad y el agua de los lagos, el agua de los ríos y los ríos de alcohol bebidos a pleno pulmón, así deben beber los poetas: Hasta lo infinito, hasta la negra noche y las agrias albas y las ceremonias civiles y las plumas heridas del artículo a que te bligan, la crónica que nunca hubieras querido escribir y los poemas rubíes, los poemas diamantes, los poemas huesolabrado, los poemas floridos, los poemas toros, los poemas posesión, los poemas rubenes, los poemas daríos, los poemas madres, los poemas padres, tus poemas...

Y así le besaban los pies, la planta del pie que recorrió los cielos y tropezó mil y un infiernos al sonido siringa de los ángeles locos y los demonios trasegando absintio (El chorro de agua de Verlaine estaba mudo), ante el azoro y la soberbia estupidez de los cónsules y los dictadores, la chirlería envidiosa y la espesa idiotez de las gallinas municipales.
Maldiciendo, claro, porque en la agónía estaba en su derecho y porque qué jodidos (¡Jure, jodido!, dijo Rubén al niño triste que oyó su testamento), ¿por qué no morir de alcoholes de todo el mundo si todo el mundo es alcohol y la llama lírica es la mirada de un niño con la cara de un lirio?
Resollaba y gemía como un coloso crisoelefantino hecho de luces y tinieblas, pulido por el aire de los Andes, la neblina de los puertos, el ahogo de Nueva York, la palabra española, el duelo de Machado, Europa sin su pan.
Rugía impuramente como deben rugir todos los poetas que mueren (¡Qué horror, mi cuerpo estrozado!) y los médicos: Aquí hay pus, aquí hay pus —y nunca le hallaron nada sino dolor en la piel limpios los riñones heroicos, limpio el hígado, limpio y soberbio el corazón y limpiamente formidable el cerebro que nunca se detuvo, como un sol escarlata, como un sol de esmeraldas, como la mansión de los dioses, como el penacho de un emperador azteca, de un emperador inca, de un guerrero taíno; cerebro de un amante embriagado a la orilla de un dulcísimo cuerpo, ay, de mieles y nardos (su peso: mil ochocientos cincuenta gramos: tonelaje de poeta divino, anchura de navío), el cerebro donde estallaron los veintiún cañonazos de la fortaleza de Acosasco y que luego...

Claramente, turbiamente hablando, hubo necesidad de destrozarlo, enteramente destazarlo como a una fiera selvática, como al toro americano porque fue mucho hombre, mucho poeta, mucho vida, muchísimo universo necesariamente sus vísceras tenían que ser universales, polvo a los cuatro vientos, circunvoluciones repletas de piedad, henchidas de amor y de ternura.
Aquí el hígado y allá los riñones.
¡Dame el corazón de Rubén! Y el cerebro peleado, de garra en garra como un puñado de perlas.
Aquel cerebro (¡salud!) que contó hechicerías y fue sacado a la luz antes del alba; y por él disputaron y por él hubo sangre en las calles y la policía dijo, chilló, bramó: ¡A la cárcel! Y el cerebro de Rubén Darío —mil ochocientos cincuenta gramos— fue a dar a la cárcel y fue el primer cerebro encarcelado, el primer cerebro entre rejas, el primer cerebro en una celda,
la primera rosa blanca encarcelada, el primer cisne degollado.

Lo veo y no lo creo: ardido por esa leña verde, por esa agonía de pirámide arrasada, el poeta que todo lo amó cubría su pecho con el crucifijo, el crucifijo, el suave crucifijo, el Cristo de marfil que otro poeta agónico le regalara —Amado Nervo— y me parece oír cómo los dientes le quemaban y de qué manera se mordía la lengua y la piel se le ponía violácea nada más porque empezaba a morir, nada más porque empezaba a santificarnos con su muerte y su delirio, sus blasfemias, sus maldiciones, su testamento, y nada más porque su cerebro tuvo que andar de garra en mano y de mano en garra hasta parecer el ala de un ángel, la solar sonrisa de un efebo, la sombra de recinto de todos los poetas vivos, de todos los poetas agonizantes, de todos los poetas.

Efraín Huerta

http://www.poesi.as

El descanso del Guerrero

Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria:
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos
son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más la mayoría.
Roque Dalton Garcia

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La filosofía de Nietzsche



Introducción


1. La obra de Nietzsche no se deja tratar fácilmente de forma sistemática, pese a los intentos de algunos de sus estudiosos por hacerlo así. Su influencia se ha dejado sentir de forma dispar y, a veces, contradictoria, pero en todo caso no ha tenido un carácter uniforme: Nietzsche ha significado cosas distintas según sus distintos intérpretes. Su misma forma de expresión contribuye a ello, ya que al utilizar preferentemente el aforismo como vehículo de su pensamiento, el carácter metafórico del mismo se presta con frecuencia a distintas interpretaciones. Además, a menudo podemos encontrar en sus obras aforismos contradictorios entre sí, siendo difícil poder determinar cuál de ellos representa su "auténtica" posición sobre el tema tratado, si es que tiene algún sentido ese tipo de pregunta en el conjunto de la obra de Nietzsche.


2. La reacción de Marx (1818-1883) contra el idealismo le lleva a rechazar la identificación del sujeto con la conciencia y, manteniéndose dentro de la tradición filosófica que comienza con la modernidad -y que afirma la centralidad del sujeto en el filosofar-, termina por identificar ese sujeto con la acción, con la "praxis" (y más concretamente con la actividad productiva: es en su actividad productiva donde el hombre genera y constituye la realidad, la suya propia y la del mundo que objetivamente transforma y modifica).

3. Nietzsche dará un paso semejante, alejándose de la identificación del sujeto con la conciencia, pero en otra dirección: en lugar de la actividad productiva postulará la "vida" como factor en torno al que se constituye la realidad. El sujeto es, fundamentalmente vida, y no conciencia, pensamiento. El fenómeno vital pasa así a constituirse en el centro de la reflexión filosófica, ejerciendo una considerable influencia a finales del XIX y durante la primera mitad del siglo XX, aunque con distintas interpretaciones, como las de H. Bergson y Ortega y Gasset (racio-vitalismo), entre otros. Por lo que a Nietzsche respecta, la realidad es esencialmente contradictoria, pero interpretará esta contradicción de un modo distinto a como lo habían hecho Hegel (Idealismo) y Marx (materialismo histórico), siguiendo de un modo a veces literal la cosmovisión de Heráclito, aunque trasladada a la referencia de lo vital como único eje interpretativo válido.

4. La realidad está sometida al cambio, que está regulado por la lucha de elementos contrarios y abocada a una repetición infinita en el contexto de un ciclo cósmico que la conduce a un eterno retorno, en relación con el que todo alcanza su sentido. En esa lucha, la conciencia trata de fijar el movimiento, de anularlo, sustituyendo por conceptos el movimiento real de las cosas, sustituyendo lo vital por una representación de lo vital. Pero toda representación es falsa, en cuanto representación, por lo que la no-vida termina por sustituir a la vida, lo falso a lo verdadero. Recuperar la verdad, poner de manifiesto la radical prioridad de la vida sobre la conciencia será, en buena medida el proyecto nietzscheano.


martes, 3 de noviembre de 2009

El ser humano y la libertad

Textos y fragmentos de Sartre
El ser y la nada, cuarta parte. Cap. I, l
1. El estudio de la voluntad ha de permitirnos, al contrario, adelantarnos más en la comprensión de la libertad. Por eso lo que ante todo reclama nuestra atención es que, si la voluntad ha de ser autónoma, es imposible considerarla como un hecho psíquico dado, es decir, en-si. No podría pertenecer a la categoría de los "estados de conciencia" definidos por el psicólogo. En éste como en todos los demás casos comprobamos que el estado de conciencia es un mero ídolo de la psicología positiva. La voluntad es necesariamente negatividad y potencia de nihilización, si ha de ser libertad. Pero entonces no vemos ya por qué reservarle la autonomía. Mal se conciben, en efecto, esos agujeros de nihilización que serían las voliciones y surgirían en la trama, por lo demás densa y plena, de las pasiones y del "pathos" en general. Si la voluntad es nihilización, es preciso que el conjunto de lo psíquico lo sea también. Por otra parte, - y volveremos pronto sobre ello -, ¿de dónde se saca que el "hecho" de pasión o el puro y simple deseo no sean niihilízadores? ¿La pasión no es, ante todo, proyecto y empresa, no pone, justamente, un estado de cosas como intolerable, y no está obligada por eso mismo a tomar distancia con respecto a ese estado y a nihilizarlo aislándolo y considerándolo a la luz de un fin, es decir, de un no-ser? ¿Y la pasión no tiene sus fines propios, que son reconocidos precisamente en el momento mismo en que ella los pone como no-existentes? Y, si la nihilización es precisamente el ser de la libertad, ¿cómo negar la autonomía a las pasiones para otorgársela a la voluntad?
(Sartre, El ser y la nada, 1943, cuarta parte. Cap. I, l.)

lunes, 2 de noviembre de 2009

Filosofía Moderna

Si la filosofía antigua había tomado la realidad objetiva como punto de partida de su reflexión filosófica, y la medieval había tomado a Dios como referencia, la filosofía moderna se asentará en el terreno de la subjetividad. Las dudas planteadas sobre la posibilidad de un conocimiento objetivo de la realidad, material o divina, harán del problema del conocimiento el punto de partida de la reflexión filosófica. Son muchos los acontecimientos que tienen lugar al final de la Edad Media, tanto de tipo social y político, como culturales y filosóficos, que abrirán las puertas a la modernidad, y que han sido profusamente estudiados.
En lo filosófico, el desarrollo del humanismo y de la filosofia renacentista, junto con la revolución copernicana, asociada al desarrollo de la Nueva Ciencia, provocarán el derrumbe de una Escolástica ya en crisis e impondrán nuevos esquemas conceptuales, alejados de las viejas e infructuosas disputas terminológicas que solían dirimirse a la luz de algún argumento de autoridad, fuera platónica o aristotélica. De las abadías y monasterios la filosofía volverá a la ciudad; de la glosa y el comentario, a la investigación; de la tutela de la fe, a la independencia de la razón.

domingo, 1 de noviembre de 2009

En las manos del destino.


Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamente inferiores en número. Él estaba seguro de que vencerían, pero sus hombres no lo creían mucho. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró a sus guerreros:
-Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis.
Después lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en las manos del destino.
Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga, salió del templo y arrojó la moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Los guerreros creyeron firmemente que saldrían victoriosos, combatieron con una intrepidez tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente.
Después de la victoria, el ayudante del general le dijo:
-Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una prueba.
-¿Quién sabe? - respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una moneda... trucada, que tenía cara en ambos lados.