miércoles, 15 de abril de 2009

Escritores de la Generación del 80


El período de luchas y de divergencias políticas que siguió a la derrota de Rosas llegó a su término el 21 de setiembre de 1880, cuando un congreso en minoría, reunido en el pueblo de Belgrano, sancionó una ley que declaraba a la cercana ciudad de Buenos Aires capital de la República Argentina. Había llegado a su fin un viejo pleito entre porteños y provincianos y se iniciaba una nueva época en nuestra evolución histórica, con grandes cambios en el panorama material y cultural.
Ese mismo año ocupó la presidencia el joven militar Julio Argentino Roca que dispuso asentar al país sobre nuevas bases. Desde esa época el crecimiento de Buenos Aires fue asombroso. En la década comprendida entre 1880 y 1890, la población de la capital aumentó en un 84 por ciento, mientras que en el resto del país, sólo creció en un 29 por ciento. La gran ciudad absorbió riquezas y derechos en perjucio de las provincias y dio origen a un desequilibrio que es visible en la época actual. Las sucesivas oleadas de inmigrantes se detuvieron en Buenos Aires, mientras que sólo en escasa proporción esos europeos avanzaron sobre la desolada campaña para poblarla.
El gobierno y los cargos públicos de importancia fueron ocupados por una minoría con capacidad ejecutiva y mentalidad semejante al antiguo despotismo ilustrado, que se propuso engrandecer al país sin que el pueblo participara con sus decisiones. De ideología liberal y progresista, partidaria de la cultura europea, la minoría dirigente emprendió su labor con el lema de paz y administración para fomentar el desarrollo en todas sus manifestaciones, desde la conquista del desierto en poder de los indios y el trazado de vías férreas, hasta la radicación de capitales extranjeros.
En torno a la epoca de la federalización de Buenos Aires, un grupo de escritores se destaca en este período de la nación organizada, al lado de las personalidades sobrevivientes de la proscripción. Casi todos ellos participaron en política por medio de la pluma o en importantes cargos públicos y otras veces, su actividad literaria fue un mero pasatiempo. Se los conoce como integrantes de la generación del 80 porque sus principales figuras alcanzaron la madurez a partir de ese año de profundos cambios, que convirtieron a la "gran aldea" de Buenos Aires, en una ciudad cosmopolita.

Siempre resulta difícil agrupar con categoría absoluta y bajo un común denominador acontecimientos de carácter cultural, por esto, el concepto de generación ha sido discutido y aun negado por estudiosos de mérito. En el aspecto literario, se parte del principio que los escritores nacidos y educados dentro de una misma época y que actuaron bajo semejantes influencias políticas, sociales y económicas, reflejan en sus obras una unidad de criterio de acuerdo con el período cronológico en que desarrollaron su actividad. No siempre se encuentra respuesta positiva a este principio, y además, es sabido que algunas figuras sobrepasan con su prestigio los límites cronológicos de una época literaria o científica.

Con todo y sometiendo el concepto de generación a cautelosos reparos, puede admitirse que en torno al eje cronológico del año 1880, actuó en nuestro país una pléyade de intelectuales que dieron una fisonomía característica a las letras y a la política y que se conoce con criterio muy amplio como la generación del 80.

Integran el grupo literario más importante Miguel Cané , Lucio V. Mansilla, Eduardo Wilde , Lucio V. López (1848-1894), Eugenio Cambaceres, Martín García Mérou, José S. Alvarez con el seudónimo de Fray Mocho y Paul Groussac. No tan representativo de la época, pero un gran valor dentro de nuestras letras fue el riojano Joaquín V. González. También debe citarse a los parlamentarios católicos José Manuel Estrada y Pedro Goyena. Con respecto a los poetas, integran entre las figuras representativas del 80 —una segunda generación romántica. Puede mencionarse a Ricardo Gutiérrez, Olegario V. Andrade (1839-1882), Rafael Obligado y Carlos Guido y Spano. Aunque perteneciente por su edad a la generación del 80, pero apartado de ella, figura el poeta de los humildes, Pedro Bonifacio Palacios (1854-1917) conocido con el arrogante seudónimo de Almafuerte y sin duda, una de las más discutidas y desconcertantes personalidades de nuestra literatura.

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