miércoles, 15 de abril de 2009

Los Poetas Malditos

En torno a 1870 surgió en Francia un movimiento literario conocido como Simbolismo. El nombre viene de la tendencia de sus poetas a expresar la realidad a través de símbolos. Se oponían así a una corriente inmediatamente anterior, llamada Parnasianismo, que propugnaba la vuelta a las formas clásicas.

Por el contrario, el Simbolismo introdujo un aspecto totalmente revolucionario: el verso libre. Los poetas dejaban así de estar sujetos a las normas de la métrica; estaban más interesados en percibir la realidad a través de los sentidos y en transformarla en poemas llenos de símbolos, sugerencias y resonancias musicales.

La gran figura de este movimiento fue Charles Baudelaire, que precedió a un grupo de brillantes poetas: Verlaine, Rimbaud, Mallarmé, Tristán Corbière, Jules Laforgue y Charles Cros. Con ellos nació también el mito del artista bohemio, decadente y profundamente crítico con la sociedad de su tiempo. O, en otras palabras, los poetas malditos.

Esta expresión, que suena a etiqueta puesta por los libros de texto, fue en realidad inventada por Paul Verlaine quien, en 1884, publicó una serie de semblanzas biográficas de un grupo de poetas simbolistas y la tituló Los poetas malditos.

De todos ellos, sin duda la figura más llamativa es la de Jean Arthur Rimbaud, que parece aunar todos los tópicos del artista genial: adolescente rebelde, poeta visionario, marginado social... Rimbaud vivió sólo 37 años, pero lo hizo intensamente.
A los 20 años ya había escrito lo mejor de su obra; después, compaginó la literatura con una interminable sucesión de viajes. En sus últimos años vivió en África, donde se ganó la vida como traficante de armas. Un tumor en la pierna le obligó a volver a Francia, donde murió poco después.

Obras

BAUDELAIRE. Pequeños poemas en prosa, Las flores del mal, Los paraísos artificiales. Fragmento de Las flores del mal: ¡Reloj! Dios espantoso, siniestro e impasible/ cuyo dedo amenaza, diciéndonos “¡recuerda!”./ Los vibrantes dolores en tu asustado pecho,/ como en una diana pronto se clavarán.
VERLAINE. Poemas saturnianos, Memorias de un viudo, Confesiones. Fragmento de Mandolina: Los que brindan serenatas/ y las bellas que las escuchan/ se dicen insípidos requiebros/ bajo enramadas sonoras.
RIMBAUD. Una temporada en el infierno, Iluminaciones. Fragmento de Una temporada...: Nada de cánticos: conservar lo ganado. ¡Dura noche!/ La sangre seca humea sobre mi rostro, y no tengo cosa alguna/ tras de mí, ¡fuera de ese horrible arbolillo!... El combate/ espiritual es tan brutal como las batallas de los hombres;/ pero la visión de la justicia es sólo el placer de Dios.
MALLARMÉ. Verso y prosa, Divagacioness. Fragmento de El fauno: Montón de antigua noche, mi duda ha terminado/ en mucha rama tenue que, habitando las mismas/ florestas, prueba, ¡ay!, que sólo me ofrecía/ como triunfo la falta ideal de las rosas.
Verlaine y Rimbaud: una temporada en el infierno
Paul Verlaine ya era un autor reconocido cuando, en 1871, recibió una carta de un adolescente llamado Jean Arthur Rimbaud. Deslumbrado por la calidad de sus versos, le invitó a su casa de París. El burgués casado con una joven de 16 años y el impetuoso aspirante a poeta no parecían tener mucho más en común que su amor por la literatura.
Sin embargo, no tardaron en embarcarse en una tormentosa relación: arte, viajes, pasión... y dos intentos frustrados de asesinato de Verlaine, consumido de celos, hacia Rimbaud. La historia de su relación y su trayectoria artística se explica muy bien en la película Vidas al límite, donde Leonardo Di Caprio encarna magistralmente al inolvidable Rimbaud.
Baudelaire

Nació en París en 1821 y pronto reveló su vocación literaria: a los 20 años, su familia le envió a La India para que se olvidara de la escritura. Pero él se escapó del barco. Poco después heredó la fortuna de su padre y pudo dedicarse plenamente a escribir.
Su obra más famosa es ‘Las flores del mal’, una colección de poemas editada en 1857. Inmediatamente después de su publicación, el Gobierno francés acusó a Baudelaire de atentar contra la moral pública. No sólo le multaron, sino que censuraron algunos de los poemas, que no pudieron volver a leerse hasta 1949.

Fuente(s):

http://aula.elmundo.es

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