En la psicología aristotélico-tomista, el alma sensitiva permite las actividades vitales de movimiento local, apetitos inferiores o sensibles y conocimiento sensible o percepción. Los hombres tienen alma intelectiva, vegetativa y sensitiva y los animales tienen un alma vegetativa y sensitiva. No debe extrañarnos la tesis de atribuir alma a los animales pues en esta tradición filosófica se entendía el alma como principio de vida por lo que era común a todos los seres vivos. El alma sensitiva desaparece con la desaparición del cuerpo, del cual es su forma sustancial y acto primero.
© Javier Echegoyen Olleta
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