viernes, 11 de septiembre de 2009

La duda

"Hace mucho tiempo que me he dado cuenta de que, desde mi niñez, he admitido como verdaderas una proción de opiniones falsas, y que todo lo que después he ido edificando sobre tan endebles principios no puede ser sino muy dudoso e incierto; desde entonces he juzgado que era preciso seriamente acometer, una vez en mi vida, la empresa desehacerme de todas las opiniones a que había dado crédito, y empezar de nuevo, desde los fundamentos, si quería establecer algo fimemente constante en las ciencias" Meditaciones Metafísicas, Descartes

Esta actitud crítica frente al pasado, no significa que Descartes se olvide completamente de él y se dedique simplemente al uso de sus propias facultades. Por el contrario, la historia de la filosofía encierra al menos una enseñanza implícita en sus fracasos, la que dice que debemos evitar el error siendo críticos de nosotros mismos y no solo de lo anterior. En este sentido, el radicalismo cartesiano se manifiesta principalmente como una genuina preocupación por eitar el error. Sin embargo, ello no lleva a la construcción de una mera teoría del error tal como fuera el trabajo que llevara a cabo Bacon, sino algo más profundo: a la duda metódica.

La duda metódica no es una simple duda como ejercicio, tampoco debe relacionarse con la duda estéril del escéptico sistemático. Lo que Descartes pretende es convertir la duda en un método.

Revisando el pasado, Descartes no se conforma con conocimientos más o menos probables o que parezcan ciertos en alguna medida. Para evitar errores o incertidumbres, el radicalismo pretende alcanzar un saber absolutamente cierto cuya verdad sea tan firme que esté más alla de toda duda.

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