miércoles, 7 de octubre de 2009

EL VALOR DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Somos muchos los que pensamos que pese al intento de articular las organizaciones de forma dinámica, todavía hay mucho camino que recorrer en el campo de las libertades individuales, que sin duda son el factor básico para llevar a efecto la consolidadción interna de dichos planes de re-estructuración.

Hoy en día hay empresas que no confian en sus empleados y directivos como motor indispensables de cambio, lo que evidencia sus cortas miras y, en consecuencia, pone de relieve el trabajo que resta por hacer dentro de la valoración de las personas componentes del grupo social empresarial.

Dotar de libertad a los miembros, a los núcleos, de una organización es apostar por la obtención de buenos resultados empresariales y de efectos beneficiosos inter- e intra-personales.

Veamos un ejemplo paradigmático: ¿alguien puede asegurar que su libertad de expresión no ha sido dañada en alguna ocasión?. O dicho de otro modo, ¿somos capaces de confirmar que siempre tenemos la posibilidad (los medios y herramientas) para expresar nuestras opiniones en un debate público, en un foro abierto, en el que la verdad se configura con la participación particular de diferentes participantes?. Justamente ante la respuesta negativa a esta cuestión se esconde uno de los grandes problemas detectados por los departamentos de Recursos Humanos, a saber: la desmotivación del personal.

Se puede invertir cantidades de dinero elevadas en fines de semanas con actividades colectivas, outdoor-training e incentivos monetarios o en especias, pero si las empresas no son capaces de advertir que el cuidado de la individualidad personal, es parte constitutiva del bienestar privado nunca conseguiran sus objetivos generales. Es así que la empresa debe crear el espacio de crecimiento individual para todos y cada uno de sus miembros. Las organizaciones que refuerzan y fomentan la disposición de elección individual ofrecen un valor intangible al trabajador, al hacerlo partícipe en la construcción de un disrcurso conjunto.

Procediendo de tal manera las organizaciones favorecen la configuración creativa y autónoma de las personas, quienes reconocen positivamente ese espacio cedido a su propia decisión, alejado de las coaaciones nocivas y bloqueadoras del flujo de acción. Cuando un ser humano percibe que su individualidad (entendida como la posibilidad de actuar libremente en las decisiones que le afectan de pleno) es potenciada, se está asegurando su conformidad y su implicación en el contexto que le rodea, pues entiende que se reconoce su propio modo ser y actuar; se respeta no sólo lo qué es, sino también quién es.

John Stuart Mill, en el capítulo tercero de Sobre la libertad (On liberty), se muestra claro al respecto, cuando señala que el ser humano que permite que su mundo le imponga elecciones ajenas a él, sólo puede aspirar a alcanzar la facultad de imitación propia de los simios. La libertad de elección, de ación, es tan importante que sin ella no se pueden desplegar las facultades humanas de percepción, de discriminación, de juicio, de actividad mental e incluso de preferencias morales.

Mill, como buen cirujano, aplica su bisturí sobre el problema al asegurar que “lo que importa de verdad no es únicamente lo que hacen los seres humanos sino, también, la clase de seres humanos que lo hacen”.

Filoempresa: Gabriela Berti + Godofredo Chillida.

http://filoempresa.wordpress.com/

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