martes, 24 de noviembre de 2009

El origen del hombre

El hijo de una amiga, viajó a Londres el verano pasado. Si bien nuestra relación no es muy estrecha, al volver de su viaje, me trajo una antigua billetera, que compró en un mercado callejero, porque según me cuenta, cuando la estaba mirando se acordó de mí.

La billetera en cuestión, es de cuero marrón, muy arrugado, con un cierre antiguo, pero muy bien conservada. Realmente, el regalo no me gustó mucho, pero agradecí mucho el gesto, por lo inesperado.

Al llegar a casa, abro la billetera con intención de ponerle algún desinfectante, porque las cosas antiguas me causan algo de impresión y descubro en su interior, una pequeña libreta, del mismo estilo que la billetera, pero que se encontraba oculta en un bolsillo interno. Estaba escrita en inglés, cosa que me produjo satisfacción, ya que tendría la oportunidad de practicar la lectura en aquella lengua que tenía un tanto abandonada.

La libreta pertenecía a un tal John Dee, quien al parecer en el siglo XVI, recibió de unos seres alados, unas extrañas revelaciones, que debelaban los asombrosos poderes ocultos en los templos del antiguo Egipto.

John Dee afirmaba que cuando la Esfinge y la Pirámide están unidas se genera una fuerza que desencadena la magia de la Naturaleza y que gracias a estos conocimientos tenía las claves para viajar a diferentes niveles de la realidad presente, pasada y futura. Al parecer, en estos “viajes” empleaba la agenda que ahora estaba en mis manos para anotar revelaciones.

Comencé a investigar el tema y para mi sorpresa, John Dee, era un personaje conocido entre quienes practican rituales de hechicería junto a las pirámides. Hay quienes dudan de los escritos de John Dee, por considerarlos engañosos, pero dadas las circunstancias en que han llegado a mis manos, me siento en la obligación de transmitir el contenido de sus escritos, dejando en manos de los posibles lectores la decisión de creer o no él.

En una de las primeras experiencias hacia el pasado, cuenta como una vez creados todos los seres que debían hacer compañía a los dioses, Ra- Atum se puso a llorar… y de sus lágrimas de alegría, habían brotado los hombres, entonces, Ra – Atum sonrió y las aguas del Caos se ocultaron.

Como dios estaba feliz después de haber dado vida a sus nuevas criaturas, el Creador les hizo una tierra para que vivieran en ella: Se trataba del Reino de Egipto y los protegió de posibles peligros con enormes barreras de desierto, pero decidió crear también el Río Nilo, para que sus aguas lo inundasen periódicamente y sus cosechas pudieran así alimentar a sus habitantes.

Cada vez que veían el Sol (Ra), las criaturas vivientes de las tierras de Egipto se alegraban y alababan a su poderoso y benefactor creador y para estar más cerca de él, construyeron pirámides. Y Ra se contentó más. De vez en cuando el Caos intentaba apoderarse de Egipto y mandaba inundaciones y plagas, pero como Ra estaba contento con ese grupo de hombres, los protegía.

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