martes, 22 de diciembre de 2009

La fuerza interior


Los seres humanos nos crecemos antes las adversidades. Está claro. Lo hemos comprobado en múltiples ocasiones. En terremotos, en maremotos, en ciclones arrasando poblaciones enteras, en incendios, en huracanes, en desastres ecológicos, etc. etc.

Hay una parte de nosotros, que viene de muy adentro, que no sabe de idiomas, de razas, de credos, de estatus social, ni de belleza ni de fealdad. Hay un resorte natural que nos empuja a entregarnos y ser útil y nos prestamos a la ayuda desinteresada y nos solidarizamos con la causa común, donde el voluntariado se convierte en ese elemento que nos distingue y nos hace especiales. Esa fantástica capacidad de respuesta.

¿De qué sustancia estamos creados? Cuál es ese idioma que tenemos en común, reconocible por todos, donde las palabras no importan, donde existe la sincronización, la espontaneidad, donde fluye el esfuerzo hacia el objetivo final que las circunstancias nos demandan.

El trabajo en equipo, como las hormiguitas, las abejas, colaborando unidos donde el impulso interior hace que se desencadenen ciertas fuerzas internas y veamos el resultado final.

Cuando llega el descanso, y nos miramos unos a otros y vemos el resultado de nuestra acción. El trabajo desinteresado se convierte en adoración. La entrega total. No sabemos qué es, pero nos hemos soltado, hemos fluido en la entrega. Somos inexpertos, tímidos, y nos miramos unos a otros tratando de saber qué nos está ocurriendo, y al crearse esa mágica simbiosis, nos deleitamos en esa nueva sensación de amor fraternal.

Esa fuerza interior ha derribado los barrotes de nuestra cárcel interior donde el ego tiene establecido su dominio y hemos vislumbrado la libertad que viene de darnos, de entregarnos, libres y sin temores.

He tenido esa sensación muchas veces en mi vida, y la sigo teniendo, y he de confesar que ese sentimiento de unidad con otras personas donde ha imperado la entrega desinteresada y el compartir un fin común, tiene mucho poder. Sientes que estás unido por algo que no ves pero que te tiene atrapado. Vayas donde vayas, sigue estando ahí. Y sientes cómo la gracia te dirige, te protege, te lleva por senderos ocultos en tu interior y va abriendo caminos insondables. Y quieres dar, comunicar, expresar, pero descubres que eres limitado en palabras. Y solo queda un recurso. Presenciar el poder del amor, cautivándote, enamorándote, y a tu servicio. Sólo puedes dejarte llevar, fluir con la corriente, abandonarte a tu condición de ser humano y experimentar la fuerza interior.

http://lacomunidad.elpais.com

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