domingo, 31 de enero de 2010

Algo Natural


Estaba claro que poco importaba que el historial favoreciera 6-4 a Andy Murray. Porque Roger Federer es un especialista en encontrar la manera para no dejar de sorprender nunca. Y en la final del Abierto de Australia volvió a demostrar que el número 1 del mundo le sienta bien y, que para destronarlo, sus rivales tendrán que reinventarse. Ya no alcanza con jugar bien uno, dos o tres partidos. Tampoco con ganar algunos torneos y, en algunos casos –como en el Del Potro-, ni siquiera con vencerlo en una final de Grand Slam. Porque el suizo hace fácil lo difícil y lo que para muchos es muy complicado de lograr, en él es natural.



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