jueves, 23 de agosto de 2012

Peiu Yávorov


Yo no vivo: yo ardo. Inconciliables
dos almas rivalizan en mi pecho:
un alma de ángel y otra de demonio. En mí

respiran fuego y su ardor me abrasa.


Y arden las dos con llamas, donde toco

aun en la piedra, oigo latir ambos corazones…

Siempre los dos, en todos sitios, obsesivamente
con rostros enemigos se consumen hasta hacerme brasas.


Detrás de mí el viento, a donde vaya,

mis huellas con ceniza cubrirá. ¿Quién podrá conocerlas?

Solitario, yo no vivo, ¡ardo!, y mi rastro
será ceniza en el sombrío infinito.


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