lunes, 18 de febrero de 2013

El complementario y su psicópata - parte 2


Inmodificables

Otra característica del psicópata que se debe tener en cuenta es su impermeabilidad a las modificaciones. El psicópata es una persona que puede tolerar mucha presión, puede aguantar castigos, y aún así mantenerse en una posición. Esto obliga al complementario a doblegarse, porque la posición del otro es irreductible; lo pone en la opción de: "es esto o nada"; "tómalo o déjalo... si puedes". El complementario termina luchando, no contra el psicópata, que es inmodificable, sino contra sí mismo, contra su conciencia del propio valor. Y se obliga a doblegarse. Este obligarse a hacer, en el que ve menoscabada su persona, es altamente doloroso. Pero es mayor el sufrimiento que provoca la no presencia del psicópata, esto hace que el complementario pague la factura y continúe con la relación.
La regla de oro que mantiene este vínculo es la formula: "con él estoy mal, pero sin él estoy peor". Entre ‘mal’ y ‘peor’, está el disfrute.

Códigos propios


Si se conversa en profundidad con estas personas, se verá que entre el psicópata y su complementario se establecen códigos propios, señas, gestos, que hacen que modifique la conducta del otro. Una paciente me decía: "mi padre me mira de ‘esa forma’ y yo ya sé lo que debo hacer". Otra paciente decía: "yo lo seguía por detrás, no quería que estuviera a su lado para no comprometerse; sin embargo, por su forma de caminar yo sabía si tenía que pararme o si tenía que estar a un costado o donde sea".

Autoestima socavada


El complementario tiene la autoestima socavada. Uso el término "socavada" porque la erosión que hace el psicópata sobre el complementario no suele ser una acción grotesca y brutal, sino que, al contrario, puede ser muy por debajo y sutil; va descalificando, desmereciendo, creándole inseguridades (es un juego de un "premio y tres castigos", en donde no se sabe cuando llega el premio y cuando el castigo, ni por qué) hasta que la autoestima del complementario termina socavada. Decía una consultante: "Yo antes no era así de insegura. Tenía trabajo, proyectos, iniciativa; me manejaba sola. Ahora necesito preguntar todo, hasta las pavadas. Él, a todos mis planes y posturas, le encontraba un pero, un motivo de crítica, un lado negativo. No era agresivo, me hacía razonar, y al final terminaba adoptando su criterio y pensando que mi forma de encarar las cosas era la de una tonta".
El psicópata no se pasa pensando qué hacer para que el complementario haga tal cosa o tal otra, o qué hacer para descalificarlo y bajar su autoestima. Ni se lo plantea; no es un estratega ni un diseñador de conductas. Es como es. Le sale espontáneamente ese tipo de conducta que finalmente termina haciendo sentir desvalorizado al complementario.

Asimetría intolerable


Se establece una marcada asimetría en cuanto a la consideración del otro. El psicópata ve al otro como una cosa de su pertenencia, a su disposición y sin necesidad de una lógica que fundamente esta postura. Debe ser así y punto. El complementario se considera a sí mismo y a su pareja, como persona. No sabe que está con un psicópata. Pueden parecerle raras algunas conductas, pero no puede salir fuera del sistema para evaluar y concluir: "es un psicópata". Por considerarlo un igual es que hace el razonamiento equivocado: "no entiendo por qué hizo esto, yo en su lugar...". Y sufre pensando en un error o esperando una disculpa; quiere ser considerado por el psicópata como una persona, lo cual es una ilusión, algo imposible de lograr. No se puede comprender, empáticamente, la mente de un psicópata.

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