martes, 26 de marzo de 2013

Peter Singer: “Yo quería un mundo con menos consumismo” - parte 1


El filósofo australiano propone en su libro nuevo un plan para combatir la pobreza basado en la donación universal. En esta conversación explica por qué no es una utopía y cómo hacerlo.

Poner la filosofía al servicio de la comunidad es un desafío que muchos pensadores idealizaron y que muy pocos pudieron llevar al campo de lo real y concreto. El caso singular es el del filósofo australiano Peter Singer que plantea en cada libro o exposición problemas de ética acompañados en cada caso por soluciones (propuestas) prácticas. Así se distingue del clásico filósofo moderno zumbón llamado a señalar los vicios y malos pasos de la sociedad que se retira a seguir buscando las fisuras de un sistema que parece agotado. Singer, defensor del individualismo, se ha ocupado de las desigualdades sociales, la ecología, el maltrato animal, la reproducción asistida, la eutanasia, la tercera edad. Escribió sobre la falta de ética y las contradicciones de los discursos de George W. Bush y diseñó en Etica práctica el manual explicativo de su propuesta de pensamiento acerca de las principales problemáticas de la humanidad.

Ahora llega su libro Salvar una vida. Como terminar con la pobreza, editado por Capital intelectual. Se trata de un planteo simple y sencillo de cómo mejorar la situación de los más desfavorecidos y vulnerables del planeta. Su prestigio ha logrado que algunos líderes mundiales hayan prestado atención a su proyecto que no es nada utópico. Desde Australia cuenta en qué consiste su plan.

-La prosperidad, como idea capitalista, parece una meta inalcanzable dado que siempre se necesita más. ¿Cómo se sobrevive a esa tensión?
-La prosperidad no es un concepto específicamente capitalista. La idea de prosperar es más antigua que el capitalismo moderno. Lo que es capitalista es que la prosperidad consiste en tener cada vez más y más bienes de consumo. Pero no pienso que la mayor parte de la gente, ya sea en las sociedades capitalistas o en otras, crea en realidad que “necesita” cada vez más. La mayoría de la gente sabe qué es lo importante en la vida: una familia afectuosa, amigos, salud, seguridad, sentirse respetado, un nivel razonable de confort y una realización. Sólo unos pocos están atrapados en el ciclo de sentir que necesitan cada vez más, y eso con frecuencia los hace infelices. Por fortuna la mayor parte de la gente es más inteligente.

-¿Piensa que la igualdad de oportunidades existe?
-¡No! Pero eso tampoco es consecuencia del capitalismo. Nunca ha habido igualdad de oportunidades y nunca la habrá, a menos que proporcionemos a todos no sólo igual riqueza, sino también igual educación, igual vivienda, padres igualmente afectuosos y cooperadores y, en última instancia, los mismos genes. En todo caso, es importante entender que Salvar una vida no versa sobre la igualdad, sino sobre la eliminación de la extrema pobreza. Eso es muy diferente, y mucho más alcanzable.

-¿Hay continuidad en este libro con la idea que abordó en “Etica práctica”, de postergar los deseos personales en beneficio de los intereses de la comunidad?
-Sí, la idea central de Salvar una vida ya está presente en un capítulo de Etica práctica, y se remonta a uno de los primeros artículos sobre filosofía que publiqué. Pero no caracterizaría el tema del nuevo libro en términos de “postergar los deseos personales”. Pienso que la mayor parte de la gente es suficientemente generosa y compasiva y que le gustaría hacer algo importante para ayudar a quienes viven en la extrema pobreza. El problema es que no sabe qué hacer o siente que es inútil o demasiado difícil. Lo que sostengo es que hay muchas cosas que podemos hacer y que, si bien en un primer momento podemos pensar que exigen sacrificios, harán que nuestra vida sea más gratificante que antes.

-Hay escenas que se repiten en México, San Pablo o Buenos Aires: asentamientos, villas por un lado; y barrios cerrados por el otro. Pobres de un lado; ricos del otro. ¿Qué queda en el medio?
-Lo que queda, sin duda, no es una buena sociedad. Es una sociedad en la cual los ricos necesitan guardias para sentirse seguros y en la que los pobres no reciben las oportunidades que necesitan para transformar su vida. Estoy convencido de que construir una sociedad mejor es algo que está al alcance de la inteligencia y la buena voluntad humanas, pero el problema es que nadie puede hacerlo por sí solo y que también para el gobierno es muy difícil hacerlo. Por eso tenemos que difundir la idea de que las personas trabajen juntas para cambiar la cultura. Se puede hacer mucho para demostrarle al gobierno que la población, incluida la elite, quiere el cambio, y que un gobierno que sea sincero respecto del cambio encontrará seguidores y voluntarios dispuestos entre la elite.

-Usted sostiene que las razones del auto-interés apoyan la adopción de un punto de vista moral, como la paradoja del hedonismo, que aconseja que la felicidad se encuentra más que se busca, y la mayoría de las personas siente necesidad de relacionarse a algo más grande que sus propias preocupaciones. ¿Cómo se aplica esta idea en la vida diaria?
-Los antiguos griegos conocían esta paradoja. Sabían que si se apunta directamente a la felicidad es improbable que se la encuentre. Si, en cambio, se apunta a algún otro objetivo, ya sea a la creación de arte, a hacer bien el propio trabajo o a servir a la comunidad, es más probable que se halle la felicidad. Una investigación demuestra que la gente que es más generosa tiende a estar más conforme con la vida. Hay pruebas neurológicas que indican que los centros de gratificación del cerebro también se activan como respuesta a actos generosos. Así, al vivir menos para nosotros mismos y más para los otros, nos beneficiamos, así como también beneficiamos a los demás. Esa es la “paradoja”.

http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Peter-Singer-Salvar-una-vida-terminar-pobreza_0_887911214.html

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