miércoles, 26 de junio de 2013

El lamento por la imposible profundidad: cuentos de José Edwards - parte 2



Por el contrario, los cuentos confesionales, reflexivos o poéticos, suelen profundizar caracteres atormentados, aquejados de complejas angustias motivadas por la fe religiosa (nunca dogmática, siempre problematizada, al estilo de Pascal o Unamuno) o por relaciones parentales. Entre estos últimos, están “El vástago” y “Confesión general”; en ambos aparece un padre neurótico y un hijo monstruoso, y cabe preguntarse quién ha engendrado a quién.
En “Posdata”, el narrador imagina la recuperación del tiempo perdido mediante la resurrección de los muertos y en “El pie de la diosa” se refiere en clave alegórica (es la historia de un niño, pero también la historia de los hombres) la pérdida de la inocencia y de la infancia. A mi entender, en este tipo de relatos se encuentran las mejores piezas de Edwards, quien tiene una especial habilidad para narrar en primera persona.
También hay que decir que algunos cuentos parecen inconclusos, abandonados de manera abrupta (“Cambio de nombre”) o en una etapa no definitiva de su elaboración, en estado de boceto si se quiere o quizá finiquitados sin mucho entusiasmo (“El banquete”, “Orgía en el subterráneo”).

Merecen especial mención los dibujos realizados por Rafael Edwards, hijo del escritor, que captan con agudeza la poética particular de cada una de las narraciones.

En conjunto, los relatos de La imposible ruptura del señor espejo evidencian una clara impronta vanguardista, pero en su vertiente más inquieta, esa que intenta recobrar desesperadamente aquello trascendental que se le escapa. El de Edwards es un espíritu moderno y en consecuencia se lamenta, ya sea de modo delirante, irónico o melancólico, por la pérdida de la profundidad, segada por la técnica y el progreso material, que tienden a excluir y aun a despreciar lo que les resulta insondable.

Formalmente, este brutal muro reflectante levantado en contra de lo profundo (imposible de romper, como lo asegura el título) subyace de modo simbólico en el insistente recurso a la figura del doble o dopelgänger, muestrario de personalidades escindidas en polos incompatibles. Y, sobre todo y de manera más explícita, en el cuento que se refiere al irreconciliable quiebre entre las hermanas Fábula y Moraleja, que hoy en día se niegan a trabajar juntas.

La posición del narrador —y la del autor, asumo— ante el relato sin consejo, ante el cuerpo sin alma, es bien definida: “Un conjunto de fábulas sin moraleja me parecía, y sigue pareciéndome, algo vacío, por no decir inmoral”.

Edwards, José. La imposible ruptura del señor espejo. Santiago: La Pollera Ediciones, 2012.

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