viernes, 26 de julio de 2013

No hay camino al paraiso - parte 2



Entramos y Dawn abrió la jaula y los sacó y los puso sobre la mesita de café. Entonces se metió en la cocina y abrió el refrigerador y sacó una botella de vino. La trajo en compañía de dos copas.

-Perdona -dijo- pero pareces un poco chiflado. ¿En qué trabajas?

-Soy escritor.

-¿Y vas a escribir algo acerca de esto?

-Nunca se lo creerá nadie, pero lo escribiré.

-Mira -dijo Dawn- George le ha quitado las bragas a Ruthie. Le está metiendo el dedo. ¿Un poco de hielo?

-Sí, ya lo veo. No, no quiero hielo. El tipo va bien derecho.

-No sé -dijo Dawn-, pero de verdad que me excita mirarlos. Quizás es porque son tan pequeños. Realmente me calientan.

-Entiendo lo que quieres decir.

-Mira, George la está tumbando, se lo va a hacer.

-Sí, allá van.

-¡Míralos!

-¡Dios o la puta!

Abracé a Dawn. Comenzamos a besarnos. Cuando parábamos, sus ojos pasaban de mirarme a mí a mirar a los hombrecitos fornicando, y luego volvía a mirarme de nuevo a los ojos. Yo seguía siempre su mirada.

El pequeño Marty y la pequeña Anna también estaban mirando.

-Mira -decía Marty-, ellos lo están haciendo. Nosotros deberíamos hacerlo también. Incluso las personas grandes van a hacerlo. ¡Míralos!

-¿Oíste eso? -le pregunté a Dawn-. Ellos dicen que vamos a hacerlo, ¿es verdad eso?

-Espero que sea verdad -dijo Dawn.

La tumbé sobre el sofá y le subí la falda por encima de los muslos. La besé a lo largo del cuello.

-Te amo -dije.

-¿De verdad? ¿De verdad?

-Sí, de alguna manera, sí...

-De acuerdo -dijo la pequeña Anna al pequeño Marty- podemos hacerlo nosotros también, pero que quede claro que yo no te quiero.

Se abrazaron en medio de la mesita de café. Yo le había quitado ya a Dawn las bragas. Dawn gemía. La pequeña Ruthie gemía. Marty se la metió por fin a la pequeña Anna. Estaba pasando en todas partes. Me pareció como si toda la gente del mundo estuviese haciéndolo. Entonces me olvidé de toda la otra gente del mundo. Nos fuimos al dormitorio y allí se la metí a Dawn en una larga y tranquila cabalgada...

Cuando ella salió del baño yo estaba leyendo una estúpida historia en el Playboy.

-Estuvo tan bien -dijo.

-Fue un placer -contesté.

Se volvió a meter en la cama conmigo. Dejé la revista.

-¿Crees que nos lo podemos hacer juntos? -me preguntó.

-¿Qué quieres decir?

-Quiero decir que si tú crees que podemos seguir así, juntos, durante algún tiempo.

-No sé. Las cosas ocurren. El principio siempre es lo más fácil.

1 comentario: