Soy un crítico de jazz lo bastante sensible como para
comprender mis limitaciones, y me doy cuenta de que lo que estoy pensando está
por debajo del plano donde el pobre Johnny trata de avanzar con sus frases
truncadas, sus suspiros, sus súbitas rabias y sus llantos. A él le importa un
bledo que yo lo crea genial, y nunca se ha envanecido de que su música esté
mucho más allá de la que tocan sus compañeros. Pienso melancólicamente que él
está al principio de su saxo mientras yo vivo obligado a conformarme con el
final. Él es la boca y yo la oreja, por no decir que él es la boca y yo... Todo
crítico, ay, es el triste final de algo que empezó como sabor, como delicia de
morder y mascar. Y la boca se mueve otra vez, golosamente la gran lengua de
Johnny recoge un chorrito de saliva de los labios. Las manos hacen un dibujo en
el aire.
Fragmento de El Perseguidor, de Julio Cortázar...la continuación
Excelente!!!!!!!
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