miércoles, 23 de abril de 2014

Más paciencia



Últimamente nos da la impresión de que nuestra vida va cada día más rápido y pareciera que necesitamos tener una multiprogramación como las computadoras para poder hacer todas las cosas a la misma vez. Vivimos apurados, la velocidad de la información, las comunicaciones, el trabajo, los acontecimientos en pleno desarrollo y las exigencias del entorno que nos rodea le van imprimiendo a nuestras vidas un carácter de inmediatez,  y esto nos hace ser exigentes con nosotros mismos y con los que nos rodean.


En el trabajo la frase "esto es para ayer" es cada vez más frecuente. El tráfico citadino es otro factor que contribuye al apremio, así como la dinámica familiar.



Formamos parte de un mundo impaciente, estresado, ansioso, tenso. La única forma de sobrevivirlo literalmente es siendo pacientes, si no el medio ambiente nos lapidará, así de simple, porque la impaciencia, el estrés, la ansiedad y las preocupaciones son asesinos silenciosos que acaban con la salud mental y física.



Paciencia significa la capacidad de soportar algo sin alterarse, la capacidad de hacer cosas minuciosas, la facultad de esperar algo que se desea mucho y tolerancia.



La paciencia es un don que se puede cultivar y que nos permitirá vivir en mayor paz y armonía con nosotros mismos. No se trata de que tengamos que ser lentos en hacer las cosas, más bien hacerlas sin prisa pero sin pausa o con el tiempo necesario.



Hay una fábula ilustrativa cuando la liebre decide retar a la tortuga para una carrera pensando que tenía todas las posibilidades de ganar por su velocidad, la tortuga acepta y sin pausa comienza la carrera, la liebre confiada, decide dormir por la mitad del camino. Cuando despertó encontró que a pesar de su velocidad la tortuga había sido la ganadora. Todo tiene su ritmo y como dice el dicho no amanece antes porque te levantes más temprano.



No debemos dejarnos llevar por las situaciones, pensemos, planifiquemos lo que vamos a hacer y actuemos, a la par de que encontremos el tiempo para disfrutar de la vida. Empecemos y finalicemos las tareas que nos proponemos y no las dejemos a la mitad.



Ante la pregunta de hasta cuándo tenemos que ser pacientes, respondamos: Hasta que sintamos que la situación nos hace daño o nos afecta emocionalmente. En ese momento debemos hacer valer nuestros derechos y hacerlo asertivamente. Se puede tolerante sin dejar de ser firmes. Esperemos el mejor momento para actuar, de acuerdo a una estrategia y con la ventaja a nuestro favor y sobre todo con una buena dosis de paciencia china.






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