Los trenes pasan dejando
con sus pitadas un reguero
de distancia, luego el
silencio, un pájaro que
tiembla encima de una
rama, una mujer distante
que con la cabeza cubierta
por un velo negro va hacia
la iglesia, y todo ese
conjunto de pequeñísimas
cosas: un postigo que se
entorna, una mujer que
tras una reja lo mira, un
señor gordo que entra en
la farmacia, un coche que
pasa, le deja a uno en los
labios el sabor de la vida
añeja. Y el alma más
tumultuosa se siente
aquietada.
Arlt, R.«Hombre de ciudad», Aguafuertes, 1.ª ed., Bs.As., Losada, 1998, vol II, pág 237
Volviste con Arlt?, tenés una onda cuando hablás ...salvando distancias claro!!!
ResponderBorrardistanciasss............................................
ResponderBorrarJaaaajajaaaaa que comparacion!!!!
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