3. Concepción lacaniana del amor
El decía: hay dos formas de amar. Una primera forma posesiva, egoísta y
anal; y otra segunda forma que el llamaba «el amor evanescente». El bebe nace y
desarrolla un estilo propio de su edad, que consiste en este amor posesivo,
pero en un momento de su desarrollo, a los 5 años de edad, se produce una
transformación de su interior y él cambia y empieza amar de otra manera, deja
de ser posesivo y pasa a otro tipo de amor.
El amor posesivo se caracteriza por toda conducta que muestra un niño
generalmente menor de 5 años, en el cual el egoísmo y la necesidad de
posesiones es lo que prima: mi pelota, mi mamá, etc. El amor posesivo, según
Lacan, no puede expresar satisfacción alguna y si hay algo de satisfacción estaría
ubicado únicamente en el momento de la posesión de objeto. El amor posesivo
deja vacíos porque no hay despedida de los objetos, no deja recuerdos, deja
agujeros que no se pueden llenar. Esto también lo encontramos en los vínculos
de muchas parejas adultas o adolescentes cuando plantean frases como la
siguiente, cuando una chica le cuenta a otra amiga: si mi enamorado me saca la
vuelta, se murió para mí, no quiero que me llame, no quiero que aparezca; eso
es el típico amor posesivo en que «te amo en la medida que estés a mi lado».
Llega la etapa del complejo de Edipo a los 3 años y medio y luego aparece el
amor evanescente.
(Cuando explico esto me gano protestas del público). El amor evanescente es
aquel amor que se práctica profundamente sabiendo que la persona a quien amamos
se puede ir en el momento que quiera, y aunque me deje esta noche, yo puedo
amarlo profundamente y aceptar que tiene a libertad de irse. En la misma medida
me comprometo con un amor profundo a amarlo hasta que mi corazón deje de latir,
y si me interesa otra persona, ahí me retiraré y tranquilamente. El amor
evanescente es aquél que se duele con los celos, y que le altera que a su
pareja la mire otro, pero aunque tenga celos, acepta, admite que la persona con
la quien uno está puede irse y desaparecer en cualquier momento que él desee
irse, respetando la libertad y el desarrollo de esa persona.
Se supera el amor posesivo a través del triángulo edípico, donde el niño va
a resolver esas pasiones amorosas de su infancia. El complejo de Edipo dura un
año aproximadamente y empieza cuando el niño ingresa al Edipo siendo un
perfecto narciso, un egoísta; y después de un año dependiendo de como los
padres manejen esta situación el niño va a salir aceptando hermanos, aceptando
que tiene que dormir en otro cuarto, aceptando que mamá no es de él sino del
padre y que él va a tener que buscarse el día de mañana su pareja, su esposa y
tener sus propios hijos. Esta transformación edípica es el arte de la educación
de los padres. Esto lo hacen los padres a través de una enseñanza llena de
afecto, pero con una ley. El niño que atraviesa un edipo adecuado será una
criatura que aprende a respetar los derechos del otro, que aprende a compartir
y que aprende a perder. No hay cosa más dolorosa para un niño de 4 años que
perder a su madre y perderla en materia de amor, eso lo convierte en un hombre
de valor.
FERNANDO
MAESTRE
Psicoanalista
Psicoanalista
http://www.angelfire.com/pe/actualidadpsi/lacan.html
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