La imaginación es madre de toda originalidad;
deformando lo real hacia su perfección, ella crea los ideales y les da impulso
con el ilusorio sentimiento de la libertad: el libre albedrío es un error útil
para la gestación de los ideales. Por eso tiene, prácticamente, el valor de una
realidad. Demostrar que es una simple ilusión, debida a la ignorancia de causas
innúmeras, no implica negar su eficacia.
Las ilusiones tienen tanto valor para
dirigir la conducta, como las verdades más exactas; puede tener más que ellas,
si son intensamente pensadas o sentidas. El deseo de ser libre nace del
contraste entre dos móviles irreductibles: la tendencia a perseverar en el ser,
implicada en la herencia, y la tendencia a aumentar el ser, implicada en la
variación. La una es principio de estabilidad, la otra de progreso.
José Ingenieros
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