jueves, 6 de abril de 2017

La Rana Zarevna -Parte 2


Por la mañana se es más sabio que por la noche — le dijo la Rana.
Acostóse el zarevich y se durmió profundamente; entonces la Rana se quitó la piel y se transformó en una hermosa joven llamada la Sabia Basilisa, salió al patio y exclamó en alta voz:
— ¡Criadas! ¡Preparadme un pan blanco y tierno como el que comía en casa de mi querido padre!

Por la mañana, cuando despertó el zarevich Iván, la Rana tenía ya el pan hecho, y era tan blanco y delicioso que no podía imaginarse nada igual. Por los lados estaba adornado con dibujos que representaban las poblaciones del reino, con sus palacios y sus iglesias.
El zarevich Iván presentó el pan al zar; éste quedó muy satisfecho y le dio las gracias; pero enseguida ordenó a sus tres hijos:
— Que vuestras mujeres me tejan en una sola noche una alfombra cada una.
Volvió el zarevich Iván muy triste a su palacio, y se dejó caer con gran desaliento en un sillón.
— ¡Kwa, kwa, zarevich Iván! ¿Por qué estás tan triste? — Le preguntó la Rana—. ¿Acaso te ha dicho tu padre algo desagradable o se ha enfadado contigo?
— ¿Cómo quieres que no esté triste cuando mi señor padre te ha ordenado que tejas en una sola noche una alfombra de seda?
— ¡No te apures, zarevich! Acuéstate y duerme tranquilo. Por la mañana se es más sabio que por la noche.
Acostóse el zarevich y se durmió profundamente; entonces la 
rana se quitó su piel y se transformó en la Sabia Basilisa; salió al patio y exclamó:
— ¡Viento impetuoso! ¡Tráeme aquí la misma alfombra sobre la cual solía sentarme en casa de mi querido padre!
Por la mañana, cuando despertó Iván, la Rana tenía ya la alfombra tejida, y era tan maravillosa que es imposible imaginar nada semejante. 


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