Con sus fantasías de exploración, con sus sonidos mestizos,
con sus bandas sonoras para películas, con su blues del alma y del corazón, Ry
Cooder ha conquistado un puesto seguro en el gran "catálogo del rock de la
sinceridad". Habitualmente su nombre va unido al de otros colegas suyos
que usan la música para representar escenas de pasión, contradicciones de la
humanidad, fuegos del deseo. Y el hecho de que haya atravesado tantos estilos
no es un signo de impotencia y de "ligereza" sino de comprensión de
los más diversos estados psicológicos. Ry Cooder no es muy famoso; no lo es, al
menos, para quien consume la música midiendo la calidad con el termómetro de la
fiebre consumista: tantos millones de discos vendidos, tantas celebraciones y
mitificaciones.
No, Cooder viaja seguro en las vías secundarias del gran engranaje del rock: ha
grabado discos importantes y bellos, ha colaborado con muchas estrellas del
firmamento, tiene todas las cualidades para viajar en primera clase. Sin
embargo, ha superado los cuarenta años con el bolsillo lleno de felicitaciones
pero con pocos premios Grammy. Y quizá también de esto está orgulloso. Ryland
Peter Cooder nació el 15 de marzo de 1947 en Santa Mónica, California. Y nació
prácticamente con una guitarra en la mano: a los tres años ya jugaba con
instrumentos más grandes que él. Su padre, apasionado guitarrista y gran
coleccionista de discos de canciones románticas y baladas de Woody Guthrie, le
enseñó las primeras nociones. Después, el pequeño se dedicó a escuchar sistemáticamente
la radio, en especial las emisoras que retransmitían country & western las
veinticuatro horas del día.
Se convirtió así en un jovencísimo maestro de la guitarra, profundizando
también estilos particulares, como el "bottleneck" (el característico
dedal de acero que, originariamente, era sacado de un cuello de botella roto,
de donde procede el nombre) para la guitarra "slide". En los primeros
años sesenta formó grupos amateur con los que tocaba versiones instrumentales
de los éxitos de la época, dejando lugar a los solos de guitarra. Despues se
dio a conocer y firmó un primer contrato profesional para una serie de
actuaciones en el Ash Grove, un local de Los Angeles: precisamente allí tuvo la
posibilidad de conocer a muchos músicos de soul y country a los que
"robó" pequeños pero útiles secretos. Durante un tiempo, formó un dúo
con Jackie DeShannon, que no desembocó en nada concreto. El músico de
rock-blues Taj Mahal le llamó para formar parte del grupo Rising Sons como
guitarrista fijo.
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