Fragmentos de Heráclito
(Según la ordenación realizada por Marcovich y, entre paréntesis, la ordenación de G.S.Kirk)
Frg 1 (1) De esta razón, que existe siempre, resultan desconocedores los hombres, tanto antes de oírla como tras haberla oído a lo primero, pues, aunque todo ocurre conforme a esta razón se asemejan a inexpertos teniendo como tienen experiencia de dichos y hechos; de éstos que yo voy describiendo, descomponiendo cada uno según su naturaleza y explicando cómo se halla. Pero a los demás hombres les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto hacen dormidos.
Frg 3 (17) No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas aprendido las conocen, pero a ellos se lo parece.
Frg 26 (50) No escuchándome a mí, sino a la razón, sabio es reconocer que todas las cosas son una.
Frg 27 (51) No comprenden cómo lo divergente converge consigo mismo; ensamblaje de tensiones opuestas, como el del arco y el de la lira.
Frg 28 (80) Preciso es saber que la guerra es común; la justicia, contienda, y que todo acontece por la contienda y la necesidad.
Frg 33 (60) Camino arriba, camino abajo, uno y el mismo.
Frg 51 (30) Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hombre alguno, sino que fue siempre, es y será fuego siempre vivo, prendido según medida y apagado según medida.
Según la versión de Alberto Bernabé, "De Tales a Demócrito", Madrid, Alianza, 1988.
Noticias recogidas por Diógenes Laercio sobre Heráclito
Heráclito, hijo de Blisón, o según algunos, de Heración, fue efesino, y floreció hacia la Olimpiada LXIX. Sentía en las cosas muy elevadamente, como consta de sus escritos, donde dice: El aprender muchas cosas no instruye la mente. Y que enseñó a Hesíodo, a Pitágoras y aun a Jenófanes y a Hecateo; pues la verdadera y única sabiduría es conocer la mente , que puede disponer o gobernar todas las cosas por medio de todas las cosas.
Decía que Homero era digno de ser echado de los certámenes y de ser abofeteado, y lo mismo Arquíloco. Que los ímpetus de una injuria deben apagarse más que un incendio, y que el pueblo debe defender las leyes lo mismo que los muros.
Reprendió vivamente a los efesinos porque habían echado a su compañero Hermodoro, diciendo: Todos los efesinos adultos debieran morir, y los impúberes dejar la ciudad, entendido de aquellos que expelieron a Hermodoro, su bienhechor, diciendo:
Ninguno de nosotros sobresalga en merecimientos; si hay alguno, váyase a otra parte y esté con otros. Como le pidiesen que les pusiese leyes, lo omitió por causa de que la ciudad estaba ya depravadísima en las costumbres y mal gobierno, y retirándose al templo de Diana, jugaba a los dados con los muchachos. A los efesinos que estaban a su alrededor les dijo: ¿Qué os admiráis, perversos? ¿No es mejor hacer esto que gobernar la república con vosotros?
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