viernes, 8 de junio de 2018

“Vida Líquida” - Parte 1





“Cuando patinamos sobre hielo quebradizo, nuestra seguridad depende de nuestra velocidad”(1) así se inicia la invitación que Zygmunt Bauman le extiende a sus lectores para transitar en su libro por las distintas dimensiones que componen lo que él llama la vida líquida del mundo moderno, de nuestro mundo.

El autor recorre a lo largo de todo el libro los nudos más gruesos y complejos del mundo moderno líquido por el que transitamos o intentamos hacerlo. Para Bauman, la liquidez de esta vida moderna consiste en una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante (2) y se encuentra indefectiblemente atravesada por una tramposa combinación entre libertad e inseguridad.

El paso diario de las personas por este mundo moderno deja de ser tal para convertirse en una inacabable carrera rumbo a una seguidilla indefinida de objetivos de corto plazo, que se suceden de forma constante al son de la renovación y los cambios. Su primer capítulo, El individuo asediado, aborda la intrincada aporía del individuo en tanto ser que está obligado a diferenciarse de los demás - a ser único- en una sociedad en la que todos sus miembros deben cumplir con tal precepto y, por lo tanto, resultan parecidos. Esta contradicción lógica, dirá Bauman, no es tan importante en su significación filosófica sino en cuanto determina un desafío que la misma sociedad les impone a sus miembros quienes se ven exhortados a hallar un camino de emancipación, autenticidad e individualidad.

El autor entiende que el truco que subyace a este desafío es el reconocimiento de que dicha tarea es imposible mientras que tal imposibilidad es el sustento de una sociedad que le otorga a los individuos las herramientas para poder sobrellevar esa individualidad irrealizable. Pero Bauman no podría decirlo mejor, “en tanto tarea, la individualidad es el producto final de Cuadernos de H Ideas, Año 1, Nº 1, 2007 221 una transformación social disfrazada de descubrimiento personal” (3).
Esta angustiosa tarea llevará a los individuos a encontrar -no casualmente- su solución en el funcionamiento de la lógica de mercado destinada a mantener la inalcanzable singularidad a través de una oferta excesiva de objetos que aparecen como potenciales cumplidores de ese anhelo pero que envejecen prematuramente y son vertiginosamente reemplazados por otros nuevos que también tendrán una vida útil breve y sustituible.
El consumismo resulta exitoso provisoriamente para quienes logran sacar ventaja a los otros en la carrera mientras los obliga a no detenerse porque siempre habrá en el horizonte un objeto mejor que saciará su sed de autenticidad.

El desafío por lograr la individualidad va de la mano con el problema de la identidad. Individualidad e identidad pueden considerarse como los ejes centrales de este capítulo y que son imposibles de sortear a la hora de acompañar las reflexiones de los capítulos siguientes. En este sentido, Bauman nos habla de la identidad como un proceso de “hibridación”, de no pertenencia, de extraterritorialidad y continua transformación que se condensa en las prácticas de una clase culta que se cree poseedora de libertad y seguridad.

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