“Cuando patinamos sobre hielo
quebradizo, nuestra seguridad depende de nuestra velocidad”(1) así se inicia la
invitación que Zygmunt Bauman le extiende a sus lectores para transitar en su
libro por las distintas dimensiones que componen lo que él llama la vida
líquida del mundo moderno, de nuestro mundo.
El autor recorre a lo largo de
todo el libro los nudos más gruesos y complejos del mundo moderno líquido por
el que transitamos o intentamos hacerlo. Para Bauman, la liquidez de esta vida
moderna consiste en una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre
constante (2) y se encuentra indefectiblemente atravesada por una tramposa
combinación entre libertad e inseguridad.
El paso diario de las personas
por este mundo moderno deja de ser tal para convertirse en una inacabable
carrera rumbo a una seguidilla indefinida de objetivos de corto plazo, que se
suceden de forma constante al son de la renovación y los cambios. Su primer
capítulo, El individuo asediado, aborda la intrincada aporía del individuo en
tanto ser que está obligado a diferenciarse de los demás - a ser único- en una
sociedad en la que todos sus miembros deben cumplir con tal precepto y, por lo
tanto, resultan parecidos. Esta contradicción lógica, dirá Bauman, no es tan importante
en su significación filosófica sino en cuanto determina un desafío que la misma
sociedad les impone a sus miembros quienes se ven exhortados a hallar un camino
de emancipación, autenticidad e individualidad.
El autor entiende que el truco
que subyace a este desafío es el reconocimiento de que dicha tarea es imposible
mientras que tal imposibilidad es el sustento de una sociedad que le otorga a
los individuos las herramientas para poder sobrellevar esa individualidad
irrealizable. Pero Bauman no podría decirlo mejor, “en tanto tarea, la
individualidad es el producto final de Cuadernos de H Ideas, Año 1, Nº 1, 2007
221 una transformación social disfrazada de descubrimiento personal” (3).
Esta angustiosa tarea llevará a
los individuos a encontrar -no casualmente- su solución en el funcionamiento de
la lógica de mercado destinada a mantener la inalcanzable singularidad a través
de una oferta excesiva de objetos que aparecen como potenciales cumplidores de
ese anhelo pero que envejecen prematuramente y son vertiginosamente
reemplazados por otros nuevos que también tendrán una vida útil breve y
sustituible.
El consumismo resulta exitoso
provisoriamente para quienes logran sacar ventaja a los otros en la carrera
mientras los obliga a no detenerse porque siempre habrá en el horizonte un
objeto mejor que saciará su sed de autenticidad.
El desafío por lograr la
individualidad va de la mano con el problema de la identidad. Individualidad e
identidad pueden considerarse como los ejes centrales de este capítulo y que
son imposibles de sortear a la hora de acompañar las reflexiones de los
capítulos siguientes. En este sentido, Bauman nos habla de la identidad como un
proceso de “hibridación”, de no pertenencia, de extraterritorialidad y continua
transformación que se condensa en las prácticas de una clase culta que se cree
poseedora de libertad y seguridad.
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