Dentro
de lo que los argentinos llamamos nuestra literatura nacional, existe un hecho
de lo más singular -según Jorge Luis Borges- que es la aparición de la
literatura gauchesca. Debemos decir, en primer lugar, que la misma no fue
impulsada por gauchos, sino por personas educadas, señores de Buenos Aires y de
Montevideo. Pero a pesar de este origen culto, fue genuinamente popular, paradójico
mérito. Ahora, a quienes buscaran las causas, se les dirá que fue la vida
pastoril propia de la pampa y de las cuchillas en el siglo XIX y XX.
Sin
embargo, pronto se ve que esta explicación resulta insuficiente, pues la vida
pastoril existió en muchas partes, desde Montana y Oregon hasta
Chile, pero esos lugares o países no se dieron a redactar, por ejemplo, “El
Gaucho Martín Fierro”.
En otro sentido, Ricardo Rojas quiere derivar la poesía gauchesca de la de los
payadores de la campaña. Esto se justificaría porque el metro octasílabo y las
formas estróficas (sextina, décima, copla) de la poesía gauchesca coincide con
la de los payadores. Sin embargo, los payadores de la campaña no versificaron
jamás en un lenguaje deliberadamente plebeyo y con imágenes derivadas de los
trabajos rurales. En cambio, dos hechos fueron necesarios para la formación de
la poesía gauchesca. Uno, el estilo vital de los gauchos y otro, la
existencia de hombres de la ciudad que se compenetraron con ellos y cuyo
lenguaje habitual no era demasiado distinto.
La
poesía gauchesca según, Jorge Luis Borges, desde Bartolomé Hidalgo hasta
José Hernández, presupone una convención espontánea. En efecto, presupone
un cantor gaucho que a diferencia de los payadores genuinos maneja
deliberadamente el lenguaje oral de los gauchos y aprovecha los rasgos
diferenciales de este lenguaje opuesto al urbano. Descubrir esa convención es
el mérito capital de Bartolomé Hidalgo.
A todo esto se puede agregar una circunstancia histórica: las guerras que
unieron o desgarraron nuestras regiones, como la guerra de la independencia, la
guerra con el Brasil y las guerras civiles que hicieron que el hombre de la
ciudad conviviera con hombres de la campaña, identificándose con ellos y
llegando a concebir y ejecutar la admirable poesía gauchesca.
Por lo tanto, la poesía gauchesca es un fenómeno literario propio del Río de la
Plata, de Argentina y de Uruguay, y al mismo tiempo es el más típico y original
de ambos países. Pero el entusiasmo por la originalidad y el sabor
argentino de este género, sumado a que el Martín Fierro es una de las
mejores obras argentinas de todos los tiempos, ha llevado a algunos
críticos, literatos e historiadores a otorgar al arte gauchesco el carácter de
representativo de nuestro país. Para otros no representa totalmente al país,
sino sólo una parte geográfica y humana y a un momento histórico
determinado.
Pero lo que es indudable es que la literatura gauchesca es uno de los géneros
más estudiados hasta el presente en nuestro país y uno de los más logrados y
originales.
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