Superfluo = innecesario
Para Diógenes no había término medio. Todo aquello
que no fuera necesario era superfluo, y todo lo superfluo, por consiguiente, un
lastre para alcanzar la plenitud de la vida. Aquello
que no era para él una necesidad vital acababa abandonado o erradicado (en el
caso de que fuera algo no material, como los sentimientos). Su objetivo era
bien claro: deshacerse de todo deseo que degenerara en dependencia. Pero la
gracia está en que esa disciplina feroz consigo mismo no acababa en su propia
persona, sino que desarrolló la voluntad de señalar esas faltas también en los
demás, y eso es lo que lo convirtió en uno de los personajes más fascinantes,
revolucionarios e irónicos de la antigua Grecia.
Diógenes veía en el mundo de su época un verdadero
problema moral, pues la gente, en lugar de
forjarse a sí misma y valorar su opinión propia respecto al bien y el mal,
prefería actuar en función de qué era lo que los demás opinaban y cómo esas
opiniones de terceros podían afectarles. Vivían, por así decirlo, de cara a la
galería. Diógenes se pasaría el resto de su vida demostrándoles por qué eso era
una estupidez.
https://www.filco.es/diogenes-sinope-agitador-conciencias/
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