jueves, 26 de noviembre de 2009

La realidad, nuestras ideas y la experiencia

La principal innovación que Berkeley hace a Locke en la línea gnoseológica del empirismo es la radicalización del nominalismo. El gran error es pensar que la mente puede elaborar ideas abstractas. Defiende un nominalismo absoluto.
Todas las ideas son particulares "Me es imposible formar ideas abstractas, dice Philonous a Hylas en el Diálogo I. Las supuestas ideas generales de Locke no son más que nombres comunes, con los cuales hacemos referencia más o menos indistinta o confusa a diversas ideas particulares.

Uno de los falsos universales, un mero nombre "al que no corresponde realidad alguna", es la materia.
"¿Substratum material, dices? ¿Por cuál de tus sentidos te pones en contacto con ese ser? (Ibíd.) Una sustancia puramente material e inerte existiendo en sí misma es "un mundo vacío de pensamiento, ¡qué absurdo!"
Conocemos por la experiencia el mundo corpóreo como el conjunto de los objetos corpóreos que en la experiencia se nos dan; pero lo que directamente aprehendemos son las ideas, los contenidos de la mente, (los colores, olores, etc.), no unas supuestas "cosas reales" o cosas-objetos, de las que fueran efecto los objetos-ideas. No hay que pensar, pues, que el mundo corpóreo sea otra cosa que lo que nos es presente en la percepción (no a la misma).
No se puede encontrar ninguna razón suficiente para suponer que hay dos mundos que exhiben cualidades corpóreas: el percibido y no realmente-corpóreo (la representación en mi mente) y el no-percibido (pero supuestamente existente-en-sí para que podamos pensarlo como causa de nuestras sensaciones, y que sería el verdaderamente corpóreo o no espiritual).
Desde Galileo, los cartesianos y Locke además de los físicos habían aceptado que las ideas que tenemos de las cualidades secundarias, esto es, del calor, del color, de los sonidos y del gusto, no se asemejan a nada de lo que existe en el mundo material, como tampoco -para usar el ejemplo de Galileo- la impresión de cosquilleo producida por una pluma que se desliza en la piel reside en la pluma. Según la opinión general tales sensaciones dependen del sujeto que las perciba. Los colores varían si tenemos ictericia o si llevamos lentes de color, y las cosas no tienen color en la oscuridad. Las cosas nos parecen calientes y tibias según la temperatura de nuestras manos cuando las tocamos. Un calor intenso puede convertirse en dolor, y si el dolor no tiene existencia en el mundo exterior a nosotros, es absurdo suponer que el calor la tenga.
Nada existe en el mundo exterior que pueda compararse con la experiencia que tenemos del color, del calor, etc. No existen en el mundo exterior sino partículas sólidas dotadas de extensión que se mueven en el espacio y en el tiempo. Por otra parte, según la opinión que se había formado Locke, así como Galileo y Descartes en cierta manera, nuestro mundo exterior es extenso, consistente en cualidades primarias. Según Locke, nuestras ideas acerca de las cualidades primarias, por ejemplo, las qu se refieren a la extensión, a la solidez, a la forma y a la dimensión, se asemejan a cosas que existen en el mundo material. Podemos estar seguros de que existen en la naturaleza partículas sólidas que se mueven en el espacio y en el tiempo y que dan origen a su vez a ideas hechas a su imagen y a ideas de color que no corresponden a nada que se asemeje a ellas, sino que son los efectos en nosotros de realidades exteriores dotadas de extensión, sólidas y móviles.
Berkeley, no obstante, sostenía que los argumentos derivados de la relatividad de nuestras ideas acerca de las cualidades secundarias se aplican igualmente a nuestras ideas acerca de las cualidades primarias. Para Berkeley la distinción entre cualidades primarias y secundarias es una distinción abstracta e insostenible. Además es un supuesto arbitrario que contradice toda evidencia empírica. En la experiencia aparecen cualidades primarias y secundarias inseparablemente entretejidas y todas al mismo tiempo. La forma y la dimensión de los objetos, así como la velocidad de sus movimientos, parecen cambiar según la posición que ocupamos e incluso según nuestro estado de espíritu. Objetos que parecerían pequeños a observadores de gran estatura parecerían grandes a un observador muy pequeño.
En "Three Dialogues between Hylas and Philonous", I, dice Berkeley:"Philonous: ¿No se ha admitido com un buen argumento que ni el frío ni el calor existen en el agua, puesto que ésta le parece cálida a una mano y fría a otra?

Hylas: En efecto.

Philonous: ¿No es razonar de la misma manera concluir que un objeto no comporta ni extensión ni forma porque a los ojos de un observador parezca pequeño, liso o redondo, y a los ojos de otro observador y en el mismo momento parezca grande, rugoso y anguloso?

Hylas: Exactamente. Pero ¿ocurre eso alguna vez?

Philonous: Puedes experimentarlo en todo momento mirando el objeto con un ojo y sirviéndote de un microscopio para el otro."

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