miércoles, 3 de octubre de 2012

El pozo

Sobre el brocal desdentado del viejo pozo, una cruz de palo roida por la carcoma miraba en el fondo su imagen simple. Toda una historia tragica. Hacia mucho tiempo, cuando fue recien herida la tierra y pura el agua como sangre cristalina, un caminante sudoroso se sento en el borde de la piedra para descansar su cuerpo y refrescar la frente con el aliento que subia del tranquilo redondel. Alli le sorprendieron el cansancio, la noche y el sueno; su espalda resbalo al apoyo y el hombre se hundio golpeando blandamente en las paredes hasta romper la quietud del disco puro. Ni tiempo para dar un grito o retenerse en las salientes, que le rechazaban brutalmente despues del choque. Habia rodado llevando consigo algunos pelmazos de tierra pegajoza. Aturdido por el golpe, se debatio sin rumbo en el estrecho cilindro liquido hasta encontrar la superficie. Sus dedos espasmodicos, en el ansia agonica de sostenerse, horadaron el barro rojizo. Luego quedo exanime, solo emergida la cabeza, todo el esfuerzo de su ser concentrado en recuperar el ritmo perdido de su respiracion.

Con su mano libre tanteo el cuerpo, en que el dolor nacia con la vida. Miro hacia arriba: el mismo redondel de antes, mas lejano, sin embargo, y en cuyo centro la noche hacia nacer una estrella timidamente. Los ojos se hipnotizaron en la contemplacion del astro pequeno, que dejaba, hasta el fondo, caer su punto de luz. Unas voces pasaron no lejos, desfiguradas, tenues; un frio le mordio del agua y grito un grito que, a fuerza de terror, se le quedo en la boca.

Hizo un movimiento y el liquido ondulo en torno, denso como mercurio. Un pavor mistico contrajo sus musculos, e impelido por esa nueva y angustiosa fuerza, comenzo el ascenso, arrastrandose a lo largo del estrecho tubo humedo; unos dolores punzantes abriendole las carnes, mirando el fin siempre lejano como en las pesadillas. Mas de una vez, la tierra insegura cedio su peso, crepitando abajo en lluvia fina; entonces suspendia su accion tendido de terror, vacio el pecho, y esperaba inmovil la vuelta de sus fuerzas. Sin embargo un mundo insospechado de energias nacia en cada paso; y como por impulso adquirido maquinalmente, mientras se sucedian las impresiones de esperanza y desaliento, llego al brocal, exhausto, incapaz de saborear el fin de sus martirios.

Alli quedaba, medio cuerpo de fuera, anulada la voluntad por el cansancio, viendo delante suyo la forma de un aguaribay como cosa irreal... Alguien paso ante su vista, algun paisano del lugar seguramente, y el moribundo alcanzo a esbozar un llamado. Pero el movimiento de auxilio que esperaba fue hostil.

El gaucho, luego de santiguarse, resbalaba del cinto su facon, cuya empunadura, en cruz, tendio hacia el maldito. El infeliz comprendio: hizo el ultimo y sobrehumano esfuerzo para hablar; pero una enorme piedra vino a golpearle en la frente, y aquella vision de infierno desaparecio como sorbida por la tierra. Ahora todo el pago conoce el pozo maldito, y sobre su brocal, desdentado por los anos de abandono, una cruz de madera semipodrida defiende a los cristianos contra las apariciones del malo. ..

RICARDO GUIRALDES (Cuentos de Muerte y Sangre) extraido de: "Lengua y Literatura 1" de Carlos A. Loprete

1 comentario:

  1. Hay frases muy interesantes en el texto, creo que logré captar las ideas independientemennte del contexto.

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