sábado, 18 de enero de 2014

La cadena del ancla - parte 4

"El capitán del buque no sospechaba estas actividades extrañas de su primer oficial. El contrabando de haschich o mujeres se efectuaba de esta manera:
"A medianoche, por el agujero de la cadena del ancla izquierda, se desprendía una escalerilla de cuerda y un hombre trepaba por la escalerilla, y en el escobén por donde salía la cadena del ancla arrojaba los paquetes de haschich. Las mujeres entraban por la borda y, semejantes a un torpedo, eran introducidas en el tubo por donde pasaba la cadena del ancla. El refugio era seguro; el capitán de "La Nuit", en el período de diez años que comandaba la nave, no había utilizado ni una sola vez el ancla izquierda de la nave. Ésta se había convertido en una superflua decoración del buque.

"Precisamente, "La Nuit" hacía dos días que había anclado en Tánger. Yama examinó a la espía y le dijo"
"-¿Te atreverías a viajar embutida en un tubo de acero?
"-¿Un tubo de acero?
"El nieto de Raisuli le explicó de lo que se trataba. Leonesa, atentísima, escuchaba.
"-¿Es seguro?
"-Todos los viajes el oficial lleva y trae. Unas veces es haschich y otras mujeres.
"-Perfectamente; háblalo a ese hombre.

"Y ésta es la razón por la cual al día siguiente René Vasonier acudió a la tienda del fotógrafo judío, se hizo fotografiar ostentosamente y luego escuchó una historia sobre Leonesa, de la cual no creyó una palabra. Pero el fotógrafo le entregó un paquete con cinco mil francos y dijo:
"-Yama Mahomed, el nieto de Raisuli, te recomienda esa mujer.

"René Vasonier comprendió que el destino de todos sus futuros negocios estaba entre las manos de aquel hombre, y entonces gravemente respondió:
"-Dile a tu señor Mahomed que toda la policía de Inglaterra no sería capaz de impedir que esa mujer entrara a El Cairo.
"El fotógrafo continuó:
"-Vendrás esta tarde a buscar las fotografías, y entonces te diré lo que hay que hacer.
"La noche de ese mismo día, faltaba poco para amanecer, un bote se deslizó junto a "La Nuit"; una escalerilla de cuerda se desprendió de un costado oscuro de la popa, y Leonesa, envuelta en un impermeable con capuchón, subió al buque. El primer oficial en persona la esperaba. Bajaron unas escalerillas, se deslizaron a lo largo de recalentados corredores de chapas de hierro, y después de atravesar una galería de la sentina llegaron al tubo de la cadena del ancla.

"-Será sumamente molesto -dijo el oficial-, pero es el único lugar del buque que jamás revisará la policía.
"Leonesa le escuchaba grave.
"-A medianoche le traeré siempre los alimentos. Entre al tubo, no de cabeza, sino por los pies. ¿Quiere que le deje haschich para olvidarse del tiempo?
"-No.

"-Entre. Mañana zarparemos a primera hora.

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