En
cuanto a cultura y modo de vida en el Renacimiento, se puede decir que mientras
en la era anterior, que a su vez marca el principio del renacimiento, la gente
vivía dentro de grandes propiedades de nobles de la época llamadas feudos y cada uno de estos tenía dentro de
sus propiedades todo lo que necesitaba para ser autosuficiente, ahora se cambia
este tipo de vida y comenzaron a desarrollarse propiamente lo que son las
ciudades y las villas o poblaciones, pasando poco a poco el dominio de la
comunidad a los comerciantes y fabricantes de todo tipo de bienes (tanto de
necesidad como suntuarios) y que la gente, ya fuese noble o plebeya, requería o
deseaba poseer.
En
el Renacimiento cabe destacar también el desarrollo de
la arquitectura, así como la creación de grandes obras de la literatura
universal como "La Divina Comedia", de Dante Alighieri; obras también
surgieron de Francisco Petrarca y Juan Boccaccio y muchos otros literatos.
Que el origen del Renacimiento sea italiano es porque Italia
es fundamental por su pasado histórico que ahora se quiere recuperar e
impulsar. Además hay otro factor relevante y es que en Italia nunca hubo un
arraigo total y fuerte de lo medieval como ocurrió en el resto de Europa,
precisamente porque aún estaba latente el espíritu clásico.
Las Cruzadas habían intensificado el tráfico
comercial entre Oriente y Occidente, enriqueciendo especialmente a las ciudades
italianas Venecia, Génova, Pisa y Florencia. Dentro de sus muros y al amparo de
sus escuadras, un grupo de banqueros, comerciantes, industriales y artesanos
consiguieron la seguridad y la libertad para el despliegue de sus capacidades
personales.
Estos
burgueses aprendieron, mediante la experiencia personal y colectiva, que el
éxito de sus empresas económicas dependía de la capacidad para calcular y
anticiparse a las circunstancias mediante decisiones oportunas. Su posición
individual en la sociedad no dependía del nacimiento ni del arbitrio del señor
ni de la voluntad divina, sino de sí mismos.
Políticamente,
Italia se organizó en torno a ciudades-estado que obtuvieron un gran auge
artístico y político encabezadas por Florencia.
En
el Renacimiento, entonces, la historia de Italia es la de sus cinco estados
principales: Florencia, Milán, Nápoles, Venecia y el Papado. Las constantes
luchas por ampliar las fronteras hicieron posible la creación de un nuevo grupo
social: los Condottieri,
que eran personajes especializados en la guerra, grandes estrategos que
estaban generalmente al mando de una compañía, aunque, en última instancia, su
suerte la decidían el poder, las necesidades, los objetivos y los recursos del
príncipe o Estado al que servían.
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